20 de marzo de 2010

Cosmosur-83. Expedición a Java

COSMOSUR
EXPEDICIÓN JAVA-83

Por los Senderos de la Ciencia
Diario Personal de la Expedición
Por Manuel Bernabeu



JUEVES 2 DE JUNIO DE 1983

COMPONENTES DE LA EXPEDICIÓN:
ALFREDO VIDAL PÉREZ
JAVIER FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ
JAUME MARRADES MARSOL
JOAN GENEBRIERA CLIMENTE
JOSÉ MARÍA TOMÁS MAZCARAY
HERMINIA IBÁÑEZ PÉREZ
MARCELO ROMÀ
PEPITA MARRADES
SANTIAGO IBÁÑEZ PÉREZ
MANUEL BERNABEU FERNÁNDEZ

Siete horas. Casa de Alfredo (C/Aragón, 540 pral) Barcelona /Cataluña (España). Punto de reunión del trío: Juan, Alfredo y Manolo.
El comedor del piso está lleno de bultos. Entre ellos destaca un baúl metálico que contiene el telescopio de Genebriera y algunos otros accesorios. Un detalle: esta vez no se trata del baúl azul. Es el de color gris, que junto con la otra “bestia metálica” nos acompañó en la expedición a Kenia.
Alrededor de las ocho treinta, el trío ya mencionado llega al aeropuerto del Prat de Llobregat. Allí se reúne con el resto del equipo astronómico, más los “turistas” (Santiago, el hermano de Herminia y Marcelo, amigo de Tomás y Pepita).


El detalle del pesaje del equipaje y material científico es el siguiente:
1 bulto de 6 kilos
El baúl metálico: 92 kilos
La mochila del telescopio refractor: 17 kilos
1 bulto de 13 kilos
1 “ “ 12 “
1 “ “ 10 “
3 Maletas: 31 kilos (total)
1 bulto de 12 kilos
4 Maletas: 30 kilos (total)
1 bulto de 12 kilos
1 “ “ 11 “
1 “ “ 7 “
Total: 17 bultos y maletas que dieron un peso de 253 kilos. Por consiguiente, llevamos un exceso de carga de 53 kilos.
En la sala de espera, antes de pasar los controles de aduana, mientras tomábamos unos cafés y algún que otro bocadillo, se hizo un repaso del viaje. Observamos que en lugar de las siete noches de hotel que debíamos de tener en nuestra estancia en la sala de Bali, sólo tenemos seis. Juan i Genebriera tratan de inmediato de resolver el problema en la oficina de Viajes Politur. A su regreso, nos comentan que, si bien parece que el inconveniente está solventado, habremos de esperar a encontrarnos “in situ” para ver si realmente es cierto lo que ha manifestado el representante de dicha agencia.
Seguidamente pasamos al capítulo de gastos. El contable, como ya es habitual es nuestro “capo” Juan. Los números que nos presenta son rojos, de modo que tenemos deudas. Para liquidarlas, cada uno de nosotros hubo de entregar a Juan once mil doscientas cincuenta pesetas.
Para nuestro pesar, llegó el momento de ir a los controles de pasaporte. Lo que significó el tener que despedirnos de Juan Vidal, quien desafortunadamente se ha visto obligado a no poder acompañarnos en esta nueva Expedición Cosmosur. Como era de esperar, la despedida con nuestro jefe y amigo fue emotiva. Algo de nosotros queda con él y mucho suyo se viene con nosotros.
Tras pasar los controles de la policía sin novedad, embarcamos en un DC – 9 de Iberia. El vuelo es el número 412 con destino a Frankfurt. El aparato se llama Ciudad de la Coruña” y comanda la aeronave el señor López Fuente.
11h 00m.- El avión sigue estacionado. Por los altavoces, de eso hace un rato, se ha pedido que el pasajero que lleva una tarjeta amarilla se presente en la cabina de los pilotos. Poco después, han pasado las azafatas y tripulantes pidiendo que se les mostrase las tarjetas de embarque.

Mientras seguimos a la espera de acontecimientos, vamos a relatar el resultado de nuestra luminosa idea de poner ruedas, para facilitar su transporte, a nuestros dos monstruos sagrados: el baúl gris y la mochila del refractor. Pues bien, sucedió que las ruedas que iban adosadas a la plancha de la mochila quedaron, casi ipso facto, aplastadas e inservibles, claro, al poco de entrar en el aeropuerto y ahora yacen en un olvidado rincón del vestíbulo. En cuanto a las que corresponden al baúl, la mayoría de ellas, debido al exceso de calor generado por la fricción, se les ha descompuesto la goma. Así pues … ahora sólo nos resta hacer músculos durante el resto del viaje ¡Ja!
Uno de los tripulantes comenta con un pasajero que el retraso en el despegue se ha debido a un error en la distribución de las tarjetas de embarque, lo que ha originado que los pasajeros de la clase turista se hayan mezclado con los de primera.
11h 11m.- El avión comienza a deslizarse por la pista de despegue.
11h 15m.- Javier, como es su costumbre, comienza a encomendarse a “Santa María”, aunque de forma muy particular, mientras el avión pone al máximo sus motores y se eleva por los aires.
Como comentario relajante digamos que la distancia de arco máximo que existe entre Barcelona y Yakarta es de tan sólo 12.356 kilómetros …
11h 25m. – Sobrevolamos el Golfo de Rosas.
12h 11m. - Atravesamos una zona de turbulencias al sobrevolar los Alpes.
12h 20m. – Volvemos a tener turbulencias. El avión se zarandea. Javier lanza imprecaciones no aptas para oídos sensibles, en tanto que Alfredo comenta que tiene ganas de hacer una necesidad intransferible. En tos momentos, el comandante de la nave comunica a los pasajeros que no nos hemos de preocupar por los vaivenes de este pajarito metálico, ya que son debidos a causas atmosféricas (¡Ah, menos mal, ya que penábamos que en la cabina los pilotos de estaban desfogando con las azafatas!). Añadamos que este comentario del señor López Fuente hubiera causado la hilaridad de nuestro meteorólogo Eduardo Cifuentes (quien tampoco ha podido acompañarnos en esta expedición).
12h 36m. – Los motores del avión parecen perder potencia. Eso es señal de que iniciamos la maniobra de aproximación al aeropuerto alemán.
El descenso de la aeronave nos recuerda a los picados de los aviones de la Aeroflot.
12h 50m. – Sobrevolamos el Rin.
12h 56m.- Aterrizamos.
13h 30m. – Sala de espera de los vuelos internacionales. El avión que nos ha de llevar a Yakarta es el GA – 853 (GA son las siglas que vienen a significar “Garuda”, el ave sagrada que aparece en la leyenda del Ramayana). Según el panel anunciador habremos de hacer dos escalas: una en el emirato de Abudhabi y la otra en Singapur.
En las “duty free shop” de esta sala del aeropuerto, algunos miembros de nuestro equipo no han podido resistir la tentación de realizar algunas compras.
Los lavabos son como los de todos los aeropuertos internacionales; es decir, bastante descuidados y sucios. El grifo del lavamanos deja caer el agua en forma de ducha. No había jabón; pero, lo que sí había era una máquina automática de venta de preservativos. Una prueba más del “alto nivel” de cultura que existe en la Europa Continental.
Un poco de chafarderismo comercial no vendrá mal. Por eso damos aquí algunas muestras de los precios de varios artículos:
Calculadora TI-59, precio 896 marcos (unas 51 mil pesetas). En España esta misma calculadora puede conseguirse por menos de veintitrés mil pesetas.
Una máquina de afeitas “Philips”, 261 marcos.
Un Televisor “Grundig” de 21 pulgadas valía 2.998 marcos.
Una máquina de escribir “Olympia” (parecida a la “Pluma” Olivetti), 470 marcos.
Una máquina fotográfica “Minolta X-700” …Sin precio ¡Hum! ¡Hum!
En el tiempo muerto del tránsito por los aeropuertos la mente del hombre normalmente se adormece, pero, en ocasiones sucede lo contrario. Te encuentras como sumergido en un extraño estado. El tiempo parece no contar y las conversaciones de los compañeros parecen lejanas. En esos instantes piensas en los actos de las personas que nos rodean. Actos en los que observamos desde pequeños egoísmos hasta acciones desinteresadas. Ves gentes pasar. Asemejan a las aguas de un río. Están un momento delante de tus ojos. Luego … se pierden ¿Adónde van? Pero, realmente importa eso. No realmente no. Después, nuestro cerebro salta hacia el futuro inmediato. Hay en él un hecho que nos atrae y tememos a la vez: ¿qué ocurrirá el sábado día del eclipse? Entonces no podemos evitar el sentirnos inquietos, pues sabemos que hay bastantes posibilidades de que las cosas no funcionen debidamente. Recordamos las nubes, siempre presentes durante el transcurso del fenómeno y que tanto en Kenia, como en Siberia, por minutos, estuvieron a punto de hacernos fracasar en nuestro propósito. No hay duda, algo muy interior nos lo dice, que volveremos a vivir momentos emocionantes.
Las elucubraciones casi metafísicas se ven rotas de pronto por una voz atronadora:
¡Voy al meadero tíos!
¡Javier! ¡Javier! Espera que te acompaño – Grita Herminia.
¡Joder! Es que las tías no sabéis ir solas al wáter. Bueno. Pues vamos, pero que nadie piense mal … Lo digo por la máquina de condones ¡Ja, ja! ¡Hostia, ahora ya sé porque está puesta allí!
Poco a poco el cerebro vuelve a adormecerse.
14h 45m. – Atravesamos los controles –otra vez- de una extraña aduana. Aquí hemos tenido que abrir los equipajes.



En la sala de embarques pudimos asistir a una escena jocosa. Abajo, según nuestra vertical, había un vehículo de carga. Estaba vacío … salvo un único objeto. ¿Adivinan qué era? ¡Bingo por los “espabilaos”!. Se trataba de un baúl gris que tenía una banda que decía “COSMOSUR”.
16h 00m. – Estamos acomodados en un Jumbo 747. Es el “Ciudad de Surabaya”.
16h 15m – Despegamos, tras una corta carrera.
Según los folletos de propaganda que las azafatas de la compañía “Garuda” nos dan, el itinerario del vuelo, con sus duraciones correspondientes es el siguiente:
FRANKFURT – ABUDHABI : 5 horas y 55 minutos
ABUDHABI – SINGAPUR : 7 horas
SINGAPUR – JAKARTA : 1 hora y 35 minutos.
Nos llama la atención el hecho que, según los mapas que nos han facilitado, habremos de sobrevolar el sector del conflicto irano-iraquí.
El lavabo, por lo menos el de la clase turista, es sumamente pequeño para lo grande que es el avión.
El alquiler de unos auriculares cuesta tres dólares. Con ellos podremos Oír música o escuchar los diálogos –en inglés- de la película The Veredict, protagonizada por Paul Newman.
17h 10m. – Nos acaban de servir una ración de cacahuetes (Peanuts Garuda).
El tiempo vuelve a eternizarse. Mientras las horas discurren lentas vamos, por nuestra parte a dar algunos datos referentes a Indonesia. Indonesia es una república que está formada por un total de 13.677 islas, de las cuales las mayores son Sumatra, Java, Kalimatan, Sulawesi e Irian Jaya.El conjunto territorial de todas ellas tiene una extensión de 1.904.345 kilómetros cuadrados. En la actualidad, Indonesia tiene unos 140 millones de habitante, de los cuales 80 reside en la isla de Java. Esta población está básicamente formada por malayos y polinesios, aunque existen más de 300 grupos y subgrupos étnicos, los cuales conservan sus antiguas tradiciones. La religión musulmana es profesada por la mayoría de los ciudadanos de Java, pero en la isla de Bali, en cambio, son allí fundamentalmente hinduistas. Hay, no obstante, alrededor de un millón de indonesios que son católicos.
La capital es Jakarta, la antigua Batavia; que, en la actualidad, tiene una población que supera los siete millones de personas. Otras ciudades importantes son Surabaya, con 3.600.000 habitantes, Bandung con 1.500.000 (todas ellas pertenecen a la isla de Java) y Palembang /Sumatra) con 700.000.
La unidad monetaria de Indonesia es la rupia que, a principios de 1982 se cotizaba a 625 por dólar y el primero de junio de este años (1983) el cambio estaba en 970 por dólar.
Como recursos económicos podemos citar: el arroz, la copra, el maís, tabaco, café, tejidos (batik), papel, ganado, petróleo, carbón, oro, estaño y manganeso.
En el siglo XIII de nuestra era el archipiélago fue invadido por el Islam. Los primeros europeos que llegaron a estos pagos fueron los españoles y los portugueses. Estos últimos llegaron a establecerse; pero, fueron



desalojados por los holandeses en 1.595. A partir de ese momento, Holanda se anexionó al archipiélago indonesio, constituyendo el llamado Imperio de la Indias Orientales.
Durante la Segunda Guerra Mundial, los japoneses invadieron Indonesia. Al finalizar la contienda, con la consiguiente derrota y expulsión de los nipones, los indonesios iniciaron la guerra de secesión contra Holanda. Finalmente, tras cruenta lucha contra la tiránica opresión de la potencia colonizadora, los holandeses se vieron forzados a conceder la autodeterminación a Indonesia. Hasta 1.967 fue presidente de esta república el célebre Sukarno a quien le sucedió el general Sukarto, quien derrocó al primero mediante un golpe de estado.
17h 00m. – Volvemos al Jumbo. En estos momentos, las azafatas nos sirven … ¿la cena? El menú consistió en: carne con verdura y champiñones, un cocktail de gambas (muy poco apetitoso, por cierto), un panecillo de viena (suponemos que estos panecillos serían los que habrían sobrado del rodaje de la película “El Tercer Hombre”), galletas (insulsas) y un pastelito de dudoso origen. Para beber zumos (el de naranja tenía un sabor deleznable), o bien, cerveza y vino (pagando un dólar por lata o botellín). También nos sirvieron té o café.
Después de la “opípara cena”, empezó la proyección de la película The Veredict. Eran en esos momentos las siete y veinte minutos de la tarde, según la hora de Babilonia, digo, España.
21h 45m. – Estamos sobrevolando el Golfo Pérsico. Abajo se divisan las llamas de las refinerías petrolíferas.
Comentamos que resulta curioso el pensar que estamos a tan sólo 11 0 12 kilómetros por encima del lugar en donde los hombres se están matando en una estúpida guerra.
21h 55m. – El aparato inicia la maniobra de aproximación al aeropuerto de Abudhabi.
22h 08m. – Aterrizamos en este emirato árabe. COSMOSUR pisa por vez primera Asia Menor.
Desembarcamos, cosa que agradecemos, pues ya estábamos entumecidos y hartos de estar sentados en el avión, y visitamos la sala de tránsito de este aeródromo. El lugar, en verdad, nos parece que es un recinto enorme. Tiene dos plantas. Las bóvedas de los techos son curvas, sostenidas por una columna central que, en su base, termina sumergiéndose en un enorme tanque de agua, el cual está circundado por seis focos de luz que iluminan el encofrado azul que reviste toda la sala.
En las duty free shop no vimos nada que nos llamara la atención. Siempre se vende lo mismo: licores, perfumes, relojes, cachivaches electrónicos y objetos fotográficos. Como productos “made in Abudhabi”, se ofrecían unos cacharros de cobre, la mayoría grandes, pesados y muy poco llamativos y unas muñecas muy ligeras de ropa, que tenían unos grandes ojos y unas desarrolladas caderas (suponemos que se trata del prototipo ideal femenino).
23h 25m. – Volvemos a surcar los cielos. Ahora rumbo a Singapur.
23h 45m. – Las azafatas nos obsequian con un zumo de tomate, demasiado frío para hora tan intempestiva.




VIERNES 3 DE JUNIO

02h 45m. – (hora española). La mayoría del pasaje dormita. Estamos sobrevolando un inmenso mar de cúmulos. ¿Dónde estaremos? Pensamos que debajo tenemos el continente indio. Así debe de ser, pues distinguimos un gran río que desde el avión parece estar seco, ya que sus aguas tienen un color terroso. Ya no hay duda. Se trata del Ganges. Mientras, hacia las siete –como dirían los pilotos- comienza a amanecer.
02h 50m. – El comandante de la aeronave nos informa que estamos volando por encima de la ciudad de Calcuta.
02h 55m. – Ahora ya estamos sobre el Golfo de Bengala.
05h 03m. – La voz gangosa y metálica del piloto nos informa que estamos en Malaca. Entre tanto, las aeromozas -quizás debiéramos decir “aeromozuelicas”, pues todas tienen la misma estatura, que estimamos en que no llega al metro y cincuenta y cinco centímetros- nos sirven un desayuno. Detallémoslo: un pedazo de carne; una extraña tortilla plastificada e incomestible, aderezada con champiñones (sólo apta para suicidas irredentos), un no menos raro pastel de queso, otro de forma redonda, una macedonia de frutas (papaya y piña), mantequilla, mermelada y café.
05h 30m. – Estamos a nueve mil metros por encima de Malasia. Sobre las islas observamos, aparte de carreteras sin asfaltas, abundantes formaciones de cúmulos.
06h 15m. – Sobrevolamos el territorio de Singapur. Podemos distinguir un anchuroso río. En el mar observamos algunos juncos típicos que contrastan con los enormes petroleros que por allí abundan.
06h 20m. – Un aterrizaje excelente.
En la rápida visita que hemos hecho en la sala de internacionales de este aeropuerto, hemos podido apreciar la gran limpieza que reina en las instalaciones, paredes y suelos. Por otra parte, la distribución resulta espaciosa y en nada agobiante. Por otra parte, como elementos decorativos podemos mencionar los saltos de agua y cataratas artificiales, que resultan muy vistosos para el turista.
Para continuar con nuestro chafarderismo comercial diremos que una calculadora TI-59 es de 486 dólares de Singapur (243 norteamericanos), ello quiere decir que aquí este instrumento nos costaría unas treinta y tres mil pesetas.
07h 25m. – En marcha hacia Yakarta.
07h 40m. – Nos entregan unos impresos en los que debemos consignar nuestros datos personales, así como el destino y futura residencia (no superior a un mes) en Indonesia.
07h 55m. - ¡Alarma! Hay una fuga de aire en una de las puertas centrales del avión. Ello hace que en el pasillo central se forme como una especie de nube de humo que se dirige hacia ese lugar.
Rápidamente varias azafatas y tripulantes fuerzan los instrumentos manuales de seguridad de la puerta y el problema parece quedar solventado.
Nos ha llamado la atención el hecho de que a pesar del peligro que corríamos de que la puerta se abriera o saltara, dando lugar a una despresurización de la cabina, no han aparecido las mascarillas de oxígeno que los aviones llevan para estas contingencias.
08h 05m. – Solventado el problema de la fuga de aire, vuelven a darnos otra comida. ¡Ej, no tenemos apetito y mucho menos viendo aquellos recipientes conteniendo comida de plástico!.
08h 45m. – El Jumbo toca suelo javanés. Por las ventanillas vemos las primeras palmeras. COSMOSUR ha llegado. Acaba el viaje y comienza la expedición.
09h 30m. – Estamos detenidos en la aduana de Yakarta. Los policías revisan concienzudamente la carta A.t.a. nº 83/13/879 que Juan, siempre previsor, hizo y legalizó antes de nuestra partida, como ya hiciera con las de Kenia y Siberia.
Como ya podíamos sospechar, el funcionario o diplomático de la embajada de España que se suponía debía de estar aguardando nuestra llegada, brillaba por su ausencia.
Tenemos los bultos amontonados en varios carros. El tiempo pasa; pero, no por ello, los funcionarios de aduana continúan rellenando cuestionarios y más cuestionarios y, algunos, nos miran de una manera nada tranquilizadora. En estos momentos nos sentimos muy abandonados de apoyo por si algo falla.
Afortunadamente nada ha fallado y, por fin, hemos podido salir al ansiado exterior. Si al abandonar el avión y cuando bajábamos por una escalera entoldillada recibimos una sensación agobiante de sofoco debido al calor reinante y a la humedad del aire. Ahora, a ello venía a sumarse el vernos sumergidos en medio de una multitud de aspecto mísero. La mayoría tenía un semblante inexpresivo. ¿Venían? ¿Se iban? ¿Esperaban? ¿Qué hacían allí hacinados a la entrada del aeropuerto?
Cuando nos sentíamos algo perdidos y aturdidos entre aquella muchedumbre, apareció un empleado de la Agencia Avis.
La carga de los bultos en los coches no representó demasiados problemas; salvo, como es lógico suponer, la bestia parda del baúl. Hubo que ponerlo en la parte posterior de uno de los tres vehículos que estaban aguardándonos. Ello obligó a que Alfredo se viera obligado a viajar con el representante de Avis. El resto de los expedicionarios montó en los automóviles alquilados. Los vehículos eran conducidos por empleados de esta multinacional. Estos coches nos dejaron ante la puerta del hotel Wisata, punto de residencia que será durante el tiempo que dure nuestra estancia en la capital de Indonesia.
La circulación por las calles de Yakarta (y del resto de la nación) se efectúa por la izquierda. El tráfico se presenta muy denso, pero sin atascos. Las señales de circulación son meros elementos decorativos de las calles, ello quiere decir que nadie las respeta.
Durante el trayecto hacia el hotel observamos la frecuente presencia de soldados. Por unos carteles que representaban al presidente Sukarto con su esposa y a otro presidente –también acompañado de su esposa-, estos últimos de aspecto occidental y por las banderas de Indonesia y Australia que engalanaban las principales avenidas, deducimos que se espera la inminente llegada del político australiano.
A medida que nos alejábamos del aeropuerto, las aglomeraciones de gente disminuía y el aspecto de las edificaciones cambiaba hasta parecerse a las de cualquier ciudad del mundo occidental.
Aquí, obreros se afanaban en construir una autopista; allá, albañiles trabajaban en la edificación de una mole de más de treinta pisos.
En la recepción del hotel Wisata no se nos presentó ninguna dificultad. Todo estaba correcto. Sólo nos inquietaba la tardanza en la llegada de Alfredo. Cuando ya íbamos a ponernos en contacto con Avis, Alfredo hizo acto de presencia (casi una hora después de nuestra llegada al hotel). El motivo de la tardanza fue el de que a la vista del volumen de nuestro equipaje, tanto particular como científico –sobre todo el dichoso baúl-, el encargado de Avis decidió llevar a Fredy al garaje de esta empresa para mostrarle unas furgonetas que, a su juicio, debían de adaptarse mejor a nuestras necesidades de transporte.
Efectivamente, la furgoneta parecía la mejor solución, ya que por su tamaño –caben nueve personas- resultaba más idóneo para el transporte del material más voluminoso. Por ello, finalmente convinimos con el responsable de Avis que en lugar de llevar los tres turismos que, previamente, habíamos solicitado, lo que íbamos a alquilar sería un turismo y una furgoneta.
Hacia las cuatro de la tarde, hora de Indonesia (las once de la mañana en España) tuvimos una entrevista en el bar del hotel con una representante de nuestra embajada. Dijo llamarse Miriam. Está casada con un indonesio; aunque eso, según ella, no le da opción a poseer la nacionalidad de este país.
Miriam nos estuvo informando de las características de este pueblo, costumbres y lugares típicos de visita. Dos de ellos los resaltó durante su conversación: el Templo de Borobudur y el volcán Merapi. Por otra parte, y en eso fue muy rotunda, nos desaconsejó que acampáramos por nuestra cuenta. Primero porque hay animales peligrosos –serpientes, sobre todo- y, segundo, porque podemos ser víctimas de una agresión por parte de los nativos; pues estos aún no están acostumbrados a la presencia del hombre blanco. También nos facilitó el nombre de un español, llamado Pedro Sánchez, quien se dedica a la plantación y explotación del tabaco y con quien Miriam había hablado sobre la posibilidad de que pudiéramos establecernos por unos días en su finca y un lugar en donde almacenar los bultos de nuestra pesada impedimenta.
Por nuestra parte, aprovechamos el tiempo para hacer de representantes “diplomáticos”; puesto que acordamos que a la vuelta de Bali –hacia el 17 de este mes- pasaríamos por la embajada para mostrar el vídeo del eclipse.
Miriam también nos recomendó algunos lugares en los que podíamos cenar.. Entre ellos, nos recomendó el Prince Sea Food”. Luego nos aclaró las dudas que teníamos acerca de la ingente aglomeración de personas que había en el aeropuerto. Se trataba de individuos de la secta de los haschis, quienes aguardaban el regreso de los familiares que habían ido en peregrinación a la Meca. Es decir, que hasta que el pariente no regrese de su peregrinación a la ciudad santa, ellos no se moverán del aeropuerto (a algunos se les ocurrió que en caso de que el pariente falleciese por el camino, el que le esperaba ¿se vería obligado a permanecer en la entrada del aeropuerto hasta el fin de los tiempos?).
Invitamos a Miriam para que, en nuestra compañía, tomara un refresco. Posteriormente nos despedimos. Esperamos que a nuestro regreso podamos ofrecerle, como primicia, el fruto de nuestro esfuerzo.
Debemos comentar el hecho de que antes de marcharse, Miriam no hizo el comentario de que los medios estatales –sobre todo las relativas a la televisión- están haciendo de manera harto machacona una campaña relativa al eclipse, en el sentido de que este fenómeno no debe observarse de manera directa o a través de un vidrio ahumado. Más tarde, tuvimos la suerte de ver un programa televisivo de este tipo. Primero, comenzaba explicando de forma muy esquemática en qué consistía el fenómeno de un eclipse de Sol. Luego, seguían se hacía hincapié en el peligro que representaba su contemplación, ya que los ojos podían resultar dañados e, incluso, ocasionar la ceguera de los más imprudentes. Por ello, para evitar cualquier percance, se exhortaba al público para que el eclipse lo siguieran tranquilamente en sus casas a través de los programas televisivos.

S Á B A D O 4 DE JUNIO

10H 01M. – Circulamos por las calles de Yakarta. Las rúas están abarrotadas de gente y la circulación es densa y caótica.
En un mercado observamos que una alcantarilla discurre a cielo abierto. El olor es insoportable.
Vamos rumbo al “Taman Mini Indonesia”; una especie del “Pueblo Español” que tenemos en Barcelona, pero, por las referencias que tememos, mucho más grande.
11h 05m. – Tras algunas peripecias parecidas a las que experimentamos al circular por las calles de Nairobi, conseguimos llegar. La entrada al recinto cuesta mil doscientas rupias (total por diez personas).
Hemos aparcado los vehículos delante de una construcción que nos recuerda la típica de un templo budista.
Efectivamente, este edificio es un recinto religioso. No dejan entrar ni hacer fotos; pero, afortunadamente para nosotros, el aviso llegó tarde; es decir habíamos entrado y tomado algunas fotografías.
11h 15m. – Hemos entrado en un recinto llamado “Mohom”. Para tener acceso a su interior hemos tenido que descalzarnos previamente. No hay, prácticamente, nada que ver. Tan sólo unos retratos del presidente Sukarto y de su señora, una miniatura costumbrista, que representa una puesta de sol en un poblado y un tigre disecado era todo su contenido.
11h 30m. – Llegamos a un palacete en el que un comité de recepción esperaba la llegada de las esposas de los presidentes de Indonesia y de Australia. Esta construcción corresponde a “Sumatera Sulatan – South Sumatra”.
Aparte del lógico servicio de seguridad, unas bellas danzarinas indonesias aguardan sentadas la llegada de las dos primeras damas. Las muchachas al vernos aparecer provistos de nuestras cámaras y del llamativo y enorme aparato de video de Fredy, compuesto por el pesado magnetoscopio y la gran cámara, han debido de tomarnos por representantes de la prensa y televisión de Australia, ya que se han puesto de pie y ahora están posando para nosotros; lo cual no deja de causarnos un gran regocijo.
Detrás de las bailarinas, un cartel da la bienvenida a la primera dama de Australia, la señora Hazel Hawke.
11h 4m.- Llega la caravana de vehículos. Ambas señoras salen del primer automóvil que abría la marcha. Inmediatamente, dos nativas las amparan con sombrillas de los ardorosos rayos del Sol. Entre tanto, las bailarinas comienzan a danzar al son de unos compases rítmicos, armonizados por la cálida voz de un cantante. Ahora las fuerzas del orden han montado un severo control de vigilancia.
Abandonamos el lugar cuando las mujeres de los presidentes fueron introducidas al interior del pabellón.
Hemos tomado unas instantáneas en un lugar llamado “Horas – Mejuah – Jahowo – Ahosi”, en donde pudimos observar unas extrañas palmeras a las que un cartelito definía como “kalapa sawit” (en cristiano muy cristiano: alaris guineewsis).
Visitamos un pabellón en el que se muestran diversos vestidos típicos, armas y utensilios varios, así como unas toscas máscaras.

Saliendo de este lugar, y hacia la izquierda, está expuesto el primer avión de las “Indonesian Air Lines (Garuda). Enfrente, por la calzada que llevas al lugar de recepción de lady Hazel Hawke y de la esposa de Sukarto, desfilan ahora tanquetas y camiones militares.
Hemos de comentar que a este pabellón, dedicado a usos y costumbres de la región del norte de Sumatra, parte de su fachada se había desplomado, cayendo hacia el interior y destrozando una mesa que contenía lanzas y máscaras. Suponemos que el desplome ha sido debido a las sacudidas producidas por un pequeño terremoto.
Como el calor era agobiante, para variar, nos hemos tomado unas cervezas en una especie de bar situado al aire libre. La consumición nos ha costado ocho mil rupias.
13h 15m. – Montamos en un desvencijado autobús, parecido a una jardinera y, en compañía de varios hindúes y malayos, estamos efectuando un recorrido por el “Taman Mini Indonesia”. El ticket por cada persona cuesta 150 rupias.
Mientras el vehículo recorre cansinamente una tortuosa carreterita, van desfilando ante nuestros ojos edificios y monumentos. De entre ellos, destacamos una casa con forme da dragón gigante.
Un grupo de colegiales nos saluda. Como gente bien educada que somos correspondemos al saludo todos nosotros, bueno …, a fuer de ser sinceros, todos no; ya que hubo uno que con voz soterrada y ronca exclamó:
¡Qué buena está la profe.
Visitando, luego, un pabellón dedicado a los objetos típicos de Indonesia, la mayoría de los cuales estaban en venta. Veamos, por curiosidad, algunos precios: Buda de madera, 40 dólares, Genio de argamasa o piedra: 25 dólares. Pañuelo de seda: 11 dólares. Vestido estampado en batik: 32.500 rupias.
Los maniquíes están ataviados con una gracia exquisita. Pero, ¡ay!, sus caras son una desafortunada mezcla de rasgos malayos y europeos y sus ojos, en todos ellos, son verdes.
Este Pabellón tiene el nombre de “Pameran dan Pejualan hasil-hasil industri kecil”, cuyo significado es tan claro que no necesita traducción.
Como a nuestro paso nos topamos con un chiringuito en el que se venden bebidas, no resistimos la tentación de sentarnos y de tomarnos unas cervezas y otras bebidas refrescantes.
Un grupo de muchachas nos miran con curiosidad. Una de ellas –preciosa-, pero que denotaba por sus rasgos una mezcla malayo-caucásica, se insinuaba ostensiblemente a Jaume y consiguió mantener un pequeño diálogo con él:
Do you can from? (la chica)
¿Eh?
What is your country …Nation. Understand¿?
¡Ah! Spain
¡Oh! Spain?, ya, ya …¿Europe?
Sí.
¡Ah! I like european man.
Millor “mediterranean man”
What?
¡Ai, Deu meu! …¿Saps tu ets molt bonica?
¿Saka?
Guapa. “Presiosa”
¡Ah! ..Ji, ji, ji …
El pobre Jaume no pudo ir más lejos, ya que las compañeras de la muchacha continuaron su marcha y ella no tuvo más remedio que seguirlas.
Goodbay “mediteranea man”
Adéu bonica. Adéu …
¡Coño con el Jaume! –dijo Javier admirado.
Una vuelta más, en la que pudimos realizar las últimas fotografías, puso punto final a nuestra excursión por “Taman Mini Indonesia”.
El camino de regreso se realizó con las mismas incidencias que a la vuelta: atascos bocinazos (esta es la constante de la ciudad), errores, giros a la derecha, giros a la izquierda (todos equivocados, claro); pero, finalmente logramos llegar, sanos y salvos y salvos a nuestra residencia en Yakarta: el Hotel Wisata.
Nada más llegar, en la Caja del establecimiento hotelero hemos cambiado 200 dólares por las cuales nos dieron 188 mil rupias.
Hemos de señalar que en el aparcamiento del Wisata se ha podido solventar el problema de las luces del techo de la furgoneta, las cuales siempre quedaban encendidas, aun estando el vehículo detenido y con el motor apagado.
15h 30m. – Nos ponemos de acuerdo en que es mejor subir a las habitaciones, tomar una ducha y descansar un rato; para, después, reunirnos en el salón del hotel a eso de las seis de la tarde.
Cuando la mayoría de nosotros estábamos en el baño, llamaron a la puerta de las habitaciones. Era una empleada del hotel. Arrastraba un carrito con toallas, jabón, etc. Preguntaba, primero, si queríamos algo. La mayoría le dijo que necesitábamos “soap” (jabón). Luego cambió las toallas del baño y preguntó si deseábamos que nos preparara las camas o algún servicio más (hubo alguien que dijo que sí, pero, al final, se le pudo convencer que tal servicio no estaba incluido en esta circunstancia).
Como la reunión de las seis no daba mucho de sí, no tardamos en decidir que era mejor ir a cenar al comedor del Wisata. El menú consistió en cinco US. Sirloies (a 11.500 rupias ración). El sirloie es una especie de chuletón con guarnición de repollo, tomate y una patata hervida. Dos sopas de pescado, una ración de “escamarlanes” (cigalas), cervezas, Seven Up, Coca Cola y agua.
Dejamos constancia en la recepción para que mañana, a las cinco y media, nos sirvieran el desayuno. También se procedió a cambiar dólares por rupias. Hoy se cotizaba esta divisa a 049 rupias por dólar.
Antes de separarnos, Alfredo, pasó el video de lo visto y vivido hoy.
Como curiosidad, antes de cerrar la crónica del día, podemos citar la reacción de los indonesios cuando te diriges en su lengua. Se les hace raro, tanto que les causa risa, pero no por tu pronunciación (porque, en este sentido, a un español no le cuesta ningún esfuerzo el vocalizar el bahasanés, ya que en este idioma, en general, las letras tienen el mismo sonido que en castellano, también un indonesio no le cuesta nada repetir, sin acento, lo que tú dices), sino por el hecho de que los extranjeros (ingleses, australianos, novocelandeses y americanos) jamás osan dirigirse a ellos en su lengua, siquiera para dar las gracias-.
Después de charlar un rato y decidir la ruta que seguiríamos mañana, al menos para que quedara justificado el madrugón, cada mochuelo, como quien dice, se fue a su olivar,
No obstante, la Dirección del hotel llamó por los teléfonos a las habitaciones para cerciorarse de que cada inquilino iba a levantarse a las cinco y desayunar un americano o un continental.

D O M I N G O 5 DE JUNIO

(RUTA: Yakarta – Cirebon)
El canto del almuédano (o almuédanos electrónicos) puso punto final a nuestros sueños, sin necesidad de que nos llamaran los de la recepción del hotel (también, todo hay que decirlo, uno de los nuestros –creemos que no es necesario mencionar su nombre- rebautizó al servidor de Alá con una adjetivación aplastante y, la verdad es que todos estuvimos de acuerdo con él, pues a unos cristianos como nosotros, maldita la gracia que nos hizo ser despertados en plena madrugada con los alaridos del servidor del dios musulmán exhortando a la plegaria y recitando los versículos del Corán. Además, para mayor escarnio, teníamos casi enfrente mismo de nuestras habitaciones los altavoces de uno de los numerosos minaretes que hay esparcidos por Yakarta.
Cuando todo el grupo estuvo reunido en el comedor, nos sirvieron un desayuno americano. Hay que decir que el llamado “desayuno americano” consiste en: dos huevos fritos con un poco de bacón, dos rebanadas de pan inglés, que podían untarse con mermelada o mantequilla, un vaso de zumo de naranja (polvos only) y tomate. Los famosos “corn flakes”, el café y la leche (¡con abundante nata! Ponían punto y final a este tipo de desayuno.
La carga del equipaje no representó demasiados problemas. La furgoneta absorbió la mayor parte de la impedimenta y lo que resta viaja en el turismo.
La distribución de los viajeros es como sigue:
TURISMO: Genebriera, Herminia; Santiago y Marrades.
FURGONETA: Javier, Marcelo, Alfredo, Pepi, Tomás y Manolo.
El turismo es un “Toyota” de cuatro puertas. Matrículas 12 • 83 B 1749 WG. La furgoneta es una “Mitsubischi”, modelo Colt L.300, Matrícula B 8900 NA.
07h 30m. – Estamos ya en camino hacia Bogor.
Tenemos una dificultad: los papeles de la reserva de hotel en Surabaya, se los ha quedado el representante de la agencia en esta ciudad. Como hoy es domingo no hemos podido localizarlo.
Circulamos hacia el sur por la Avenida Jalar Gator Surroto, buscando la salida hacia Bogor. Un sector de esta avenida (el que tenemos a nuestra derecha, según la dirección de marcha) está cortado al tráfico. Por él van nutridos grupos de jóvenes de ambos sexos, con chándals multicolores, practicando una especie de “footing” o caminando a golpe de pito de unos monitores.
07h 50m. – Como generalmente ocurre cuando uno viaja por primera vez por una gran ciudad, nos ha costado lo indecible encontrar la verdadera ruta hacia Bogor.
Un detalle anecdótico es que las muchachas indonesias al ver las barbas que llevan algunos de nuestros expedicionarios, se pasan la mano acariciándose su barbilla, en señal inequívoca de que les gustaría acariciar los pelos de estos barbados. Ellos por su parte, estaban decididos a satisfacer el deseo de las muchachas, pero, el resto de los expedicionarios no estuvo conforme con ello (además, dos, de los cuatro barbudos iban con sus respectivas esposas …).
Circulamos por una autovía muy bien asfaltada y con intenso tráfico, aunque sin retenciones … por el momento.
08h 10m. – Estamos a 42 kilómetros de Bogor.
La aglomeración urbana ha desaparecido como por encanto. Ahora, a ambos lados de la calzada, sólo observamos una tupida pared vegetal.
NOTA: 15.384 es el número que indica el cuentakilómetros de la furgoneta cuando nos encontramos a 46 de Yakarta.
Cúmulos y altocúmulos hacia el suroeste.
08h 30m. - Hacia el oeste nubes de evolución diurna que, según el sentido de nuestra marcha se halla sobre el sector de la costa.
08h 40m. – Infinidad de autocares nos adelantan.
08h 45m. – Ochocientas rupias es el importe que hemos pagado en el peaje de la autopista.
Minutos más tarde, nos hemos de detener. El turismo que conduce Genebriera tiene un extraño ruido en el motor. Este, junto con Javier y Jaume, trastean la máquina y, en principio, el problema parece solventarse; pero, nadie ha podido dar una respuesta convincente. Así que, cuando nos ponemos otra ven en marcha, nada nos dice que el fenómeno vuelva a repetirse o el coche tenga una avería (cosa que, en verdad, no representaría un grave problema).
08h 50m. – Cuentakilómetros: 15.439.
Entramos en la población de Bogor.
08h 55m. – Nos detenemos en una gasolinera para repostar combustible.
Gasolina: precio 320 rupìas (45,71 ptas.) el litro. Hemos de puntualizar que desconocemos su octanaje, como, para mayor inri, tampoco lo sabían los empleados de la bencinera
El importe de los 57,03 litros que ha cargado el depósito de la furgoneta ascendió a 18.250 rupias.
Mientras efectuábamos la carga, multitud de vendedores ambulantes nos asediaban, ofreciéndonos sus productos. Algunos, no obstante, se limitaban a recitar como una extraña letanía, monótona e interminable y que a nosotros nos sonaba, más o menos, así: Bam badambam bambadam bambadam …
Es posible que se tratara de una especie de oración para ahuyentar a los malos espíritus que llevábamos con nosotros, no fuera que se los dejáramos como huéspedes una temporadita.
En el ascenso por el Col du Puncak, nos detenemos para comprar plátanos. Veinte plátanos nos cuestan un dólar y medio.
Hemos llegado a avistar los volcanes Gunung Salak y el Pang Ranga.
Pocos metros después de reemprender la marcha, hemos tenido que detener los vehículos pues la carretera se halla atascada. Observamos varios autocares y uno de ellos parece tener problemas (como puede suponerse, es el causante del parón circulatorio)
La motocicleta es el vehículo más popular en Indonesia. Lo que más abunda son los ciclomotores “Honda” y “Suzuki”; por ello –y, en gran medida, por la irresponsable forma de conducir que tienen los nativos- es que el número de accidentes mortales de motoristas es una de las plagas del país
10h 05mm. – Aunque hemos logrado ponernos en marcha, esta es muy lenta y, para colmo, la carretera aunque tiene dos direcciones es muy estrecha y está atestada de vehículos.
Hemos de reseñar la tremenda polución que provocan los autocares; la mayoría de ellos son artefactos antiguos, van abarrotados de personas y sueltan por sus tubos de escape densas bocanadas de humo negro que, incluso, llega a impedir la visión si vas detrás de estos carromatos y a corta distancia.
10h 10m. – Mientras avanzamos hacia Bandung, el cielo se ha cubierto de nubarrones.
Seguimos ascendiendo por la tortuosa carretera del Col de Puncak.
10h 20m. – Volvemos a estar parados, los que produce exasperación a los conductores (y, también, claro, al resto del equipo). Observamos que de los vehículos bajan muchos pasajeros para estirar las piernas (casi todos los varones aprovechan para aliviar sus vejigas, pero no ocurre lo mismo con las mujeres, quienes, bien por pudor o bien porque la ley islámica se lo prohíbe, han de aguantarse).
10h 30m. – En marcha otra vez.
Los adelantamientos que efectúan los vehículos son espectaculares y arriesgadísimos. Prácticamente no se respeta ninguna ley. Sólo impera el “ya se apartará” o el “ya me haré sitio”. La verdad es que nuestros pobres conductores lo están pasando mal y … ¡sólo estamos al inicio del trayecto!.
11h 00m. – Estamos a 82 kilómetros de Bandung.
11h 02m. – Nuestra furgoneta ha estado a punto de colisionar con otra que venía en sentido contrario, pero por nuestro carril. Javier hubo de dar un volantazo y aplicar a fondo los frenos. Menos mal que la cuneta no tenía prácticamente desnivel. Así que todo quedó en un susto con las consabidas imprecaciones de Javier.
11h 20m. – La “Rettina Kodak” de Manolo tiene un problema. El carrete, cuando estaba casi todo impresionado, se ha roto o soltado de su soporte izquierdo, de manera que no se le puede rebobinar. Habremos de esperar a que se haga de noche (o encontrar un lugar lo suficientemente oscuro) para solventar esta complicación.
11h 25m. – Una barrera de paso a nivel nos obliga a detener los coches. El tren, afortunadamente, no ha tardado mucho en hacer su aparición. Constaba de dos unidades nada más.
Mientras esperamos que se levante la barrera y nos permita reanudar la marcha y de paso rectificar la dirección (puesto que nos hemos equivocado al traspasar un cruce de carreteras), vemos que un coche que se ha detenido junto a nosotros lleva una pegatina que dice textualmente “El Cóndor Pasa”.
11h 31m. – Llegamos a Cianjur.
11h 33m. – Cruzamos campos de cultivo de arroz. Estos arrozales no son demasiado extensos. Cada casita tiene una parcela de unos veinte metros cuadrados.
11m 55m. – Llegamos a la entrada de una “autopista”. Para circular por ella, hemos de pagar cien rupias. El entrecomillado lo hemos puesto porque esta vía viene a ser, en realidad, una simple carretera, pero con peaje.
En estos momentos el cuentakilómetros de la furgoneta, según manifiesta Javier, mar 15.520 km.
12h 40m. – La carretera está sumamente transitada. Tanto el turismo, como la furgoneta han estado varias veces a punto de colisionar. Repetimos que por estos pagos se conduce a lo bestia.
Cruzamos varios poblados, muy parecidos a los que solíamos encontrar en Kenia, cuando íbamos de Voi a Mombasa.
12h 45m. – Vemos una moto, tipo “Vespa”. La conduce una mujer; quien, como acompañante, lleva a otra fémina. Hacemos esta observación porque es la primera vez, desde que estamos en este país, que vemos a una mujer conducir un vehículo.
12h 55m. – Una multitud de fieles que salía de un templo budista nos ha obligado a circular a paso de tortuga.
Los kilómetros discurren como las cuentas de un interminable rosario. Atravesamos poblados y más poblados y siempre observamos las mismas constantes: las casas se alinean a lo largo de la carretera, en tanto que detrás mismo de ellas domina la jungla. También, en estas poblaciones hay un dominio absoluto de los triciclos movidos a pedal.
Hacia el noroeste vemos macizos montañosos. En ellos destaca el Monte Tangkubanprahu, que se eleva a 2.076 mts. Sobre el nivel del mar.
13h 30m. – Vemos que nos sale al paso un restaurante de carretera. No nos lo pensamos y nos detenemos para comer. Este establecimiento es el “Ponyo” – Jl. Raya Cinunuk, Km. 15,8.
La comida consistió en: arroz blanco con pedazos fritos de un ave que los entendidos (Jaume y Tomás) dijeron que era una codorniz. Para beber, pues lo de siempre: cervezas, Coca Colas y Seven Up. La factura por las consumiciones ascendió a 17.400 rupias.
14h 00mm. - ¡En marcha!
14h 12mm. - Estamos en un punto que creemos se llama Sirabon, en donde la velocidad, según advierten unos indicadores de tráfico, no debe de ser superior a ..¡cinco kilómetros por hora! Al tener que ir tan lentos, varios jóvenes se lanzan sobre nuestros vehículos pidiéndonos cigarros. Corren tras los coches, llegado, incluso, a tocarnos. Varios de ellos tienen mutilaciones diversas.
14h 30mm. - ¡Señores, la jungla impera! Si no fuera por la carretera, podríamos decir que nos hallamos en el interior de una selva africana.
14h 50mm. – Un atisbo de civilización: nos sale al paso una bencinera. Ni que decir tiene que aprovechamos para poner gasolina. Es la estación “Maaf Tidak.Ada ST Room”.
La furgoneta no ha cargado mucho combustible. Sólo 22 litros (7.500 rupias).
En este lugar el cuentakilómetros indica 15.600. Así que desde que salimos de Yakarta hemos hecho 262 km. De modo que el consumo de la furgoneta viene a ser, en promedio, de unos 7,2 litros por cada 100 km.
16h 00mm. – El tiempo discurre sin mayores alicientes (lo cual, aunque aburrido, es bueno para nuestros propósitos). El tránsito sigue siendo denso y caótico. No obstante, algunos expedicionarios aprovechan para echar una cabezadita.
17h 03mm. – Llegamos a una especie de lodge. Su apariencia es buena. Rápidamente, tras un breve consejo, se decide ir a la recepción y preguntar el precio de las habitaciones para pernoctar en él.
No es excesivamente caro, puesto que el pasar una noche en él viene a salir por 2.300 pesetas por persona, además, como ya hemos apuntado parece muy acogedor. Por ello, no lo pensamos más y optamos por pernoctar en él.
Mientras un pequeño grupo hacía las gestiones de nuestra estancia, el resto de los miembros de la expedición sacaba fotografías a una pareja de novios. Ella iba vestida con un precioso traje blanco con cola. Su cara era como la de una muñeca de porcelana, apariencia que acentuaban los polvos o el maquillaje que llevaba sobre su rostro.
El motel consiste en una serie de bungalows que, a su vez, son una habitación con cuarto de baño y tienen, además, una pequeña terraza o mirador que da a un precioso campo de verde césped. El nombre de este establecimiento es el de “PATRA MOTEL”, sito en la J.L. Turparev, 11. Teléfono 3792 – 3793. – West Java, Indonesia.
Después de dejar el equipaje en nuestras respectivas habitaciones o bungalows, nos pusimos los bañadores y nos fuimos a dar una baño en la piscina. Realmente, el zambullirnos en sus aguas fresquitas fue una delicia.
Relajados por aquel inesperado baño de atardecer, pasamos, luego, de cambiarnos y ponernos algo guapetones, al comedor; en donde nos sirvieron una cena que consistió en: sopa de espárragos (Santiago), sopa de pescado (Herminia y Genebriera), una sopa de pasta con un huevo (Marrades), una ensalada (compartida por Alfredo y Manolo); en tanto que Javier y Tomás se zampaban algo así como una ensalada de pasta. A estos primeros platos siguió carne con guarnición de patatas más verdura. Para beber, lo de siempre: cerveza y “Seve-Up”.
Durante la cena, Genebriera, y ya durante el primer plato, dijo que no se encontraba bien del estómago. Su cara estaba muy pálida. Poco después, nos dijo que, aparte del dolor, tenía mareos. Tomás, actuando como médico de la expedición, le atendió. Se lo llevó a su bungalow para examinarlo más a fondo.
Cuando José María estuvo de vuelta nos dijo que Joan tenía un corte de digestión provocado por los nervios que había pasado conduciendo por las endiabladas carreteras de esta nación. No teníamos que preocuparnos. Lo único que necesitaba Joan era descansar para reponerse de la tensión.
Durante la sobremesa se discutió el plan de ruta a seguir en los próximos días. Estamos en Cirebon. Mañana, pues, habríamos de emprender ruta hacia Semarang y de aquí a Bawen. En este punto, tenemos dos posibilidades o ir hacia Surakarta o, bien, hacia Jogyakarta. En la discusión se optó por ir en dirección al templo de Borobudur, luego al volcán Merapi y, seguidamente, salir rumbo a Tuban. También se convino en que, a través del Motel Patra, había que proceder a reservar habitaciones en hoteles cercanos a la ruta establecida para pernoctar en ellos.
Como curiosidad citemos los siguientes precios de las bebidas que contienen las neveras que están en nuestras habitaciones: Coca Cola = 650 rupias. Sprite = 650 rp. Fanta = 650 rp. Agua (un litro) = 1.400 rp. Cerveza (Bintang), botella de un litro, = 2.850 rp. Cerveza (San Miguel) = 1.600 rp. Green Sand = 1.250 y Soda Water = 650 rp.

LUNES 6 DE JUNIO

Ruta: Cirebon – Magelan
Alrededor de las siete y media de la mañana, el personal cosmosureño se reúne en el comedor del motel. Enfrente de nosotros, hacia el suroeste, un macizo volcánico se eleva majestuoso sobre el paisaje. De su flanco oeste emanan espesos vapores blancos. Es el volcán Cereme. Tiene 3.019 metros de altura.
Nos sirven un almuerzo Americano, pero, al que por su escaso contenido, podíamos llamarlo “asiático”, ya que faltaba el bacón, los huevos fritos …
La estancia en el motel Patra nos ha costado 319.120 rupias. Por otra parte, hemos de constatar que se nos ha confirmado alojamiento en los alrededores de Borobudur.
A las nueve y media salimos rumbo a Semarang (unos 234 kilómetros).
El cuentakilómetros de la furgoneta indicaba, al partir del Motel (Cirebon): 15.685 km.
Joan Genebriera parece haberse repuesto de su corte de digestión. Pero, no obstante, José María le ha prohibido conducir. Así pues, el turismo lo lleva ahora Marcelo.
10h 00m.- Cruzamos a través de extensos campos de cultivo. Algunos son arrozales. Estas tierras, con los campesinos ataviados con grandes y redondos sombreros cónicos, dan la impresión de que estamos en Vietnam o Camboya.
Lo que es una lástima es el hecho de que los vehículos circulen a excesiva velocidad, lo cual no permite realizar reportajes fotográficos de calidad.
10h 10m.- En un adelantamiento que estaba realizando un autocar que venía en sentido contrario, invadía casi por completo el sector de la calzada que nos correspondía a nosotros. Pero, en lugar de reducir la marcha y ponerse en su carril, dejando para mejor ocasión adelantar al automóvil que llevaba delante, el vehículo seguía avanzando como un camicaze hacia nuestra furgoneta que, por entonces, abría la marcha, encendiendo y apagando las luces insistentemente, como si fuera esta la que debiera apartarse. Además, en el pescante delantero del vehículo, y con el cuerpo casi totalmente fuera, iba un ayudante del conductor, quien movía ostensiblemente un brazo en señal de que nos apartáramos. Era un espectáculo subrealista. Javier, maldiciendo los muertos del conductor del autobús, no le quedo más remedio que salir de la carretera i echarse a los matorrales del arcén.
10h 15m.- Los cultivos son ahora de caña de azúcar.
Las poblaciones son miserables. Casuchas bajas y de madera. Calles sin asfaltar.
11h 00mm.- A medida que progresamos hacia Semarang, el cielo en sur y sureste se puebla de cúmulos.
11h 05m.- Cuentakilómetros: 15.759 km. Por consiguiente llevamos hechos setenta y cuatro kilómetros desde que iniciamos la ruta desde el Patra. Nos faltan 31 km. Para llegar a Pemalang.
11h 30m.- Avistamos por vez primera el Mar de Java.
Cielo: despejado.
11h 45m.- Llegamos a Pemalang. La calzada de la carretera está invadida de triciclos a pedal y viandantes. La circulación es caótica. Las callejas confluyen todas a la vía principal. Esta población tiene aspecto pobre y descuidado. Todo se ve mísero. Es frecuente observar a las personas rascarse la cabeza …
12h 01m.- El turismo de nuestra expedición se ha detenido. ¿Qué le ha ocurrido?
Por lo que nos dice Marrades, parece ser que el automóvil se ha quedado sin gasolina. Alfredo no entiende que haya podido pasar tal cosa. Según parece, ayer, cuando se puso gasolina en la furgoneta, Genebriera, que era quien conducía, juzgó que el coche llevaba el depósito lleno.
Ante lo que parecía ser un craso error de apreciación, no teníamos más opción que dirigir la furgoneta hacia un poblado para aprovisionarse de bencina y poder suministrársela luego al turismo.
No lejos de allí había un lugarejo en donde vendían gasolina. Desde luego aquel establecimiento no se parecía en nada a una gasolinera. Tomás, con aire zumbón, dijo que más bien tenía el aspecto de una trapería de arrabal. Nuestra aparición causó el regocijo de la chiquillería de aquel villorrio.
Afortunadamente conseguimos un bidón que contenía cinco litros del preciado líquido. Algo más tarde, los que habían ido con la furgoneta se reunían con el grupo que se hallaba junto al turismo.
En ausencia de la furgoneta, como a Genebriera tampoco le cupiera en la cabeza que hubiera podido cometer un error tan grande de apreciación, él y Marcelo se dedicaron a hurgar en el motor del vehículo.
Genebriera observó que el coche tenía bencina. Por esta razón, la detención del vehículo hubo de ser debidas a otra causa. De modo que llegó a la conclusión de que la pana estaba provocada por la existencia de masa entre la bobina y el motor. Así que se procedió a desmontar el delco. Después se efectuaron algunas pruebas y … ¡milagro!, misteriosamente todo se arregla. No obstante, Genebriera es de la opinión de que se debe de cambiar la bobina, ya que esta se calienta demasiado. De todos modos, luego, se puso la gasolina que se había adquirido en el cercano pueblucho.
Antes de proseguir hemos de puntualizar que el indicador de gasolina del turismo no funciona bien; de modo que su lectura no es fiable. Por esta razón, en un principio se creyó que la detención del motor estaba causada por la falta de combustible.

Para el archivo de datos, tomamos nota de que enfrente de los coches había un cartel que, textualmente, decía:
BLOK. AH
K E T U A
Anggota
Luas: 13, 90 HA
KATERANGAN

12H 45M.- En ruta otra vez.
13h 05m.- Los arrozales se suceden uno tras otro. Un poco de jungla, un arrozal – grande o pequeño -, después jungla y más allá vuelta a un arrozal. Junto a las plantaciones, casuchas miserables constituyen la vivienda de los nativos. Muchas mujeres trabajan encorvadas en estos campos, de sol a sol; sin otra esperanza que la de plantar arroz y parir hijos. Este es su mundo. Este su horizonte. Esta su vida. Uno no puede ser ajeno a los padecimientos de estas pobres gentes. Nuestras mentes se adelantan en el tiempo y van hacia el día en que tales ingratos trabajos los hagan los robots. Sin embargo, una duda terrible nos asalta: si ese día llega, qué ocurrirá con los campesinos. Esperemos que para ese tiempo, la humanidad haya cambiado y el hombre –cualquier hombre o mujer- sea valorado como algo irrepetible en el Universo.
13h 15m.- Llegamos a Pekalongan, en donde nos detenemos para repostar gasolina. Entre ambos vehículos se han puesto 63 litros, los cuales nos han costado 20.200 rupias.
Cuentakilómetros: 15.830. Promedio, pues, 36 km/h.
Desde nuestra salida de Cirebon hemos hecho 145 kilómetros.
13h 45m.- Los campos de arroz quedaron atrás. Ascendemos por la carretera. A medida que progresamos en la subida, la vegetación se va haciendo cada vez más espesa; en tanto que los núcleos de poblaciones son muy escasos.
El cielo, al sur, presenta un aspecto muy encapotado. Al norte, en cambio, no observamos la presencia de nubes.
14h 15m.- La carretera parece un rodillo de cemento en medio de la jungla. Un aire fresco se filtra a través de las ventanillas (bajadas) de los vehículos y azota nuestros rostros.
En la carretera hemos visto a unos javaneses que vendían plátanos. Así que hemos detenido los automóviles y nos hemos hecho con un acervo de este fruto. Por treinta de ellos (en realidad son bananas) hemos pagado 3.200 rupias.
Según el cuentakilómetros hemos hecho 187 desde que salimos de Cirebon.
14h 37m.- Weleri. Población abarrotada de personas. Posee un extenso mercado, en el que los artículos alimenticios se venden en las más precarias condiciones de higiene.
14h 50m.- Poblachos y aldeúcas se suceden. Siempre observamos lo mismo: miseria, suciedad, pobreza. En las acequias de aguas terrosas, niños y adultos se bañan. Viendo a estas gentes y panoramas, uno comprende lo que significan las palabras “tercer mundista”.
15h 35m.- Semarang. Urbe populosa. Tiene un centro urbanizado de estilo europeo y, también, un barrio residencial en la carretera que lleva a Jogyakarta.
No nos ha resultado nada fácil el encontrar el camino que lleva a Magelang.
16h 00m.- El tránsito rodado es muy denso. Por esta razón circulamos muy lentamente.
16h 05m.- Divisamos el Monte Sundoro (3.135 mts).
16h 55m.- Seguimos ascendiendo por la carretera. La temperatura desciende ostensiblemente. El paisaje nos recuerda algo al Parque de los Aberdare, en Kenia; aunque el elemento discordante es que aquí la pista es una carretera asfaltada y con un tráfico intensísimo.
17h 30m.- El parecido que comentábamos más arriba aumenta. Ahora, realmente nos da la sensación de estar en los alrededores de Tusha.
17h 25m.- Magelan.
Tras preguntar infinidad de veces por el Hotel Mulia, logramos, por fin, dar con este establecimiento y, todo hay que decirlo, el hallazgo ha sido por puro azar.
La visión del Mulia nos ha decepcionado, ,pues suponíamos que sería semejante al Motel Patra, pero no era así. Las habitaciones del Mulia están alineadas a lo largo del salón-comedor. Son recintos encajonados. Sin ventilación. Incluso, el que le “tocó” en suerte a Javier, en lo que era el cuarto de baño, en lugar de bañera lo que había era una especie de lavadero.
Como el hotel no era el lugar más indicado para efectuar una cena, se decidió comer fuera. Pero …¿dónde? Preguntamos al recepcionista del Mulia, quien nos recomendó un restaurante chino que estaba no lejos de allí.
Antes de marcharnos a cenar, se quiso precisar a qué hotel iríamos mañana. Tras un rato de incertidumbre y discusión, se optó por el Puri Artha Cotagge. Por esta razón, se dejó el recado al recepcionista – hombre muy atento, la verdad sea dicha – para que efectuase la reserva de las plazas.
Seguidamente salimos camino del restaurante chino. Nos perdíamos ya por las calles de Magelan, cuando el solícito recepcionista del Mulia, quien se había que jamado que sucedería tal evento, vino a nuestro encuentro y nos indicó en dónde se encontraba el restaurante en cuestión. Desde luego, de no haber sido por su ayuda nunca habríamos dado con él, puesto que se hallaba emplazado en una calleja sin asfaltar, en la que, también, había otros varios chinos (restaurantes, que quede claro, ¡eh!).
Al entrar, nos dirigimos a una pequeña chinita que allí estaba y, como es de suponer, la pobre no nos entendía en absoluto. Sólo hacía que abrir los ojos como platos al ver aquella troupe de individuos narigudos (y algunos barbados), salidos de vaya usted a saber dónde. Menos mal, que de un recinto que parecía ser la bodega, caja y cocina, salió una joven chinita, muy monilla ella, cuyas gafas le daban un aspecto intelectual. Parecía una maestrita y gracias a ella pudimos entendernos, pues hablaba bastante bien el inglés.
La cena consistió en un plato de arroz blanco (¡cómo no!). Respecto a este primer plato hay que contar dos anécdotas:
1ª) Al no servirnos en un principio los cubiertos, nos vimos precisados a comer con los dedos. Pero, muchos de nosotros nos mostrábamos incómodos, más teniendo en cuenta que nuestras manos no estaban en su mejor momento de higiene. Entonces se pidió a los chinos que nos trajeran unos cubiertos, cosa que ellos, para nuestra sorpresa, hicieron con presteza.
2ª) Aquellos desdichados miembros de Cosmosur que pusieron en su arroz una salsa roja, tomándola como de tomate, pagaron caro su error; puesto que tal salsa era un aderezo superpicante; tanto, que quienes ya se la habían puesto hubieron de desistir de comer su ración de arroz. Había que ver a Tomás y Fredy beber agua como posesos para mitigar los efectos de aquella endiablada salsa.
Después, nos sirvieron pollo rebozado (en realidad eran trocitos muy pequeños de esta gallinácea) y, para finalizar, una sopa de espárragos, en la cual se habían añadido trozos de pollo y gambas. Para beber consumimos siete cervezas (de la marca Bintang que, quiere decir “Estrella”), cuatro Sprites (que es una especie de gaseosa americana) y dos Coca Colas. Para finalizar, cinco cafés y cuatro tés. Nos hemos de apresurar a comentar que el café nos lo sirvieron en un vaso enorme. Era, desde luego, excelente, pero había un inconveniente, nos lo daban sin colar, lo que para un europeo resulta imbebible (fue una lástima que no previéramos tal evento y dentro de nuestros cachivaches hubiéramos traído el “calcetín” o manga que llevábamos en Kenia y que servía para colar el café, separando el líquido del marro).
No obstante, los miembros “cafeteros” de la expedición decidieron improvisar coladores con unas servilletas de papel. La verdad es que la tarea resultaba difícil, laboriosa y, en suma, poco eficaz. Al ver nuestros apuros, el que suponemos era el dueño del restaurante, nos trajo un colador. Debemos comentar que este hombre era un solícito padre, ya que estaba dando de cenar a un crío pequeño con una paciencia y un cariño que nos resultaba chocante para gentes occidentales como nosotros.
Ya que hablamos de niños, vamos a decir algo sobre las criaturas de estas latitudes. Son niños simpáticos y, exceptuando a aquellos que ya están acostumbrados a mendigar a los turistas, el resto te rodea o se te aproxima por pura curiosidad y con ganas de aprender. Ya hemos comentado en otra parte la gran facilidad que tienen para repetir palabras de nuestra lengua. No les cuenta nada. Así, si, por ejemplo, dices:
Oye tito, ven
Al momento siempre hay alguno que con el mismo acento responde:
Oye tito, ven.
Una vez dicho esto se deshace en risas.
A pesar de la aparente felicidad infantil, la miseria y pobreza imperan por doquier. Algunas estas criaturas tienen estigmas horrorosos, tales como miembros contrahechos, ojos sin pupilas, etc.
Volviendo a nuestra cena diremos que la cuenta total ascendió a 37.500 rupias.
Luego dimos un paseo por la calle del hotel Mulia. Era curioso el ver la atracción que representábamos para los indonesios; quienes nos miraban, nos seguían y, entre tanto cuchicheaban entre ellos con sonrisas burlonas.
Ya en el hotel, acordamos levantarnos mañana a las seis.
NOTAS:
1ª.- PEKANGOLANG: Se halla a 135 kilómetros de Cirebon y 395 de Yakarta..
2ª.- SEMARANG: Tiene un millón cien mil habitantes. Está ubicada a 236 kilómetros de Cirebon, 116 de Jogyakarta y 95 de Surabaya.
Semarang tiene interés turístico muy limitado y es la capital administrativa de Java Central.

MARTES 7 DE JUNIO

Ruta: Magelang – Jogyakarta
Muchos de los componentes de la expedición fueron despertados por el canto altavócico del almuédano a las cuatro de la madrugada. Las oraciones duraron media hora; pero, al poco, otras alabanza a Alá volvieron a sonar en la noche (claro que siempre hay disconformes y en la habitación de la bañera-lavadero se dieron otras que, desde luego, no figuran –ni figurarán- en el Corán.
A las seis, no diremos que todos, sino … los de siempre, se levantaron. Media hora después servían el desayuno. Detallémoslo: dos huevos duros, un bocadillo de pan inglés, hecho a base de mantequilla y un granulado de chocolate. Café y té.
07h 35m.- Salimos rumbo a Borobudur.
El alojamiento en el Mulia nos ha costado 72.000 rupias.
07h 45m.- Vemos el volcán Merapi, que se eleva 2911 metros sobre el suelo. Tiene la característica forma de un cono, en tanto que un penacho de vapores corona su cima.
08h 10m.- Llegamos a una explanada abarrotada de gente y autocares. Es imposible aparcar. No hay duda, no lejos de aquí debe de encontrarse el templo que queremos visitar.
Avanzamos un trecho. Nos equivocamos de camino. Rectificamos. Damos, por fin, con el bueno. Llegamos ante unas barreras custodiadas por guardias. Estos nos dicen que no podemos pasar con los vehículos. Así que hubimos de dejarlos en una especie de merendero atestado de tiendecillas, en las que se vendían todo tipo de souvenirs.
Muchos de nosotros veíamos un problema: ¿era conveniente dejar los coches sin vigilancia con todo el material en su interior? Realmente corríamos el peligro de que nos desvalijaran los automóviles, pero no teníamos otra alternativa, ya que el hacer turnos de visita implicaba una pérdida de tiempo que alteraría todo nuestro plan de ruta y estancia en el hotel Puri Arta.
Al lado de nuestros automóviles se encontraba estacionada una furgoneta que en su cristal trasero llevaba una pegatina que decía: “Expedition Belga”. Dio la coincidencia de que poco después llegaron sus ocupantes. Todos ellos tenían apariencia de intelectuales. Les abordamos y entablamos conversación con ellos. Iban a Tuban y, según nos dijeron, habían observado en Malindi, Kenia, el eclipse de 1980 y el de 1.981 desde la ciudad de Selinogrado, en la URSS.
El calor ya a aquella temprana hora se hacía inaguantable; por ello, avanzando cansinamente, llegamos a las cercanías del templo de Borobudur. Para nuestra fortuna, las obras de reconstrucción ya estaban acabadas. Visto en su conjunto, diremos que tal construcción se presenta como una montaña de piedra –su nombre quiere decir precisamente eso -, de un color gris ceniza. Los motivos ornamentales y los arquitectónicos se repiten sin cesar, lo cual no deja de producir una cierta sensación de monotonía. La falta de policromía hace que esta ingente obra tenga un “sabor” óptico muy áspero y, desde luego, en nada puede compararse a nuestras catedrales.
Hagamos ahora un poco de historia. El templo fue levantado en el siglo VII de nuestra era. Muchos historiadores lo catalogan como una de las obras maestras del arte budista. A comienzo del siglo XVIII, el templo se hallaba olvidado y engullido por la selva. Fue gracias a los trabajos del naturalista inglés, Sir Thomas Raffles Stamford (1.781-1.826) que se pudo encontrar y librar de la jungla a esta obra. Esto lo realizó cuando era vicegobernador de la isla. Digamos que Borobudur, como señalamos más arriba, quiere decir en javanés: “Monasterio de Piedra”.
La televisión indonesia estaba montando unas instalaciones para retransmitir en directo el fenómeno del eclipse. Diremos que en la lengua javanesa, como el fenómeno se producirá casi al mediodía, lo llaman “Gerhana Matahari”. También hemos de comentar que, por lo que nos dijeron algunos técnicos, no se iba a emplear ningún filtro en sus aparatos …
A pesar de la gran afluencia de público pudimos visitar relativamente cómodos el templo. De modo que el material documental (fotográfico y de vídeo) ha resultado ser abundante.
Lo que nos llamó la atención, fueron unas estructuras que tenían forma de campana y en cuyo interior podía verse una figura humana sentada con las piernas cruzadas. Se llaman “vimanas” y han dado lugar a leyendas sobre visitantes del espacio.
10h 30m.- Damos por terminada nuestra visita a Borobudur, no sin antes aprovechar para comprarnos diversos recuerdos, entre ellos debemos destacar camisas de batik y unos sombreros de paja de aspecto vietnamita.
Nuestros vehículos estaban intactos, de modo que pudimos reemprender la marcha sin novedad.
Estábamos muy animados, tanto que hasta hicimos un estribillo que no cesábamos de repetir, sobre todo Pepi, y era este: “Borobudur, bodu baduba, Borobudur bim. ban, bom, bum”.
11h 32m.- Llegamos a Joyakarta. Población con más de medio millón de habitantes.
Antes de entrar en la urbe, pusimos gasolina. Gasolina de la furgoneta: 10.900 rupias. Gasolina del turismo: 8.620 rupias.
En este lugar el cuentakilómetros tenía la cifra de 16.071.
Sumergirse en el interior de esta ciudad constituye toda una aventura. Hubimos de preguntar infinidad de veces por la calle en la que se halla ubicado el hotel Puri Arta (Nº 9 de Jln. Cendra Wasahi). Labor realmente agotadora. Pero, al cabo de dos horas (¡dos horas perdidos en esta extensa ciudad!) logramos dar con el establecimiento hotelero. El “Puri” no es realmente un hotel, ya que está constituido por un conjunto de bungalows de dos plantas, dispuestos unos junto a otros. Tiene una capacidad de cincuenta habitaciones. Está dividido en dos secciones por una especie de calle. La sección del norte es en donde se encuentran las habitaciones y la del sur hace las funciones de recepción y comedor.
Aunque en las guías se ponga que carece de piscina, ello no es cierto; puesto que, recientemente, se ha construido una en uno de los jardines que tiene este hotel.
La decoración es refinadísima. Ornamentación de madera. Puertas y encofrados bellísimamente tallados. Da la sensación de que nos encontramos en Bali y no en Jogyakarta.
Una vez que se hubieron cumplimentado con nuestros datos los impresos que nos dieron, vino el reparto de las habitaciones. Para nuestra satisfacción pudimos ver que estas son amplias y espaciosas. El baño es grande y de aspecto agradable. Las paredes estaban revestidas de mimbre y en ellas había decorados de batik.
Después de descansar un rato bajamos todos a la piscina, a la que se llega atravesando un corredor ajardinado. Durante el dilatado baño que nos dimos, conocimos a una niña extranjera. Dijo llamarse Michelle. Más tarde, durante la cena, cuando ya tenía mucha más confianza, nos contó que había estado en Suiza, Génova, Estados Unidos y Canadá y que había nacido en Grecia. En los próximos días iba a Bali, después a Singapur y, luego, a Hong Kong. Hablaba un poco de español porque lo había estudiado durante su estancia en las Filipinas. Michelle tenía diez años.
Ante la extrañeza que mostramos por tanto viaje, obviamente, le preguntamos el motivo. Nos dijo que su padre, holandés. Nos preguntamos si, acaso no sería el famoso “Holandés Errante” del que hablan las leyendas nórdicas. No. Afortunadamente para Michelle no era la hija de tan siniestro personaje, sino del representante de una multinacional norteamericana, dedicada a la venta de productos dentífricos.
Michelle tenía un aspecto exótico y ello era debido a que su padre se había casado con una mujer persa. (No nos atrevimos a preguntar por su madre que, por lo que nos dijo Michelle, parecía que nunca iba con su ella, lo cual no deja de resultar chocante).
A las cinco de la tarde, como muchos del grupo se entusiasmaron ante la idea de ir al centro de la ciudad a efectuar (¡cómo no!) unas compras de tejidos de batik. Ni que decir tiene que se decidió ir. No obstante hubo quien, algo inquieto por las dimensiones de la ciudad y la carencia de planos callejeros osó preguntar:
-¿Y , ya de noche, sabremos volver?
A lo que otro, uno de los que más insistía en ir, le replicó:
-Pues claro que sí, hombre, yo conozco el camino perfectamente. Te aseguro que no habrá ninguna pega.
Desafortunadamente, como se verá, los acontecimientos demostrarían lo contrario.
Como es lógico suponer, por estos días hay bastante afluencia de turistas “astronomillos”, que pasan por la ciudad rumbo a los lugares escogidos para la observación del eclipse. También, como no es menos lógico, los precios se han disparado. Así, por ejemplo, una cabeza de buda vale 1.500 rupias; una camisa sencilla de batik, 3.500 rupias (aunque algunas más elaboradas llegan hasta las seis mil rupias).
Algunos cosmosureños compraron en los tenderetes de las calles varias chucherías de este tejido.
Cuando las rupias hubieron mermado ostensiblemente de varios bolsillos, entonces vino la prisa por ir a cenar. Mal lo hubiéramos tenido – ya que no había manera de encontrar el camino de retorno al Hotel Puri Arta – si no llega a ser por la ayuda de un joven indonesio, quien se ofreció llevarnos de vuelta al Puri Arta, sirviéndonos de guía con su motocicleta (cuya matrícula era B – 1.345 p -).
El tránsito de la ciudad a aquellas horas era en verdad infernal y consiste fundamentalmente en oleadas de motocicletas que circulan en riadas que parece que no van a acabar nunca.
Ya en el Puri -¡puff!- tratamos de recompensar con algún dinerito a nuestro improvisado guía. Pero, el joven se negó a aceptar rotundamente nada de nada. Siempre resulta reconfortante ver que todavía el humanismo o generosidad pueden ser encontrados en este mundo cada vez más materialista e individualista.
De la cena ¿qué decir? Pues, sencillamente que fue muy buena. Aquí cada cual pidió lo que realmente le vino en gana, desde sopas de espárragos, pasando por aguacates, hasta llegar a los cangrejos. Hemos de hacer notar que el “beef steak” te lo sirven preparado a la australiana; es decir, la carne es macerada por un cepillo de agujas, con lo que el filete queda convertido prácticamente en carne picada. Luego se le añade salsa y guarnición.

MIÉRCOLES 8 DE JUNIO

Ruta: Jogyakarta – Surakarta – Cepu – Tuban – Cepu
07h 1m.- El grupo Cosnmosur se reúne en el salón comedor del Hotel.
El desayuno consistió en “corn flakes” sémola, mantequilla, mermelada, huevos con jamón, leche y café.
08h 20m.- Cuando el cuantakilómetros indica 16.095, nos ponemos en marcha. Hoy, ciertamente, podemos decir que vamos rumbo a la aventura, ya que no tenemos hotel donde hospedarnos por la tarde o noche, puesto que no sabemos a dónde ir.
Nada más doblar la esquina de la calle en donde se halla el Puri Arta, los coches se separaron accidentalmente y durante un rato, tanto el turismo como la furgoneta, circularon en solitario. Afortunadamente unos veinte minutos más tarde los vehículos volvían a encontrarse.
09h 30m.- Circulamos ahora en dirección a la ciudad de Surakarta.
Se suceden las plantaciones de arroz y los cursos de agua. La dirección que llevamos es hacia el norte. Mirando al este, la mole del Merapi destaca sobre el paisaje.
Mientras los vehículos iban desgranando los kilómetros hacia su incierto destino, en la furgoneta reinaba un humor excelente. Los cantos se sucedían y, muchos de ellos, se improvisaban o alteraban. He aquí dos muestras:
Solistas: Javier y Tomás
“De Santurce a Laredo dicen que van a poner un ferrocarril
Para transportar carbón para que las mujeres se puedan calentar.
Pero las mujeres no necesitan carbón,
Se calientas ellas solas viendo a los tíos jugar al balón …”
Esta tenía la música del pasodoble “El Relicario”.
“(Solista: Javier): Era una tarde primavera en que animado yo me sentí,
Junto a la verja yo me la puse y a la moza le dije así:
Mira morena, mira que garbo
Tiene el cipote
Cual un capote
Que tengo yo.
-(Canta Pepi muerta de risa) Con mucho gusto se lo miraría
Pero estas macetas, estas macetas, no me dejan ver.
(Javier) ¡Qué coño macetas! Si son mis pelotas!
(Pepi) ¡Ay madre del alma, ay madre del alma que dice usté!
(Coro, es decir, el resto del grupo) “¡Qué tío, vaya pelotas!
Que parecen los carrillos
De los angelotes que pintó Murillo …”
09h 45m.- Llegamos a Surakarta.
Nos hemos detenido en un paso a nivel. El tren es un mercancías. En los vagones del mismo viajan numerosos polizontes. En el vagón más cercano a la locomotora, un muchacho huye perseguido por un ferroviario, quien va provisto de una porra.
Al circular por las calles de Surakarta podemos observar el paso frecuente de muchachas conduciendo motocicletas.
Surakarta se conoce también con el nombre de Solo (recordemos que por estos lugares fue descubierto el pitecantropus soloensis, ancestro del hombre moderno). La urbe tiene 560.000 habitantes. Muchos de los miembros de la expedición lamentan el que hayamos pasado sin detenernos, ya que Sirakarta es la capital del batik.
10h 10m.- Afueras de Surakarta. Faltan 184 kilómetros para Cepu (o Tjepu).
10h 15m.- Rumbo Norte, hacia Cepu.
Nubes de aspecto cirroso cubren el cielo en su práctica totalidad.
En estos momentos hemos estado a punto de colisionar que se detuvo inopinadamente para recoger a un soldado.
10h 45m.- La circulación es abundante. Los autocares van lanzados. Parecen camicazes. Ahora es Marcelo el que abre la ruta. Esperemos que no se indisponga como Joan a causa de los nervios que provoca una conducción entre vehículos que van como locos, sin respetar ninguna señal de tráfico.
11h 15m- Efectuamos una parada en plena carretera para comprar cocos.
11h 30m.- Hemos atravesado tupidos bosques, en los que curiosamente todos los árboles parecían tener el mismo grosor.
Los cursos de agua son frecuentes.
Las casitas de los poblados son bajas, de madera y con techos triangulares de tejas. Suelen estar pintadas de verde, azul o blanco.
Cuentakilómetros en Ngawi: 16.242.
Desde que hemos salido de Surakarta llevamos recorridos ciento cuarenta y siete kilómetros; por consiguiente, la media es de 36,75 km/h.
En una estación de servicio que nos ha salido al paso hemos llenado los depósitos de los coches, lo que nos ha costado once mil doscientas rupias.
12h 15m.- Cruzamos las pardas aguas del río Solo.
No resulta fácil encontrar la ruta hacia Cepu (o Tjepu) por falta de indicadores. Un conductor de una furgoneta se brinda a ayudarnos, dado que él lleva esa dirección.
12h 20m.- A medida que progresamos hacia Cepu, aumenta el primitivismo de la población. También el hecho de deja sentir en las construcciones, ya que las casitas han dejado paso a las chozas.
El cielo se halla cubierto con cúmulos y altocúmulos.
12h 35m.- Cepu. Aquí nos despedimos del conductor de la furgoneta y le dimos las gracias. En verdad que sin su ayuda nos habría costado lo indecible llegar hasta aquí.
Cepu es una ciudad abarrotada de triciclos a pedal.
¡Hombre, por fin un cartel indicador!:
-De Cepu a Tuban: 120 km.
De Tuban a Surabaya 122 km.
De Cepu a Bojonegoro: 36 km.

Preguntamos varias veces. Nadie sabe nada. Nadie habla inglés. Fuimos a una sección de la televisión javanesa. Allí, aunque no hablaban inglés, si que por lo menos nos dieron referencias de donde estaba el Campo Internacional para astrónomos. Este lugar, no lejos de Cepu, no es otra cosa que un antiguo aeródromo; en donde, al parecer, se han habilitado tiendas o cabañas para albergar a los astrónomos.
Por la pinta que tiene la gente de Cepu, tal parece que nos hallemos en un pueblo de la Amazonia.
Un joven nativo se ofrece para llevarnos al campo de aviación en donde se ha montado el campo de astrónomos. Digamos que la palabra aeropuerto se traduce en javanés por “lampangan terbang”.
Al subir este muchacho a nuestra furgoneta, poco nos imaginábamos que ello iba a representar todo un acontecimiento para los nativos. Estos, se alineaban a lo largo de la calzada, saludándole con gran regocijo. Ante tan insólita reacción, Manolo exclamó:
Mira tu por donde, a este que nos lleva, en las próximas elecciones le nombran Alcalde, cuando menos.
Cuando llegamos al campo internacional para astrónomos, lo que vimos fue un conjunto de barracones de cañizo. No había nadie, salvo unos soldados y guardias de seguridad. Tampoco observamos que en tal campamento – que más bien parecía un campo militar japonés de la Segunda Guerra Mundial – hubiera servicio de intendencia.
El lugar nos defraudó y a ello había que añadir que las condiciones de observación no eran buenas; ya que en aquel sector el cielo se presentaba cubierto de cúmulos y cirros y, en forma alguna, parecía que el tiempo iba a mejorar.
Como el lugar no nos satisfaciera, decidimos circular hacia Bojonegoro, que se encuentra a unos 36 kilómetros de Cepu. Nuestros relojes indicaban entonces que eran las 13h 55m hora de Java y, después, tomar rumbo hacia Tuban, en cuyos alrededores se hallan instalados los científicos de la NASA.
14h 30m.- Hemos pasado por Bojonegoro como una exhalación y ahora nos dirigimos hacia Tuban,
La carretera tiene un firme excelente.
A medida que nos aproximamos al mar, el cielo se va despejando.
En las calzadas de la carretera hemos visto algunas serpientes.
Las bocinas de nuestros coches suenan insistentemente, ello representa una forma que tienen nuestros conductores de liberarse de sus tensiones.
14h 45m.- Poblachos, ríos y extensas plantaciones nos van saliendo a nuestro encuentro.
14h 55m.- Llegamos a Bauneno.
Es frecuente ver vacas blancuzcas y enjutas, paciendo en prados cercanos. A veces hay varias reses y, entonces, a su cuidado está un jovenzuelo o un viejo.
Escasean (¡cómo no!) las señales de tráfico; pero las que faltan por completo son las relativas a la limitación de la velocidad. En cuanto a los policías de tráfico de carretera, aun es la hora que tenemos que ver alguno.
15h 45m.- Llegamos a Tuban. Ahora a preguntar por el “GERHANA MATAHARI”.
Tenemos suerte. Unos tipos que viajan en una camioneta, nos informan que a 30 kilómetros de aquí y hacia el este, está lo que buscamos.
Avistamos el Mar de Java.
El viento se ha tornado frío y ha caído una ligerísima llovizna (¡Oh cielos, ya empezamos!).
La carretera es ahora tan estrecha que apenas permite el paso de dos vehículos.
Los poblachos de pescadores se suceden. En la puerta de las casas hay ganado vacuno paciendo en los huertecillos.
16h 20m.- Las aldea de pescadores se suceden y el aire huele a pescado podrido.
16h 30m.- Conforme progresamos, nos vamos viendo envueltos en multitudes de gentes cada vez más numerosas. Entre las turbas logramos ver a algunos “europeos” (hombres de raza blanca queremos decir).
Minutos más tarde las muchedumbres se hacen ingentes por doquier. En tanto observamos pelotones de soldados fuertemente armados.
Nuestros vehículos apenas pueden avanzar en medio de aquella ingente multitud de javaneses que iban hacia el campo en donde se hallaban los científicos norteamericanos..
Hay unas instalaciones de la televisión indonesia que se encuentran en el interior de una especie de campo cercado por alambradas y en donde pudimos observar gran profusión de aparatos.
Logramos llegar hasta ellos y preguntamos por el campo de observación norteamericano. Ellos nos responden que, en realidad, no es un campo norteamericano sino internacional y que se halla en Tuban. Le replicamos diciéndoles que en Tuban nos habían informado de que el campo de observación estaba aquí.
Pero, los de la televisión insistieron en lo de Tuban.
Atisbamos a varios hombres de raza blanca, perdidos, casi ahogados, por la masa de nativos. Algunos de nosotros salimos de los vehículos para entablar contacto con ellos. Al momento, los que han salido se han visto rodeados por una imponente muchedumbre. Algunas manos, tímidamente, llegan a tocarlos. Hay tanta gente y están tan próximos que a los nuestros se les hace difícil el respirar. Penosamente logran abrirse camino hacia aquellos hombres que, por su apariencia, parecían norteamericanos.
Efectivamente eran norteamericanos. Periodistas concretamente. Formaban parte del equipo científico de la NASA. Nos dijeron que llevaban varios días y hubieron de pedir ayuda al gobierno de indonesia para que les enviara guardias o soldados que impidieran la entrada de gente en el recinto de sus instalaciones.
Durante el diálogo, la muchedumbre había crecido aun más si cabe. Los periodistas nos dijeron que en Tuban ya no hay hoteles ni otro alojamiento. Cuando se enteraron que habíamos venido desde Yakarta en automóvil, se quedaron realmente perplejos y dijeron:
Oh! Oh! You are an heros!
Mientras los norteamericanos lograban que un grupo de soldados les ayudara a llegar al campo de observación de la NASA, nosotros decidimos abandonar aquel maldito y agobiante lugar.
A duras penas conseguimos dar la vuelta a los coches y no lo hubiéramos conseguido de no ser por la ayuda que nos prestaron unos soldados que, blandiendo sus armas, nos iban abriendo camino entre aquella multitud de gente que no cesaba de aumentar.
Dos kilómetros más abajo, optamos por regresar a Cepu, para instalar allí nuestro campo de observación. No obstante, nos quedó la duda si no hubiera sido mejor el ir a la ciudad de Surabaya. Pero, los desesperados del telescopio no les gustó tal posibilidad.
18h 30m.- Haciéndose de noche por momentos regresamos a Cepu.
Dada la obscuridad reinante se hace imposible el tomar notas en el Cuaderno de Bitácora.
CRÓNICA FINAL: El camino estuvo lleno de incidentes. La falta de indicadores y el peligroso tránsito que impera por estas latitudes, hicieron que el trayecto fuera un suplicio chino. Sobre todo para quienes conducían (Javier, la furgoneta y Marcelo, el turismo). También hemos de señalar que entre Marcelo y Joan se produjeron tensiones por la divergencia de criterios que tenían en cuanto a la ruta que había que seguir, ya que el turismo era el vehículo que abría la marcha.
Puede suponerse que nos perdimos y hubimos de rectificar la dirección en varias ocasiones. No obstante, poco a poco fuimos progresando.
En Bojonegoro nos detuvimos para comer algo y, para ello, nos introducimos en un “restaurante”, si así se podía llamar aquel cuchitril. Nuestra dieta consistió en unos plátanos y cervezas.
Después de consolar un poco nuestros estómagos reemprendimos la marcha y, por fin, conseguimos llegar al “lampangan terbang”.
Los guardias del campo no opusieron ninguna dificultad a que entráramos en el aeródromo y ocupáramos un par de barracones de bambú, con tejado de paja.
El lugar está lleno de bichos e insectos. Algunos miembros de nuestro grupo tienen la humorada de montar el telescopio refractor, estando el cielo prácticamente cubierto de nubes.
Las mujeres, por su parte, mostraron que todavía no han superado la etapa de la represión. Primero, digamos que había una que no quería bajarse del coche por los bichejos. Además, esta fémina se pasó doce horas -¡doce!, no exagero – sin orinar por la majadería del absurdo pudor. No hubo manera de que hiciera esta necesidad, arriesgándose a coger una cestitis. La otra, por fin la convencimos e hizo en esta necesidad en unos matorrales que, previamente, habíamos inspeccionado concienzudamente, no fuera a ser que sus verendas partes recibieran la visita de algún habitante no humano. Tampoco quisieron cambiarse de ropa para ponerse pijamas; de modo que optaron por unanimidad meterse en los sacos de dormir vestidas con sus chándals.
Finalmente, hemos de anotar que la que llevaba doce horas sin vaciar su vejiga, lo hizo, gracias a la perseverante insistencia de su marido. Aunque este hubo de llevarla bastante lejos de donde estábamos nosotros.
No se pudo realizar ninguna observación, pues las nubes habían cubierto el cielo. Cosa que nos hacía maldita la gracia. Para arreglar las cosas, hacia el Sur, había una tormenta, ya que podíamos ver los relámpagos y sentir el sordo retumbar de los truenos.

JUEVES 9 DE JUNIO

Ruta: CEPU – SURABAYA
Hace ya una semana que abandonamos nuestras latitudes.
El Sol salió a las seis, hora local, tras un breve crepúsculo.
El cielo se presenta semicubierto con cirros y cúmulos.
Hay que señalar el hecho de que durante la noche, los servicios de seguridad de guardia en el campo no pararon de hacer ruido, ora charlando, ora circulando con sus motocicletas, ora paseando por los barracones en los que estábamos durmiendo.
Poco después del amanecer, se presentó un vehículo de la agencia “Tunas Indonesia” – Tours & Travel, ofreciendo servicios para astrónomos a precios, claro está, desorbitados.
07h 00m.- Ahora podemos observar que el cielo se ha cubierto con cirros y algún que otro nimbo. La temperatura a la sombra es de 25º C.
Algunos miembros de la expedición ya están levantados. Alfredo pone en marcha su vídeo-cámara, en tanto que un guardia, atento, observa nuestra forma de actuar.
Dado que los precios que querían cobrarnos de “Tunas Indonesia”, nos parecieron carísimos, pues, pedían cuarenta y cinco dólares por persona el día del eclipse, aparte de otros tantos por la estancia diaria, optamos por levantar el campo y Salir solapadamente de aquel lugar. Para no levantar sospechas dijimos que íbamos a Cepu a desayunar y de paso, a comprar comida y que a la vuelta efectuaríamos los pagos correspondientes a nuestra pernoctación y la estancia hasta el día del eclipse. Creyeron nuestra mentira y, gracias a eso pudimos largarnos sin contratiempos de aquel lugar.
08h 30m.- Otra vez rodando por estas carreteras infernales, bajo un calor agobiante.
El cielo está prácticamente encapotado con cúmulos, cirros y estratos. Mala pinta tiene la cosa, pues, según la época en que estamos, a medida que nos aproximáramos a la costa el cielo debía mostrarse más y más despejado. ¿Puede haberse producido una inversión del Monzón? Si es así, pensamos que este tipo de conjunciones Sol-Luna podrían afectar de algún modo la atmósfera terrestre en los lugares del corredor de sombra que provoca este fenómeno. Lástima que no esté aquí con nosotros Eduardo.
08h 50m.- Nos hemos detenido en Cepu para tratar de contactar con Miriam. Primero, para evitar intranquilidades por no haber llegado al hotel de Surabaya en el día convenido y, segundo, para ver si la embajada nos puede solventar el problema de facilitarnos información sobre un lugar en el que nos podamos establecer,
Como es de suponer, en el momento en que detuvimos los vehículos nos vimos rodeados por una multitud de nativos. Los hay que parecen monos husmeando objetos que ven por primera vez. Otros nos piden tabaco. Muchachos jóvenes se ponen a sus hermanos pequeños encima de sus hombros para que estos no se pierdan detalle. Realmente, en estos momentos, nos sentimos como si fuéramos bichos raros exhibidos en una feria.
Algunos te increpan furibundamente - ¡vaya usted a saber porqué ¡Otros te dicen cosas. En ocasiones, ya hartos, algunos de nosotros, en plan de guasa, les dice: “Ñeña, iswati nono bandende, ¿ya? Y ellos parecen responderte que vale, que sí.
09h 25m.- Después de haber servido de escarnio, mofa, mefa y mifa del respetable javanés de Cepu, los que habían ido a telefonear (porque nos habíamos detenido ante unas oficinas de correos y teléfonos) regresan y, poco después (con gran alivio) reemprendemos la marcha.
Los que lograron ponerse en contacto con la embajada española nos informan de que Miriam no estaba allí. Al otro lado del hilo se puso un hombre, quien no se dio a conocer. De todas formas, estaba al corriente de nuestra llegada y destino. Dijo que Miriam tenía la intención de reunirse con nosotros en Surabaya, cosa que realmente nos sorprendió a todos. En cuanto al plantador de tabaco, Pedro Sánchez, no se le pudo localizar.
Cuentakilómetros: 16.623. Esta lectura corresponde al momento en que estamos en la gasolinera de Bojonegoro.
El importe del combustible que pusimos en los depósitos de nuestros coches ascendió a 9.895 rupias.
10h 10m.- Llegamos al restaurante Sempurna (Bojonegoro). Allí nos lanzamos sobre la leche y las cervezas. Una caja de galletas vino a poner punto y final a nuestro “banquete”, el cual, dicho sea de paso, nos costó 19.300 rupias.
Cuando ya casi estábamos acabando aquel, digamos, desayuno, Alfredo, de pronto, comentó:
¡Tomás! ¿Dónde está Tomás?
¿Qué ocurría? ¿Por qué Alfredo llamaba insistentemente a nuestro médico? Por la sencilla razón de que a la entrada mismo del restaurante se había desvanecido una mujer joven. Iba vestida de amarillo y el pelo lo llevaba peinado en forma de coleta. Alfredo nos comentó que antes de desplomarse, se había llevado las manos al abdomen.
Tomás, quien a la sazón se hallaba en el interior del restaurante comprando alguna golosina a Pepi, salió disparado y procedió a atender a la muchacha. Según su dictamen estaba embarazada y, en consecuencia, el desmayo, presumiblemente, fue ocasionado por una repentina bajada de calcio. Así, que una vez que logró reanimarla, nuestro galeno procedió a administrarle una ración de leche. Entre tanto, la chica – que momentos antes, cuando abrió los ojos, quedó llena de estupor al verse rodeada por unos desconocidos blancos y algunos barbudos – extendió sus manos suplicando dinero.
Poco después abandonamos el lugar. Sin duda aquella desdichada se preguntará más de una vez en su vida quiénes serían aquellos extranjeros que un día la atendieron, pero, sobre todo, el barbudo engafado que la despertó y atendió.
No quisiéramos pasar por alto dos anécdotas. La primera, es que los del restaurante nos pusieron música. Y saben ustedes quién era el cantante, pues ni más ni menos que Julio Iglesias (¿aquellos tipos se habrían dado cuenta de que éramos españoles? La segunda es la de haber podido haber asistido a presenciar la forma de comer de los indonesios. Generalmente, el alimento que toman consiste en arroz, aderezado con una salsa –imposible de ingerir por un hispano-; luego, una vez mezclada con el arroz se ponen ya en el mismo plato, ya aparte, el consabido pollo frito. No utilizan cubiertos. Se sirven de los dedos. Hacen unas pelotitas con el arroz y, luego, se las llevan a la boca. Cuando terminan, rebanan, igualmente con los dedos, los restos que quedan en el plato.
11h 05m.- Rumbo Norte.
El cielo se presenta cubierto por espesos cúmulos, lo cual nos inquieta cada vez más, ya que esta es la hora aproximada en la que ha de tener lugar la totalidad del eclipse …¡Hum! ¡Hum!
11h 40m.- Obras de electrificación del ferrocarril. Es curioso observar que los trabajadores son indonesios y los ingenieros y topógrafos son hombres de raza blanca.
11h 50m.- Hemos hecho un alto en el camino, ya que teníamos que tomar la decisión de si debíamos de ir a Surabaya por Tuban o por el interior. Se expuso que era mejor ir por Tuban y ver si en algún lugar podíamos establecer un campo de observación en la madrugada del día del eclipse. Pero, no obstante, prevaleció la idea de ir por el interior, posponiendo para mañana tal menester.
12h 50m.- Llegamos a la ciudad de Surabaya, una de las urbes más pobladas de Indonesia. Cuenta con más de tres millones de habitantes.
13h 10m.- Estamos otra vez metidos en el lío de circular por el interior de las metrópolis. El tráfico es endiablada (hay que verlo para poder entender lo que estaban padeciendo nuestros conductores, Javier y Marcelo). A ello hemos de sumar que sólo sabemos el nombre del hotel al que hemos de ir –el Ramayana- pero ignoramos su dirección.
Como siempre, preguntamos y repreguntamos, hasta que, gracias al Cielo, encontramos un muchacho que se ofreció para hacernos de cicerone y llevarnos a dicho hotel, guiándonos con su motocicleta, cuya matrícula hemos retenido: L-1.487-FF.
Rodamos por las supertransitadas calles de Surabaya. En verdad que resultaba milagroso atravesar los cruces, puesto que, al momento, te veías rodeado por una masa de vehículos que en forma caótica marchaba en todas direcciones.
Por fin, gracias a nuestro cicerone conseguimos llegar al hotel Ramayana. Dimos dos mil rupias a nuestro improvisado guía (unas 285 pesetas) y entramos en el parking del establecimiento.
Afortunadamente, en la recepción nos dijeron que tenían habitaciones libres, de modo que no tuvimos dificultad en que nos cambiaran las reservas que estaban sin utilizar y, además, que se nos facilitara alojamiento para estos dos días que faltan para la jornada crucial, objetivo de nuestra expedición.
Pero .. -¡Ay, los dichosos peros- surgió una dificultad. Resultó que por medio de la agencia de viajes, en lugar de cinco habitaciones, sólo habían reservado cuatro. De modo que la quinta habitación que requeríamos representaría un gasto no previsto.
En fin, que, aunque, en principio hubimos de anticipar setenta dólares por barba, no podemos negar que estábamos aliviados de haber podido encontrar un alojamiento, cuando todo parecía indicar que estaría saturado. En cuanto al lugar de observación … Dios dirá.
Hemos de comentar que, también, surgió otro inconveniente y es que el hotel no admitía los cheques “VISA”, razón por la cual hubo de hacerse efectivo el importe de las habitaciones.
Las habitaciones son dobles, muy confortables y con cuarto de baño. Sus lechos son cómodos y tienen televisión y están situadas en la cuarta planta. En todas ellas hay un tapiz de batik que representa un pasaje del Ramayana.
La merma de las divisas ya es patente. Como los gastos sigan tan disparados, a no tardar tendremos problemas económicos.
El baño, puede suponerse, fue una bendición para nuestros cuerpos. Además, como detalle de bienvenida, la dirección del hotel nos envió a nuestras habitaciones unos frutos típicos del país (dos plátanos y una manzana, una especie de pomelo de corteza verde y una piña, servida con su corteza, pero, cortada interiormente en tres pedazos.
Alrededor de las tres de la tarde, el grupo COSMOSUR, se reunió en la habitación ocupada por Javier y Marcelo.
Resultaron infructuosas las llamadas telefónicas a Miriam y a Pedro Sánchez. En ambos casos, al otro lado del hilo telefónico respondía la voz de una nativa que lo único que sabía decir en inglés er:
Sorry. No body. No body …
La llamada al plantador de tabaco provocó la hilaridad de la telefonista; puesto que “Mister Fernándes llamaba a mister Sánches”. Apellidos exóticos para los habitantes de estas latitudes.
La conferencia con el representante de la “Agencia Munditour” en Yakarta, resultó larga y accidentada, ya que a cada breves segundos se cortaba la comunicación. Al final, se logró que cuidaran de evitar el problema que tuvimos aquí respecto a los alojamientos cuando llegáramos a Bali, no fuera que al llegar a la isla nos encontráramos con ocho reservas en lugar de diez, como ha ocurrido en el Ramayana.
Alrededor de las seis de la tarde salimos a dar una vuelta por las cercanías del hotel.
Las ciudades de Indonesia se parecen todas. Las grandes tienen un elevado parque de motorizado y lo único que las distingue es la mayor o menor abundancia de motocicletas. Con las pequeñas ocurres tres cuartos de lo mismo; sólo que en ellas, el parque móvil el parque móvil está compuesto masivamente por los famosos triciclos de pedal y, también, por los carritos tirados por un caballito.
El cruzar las calles constituye una verdadera odisea, a la vez que supone poner en peligro la integridad física de la persona. En algunos pasos de peatones, la mayoría sin semáforo, tienen a disposición del peatón unos palitos que llevan en sus extremos un disco rojo reflectante. Este chisme sirve para hacer señales a los automovilistas y motoristas, en la esperanza de que estos se apiaden del viandante y detengan su vehículo a tiempo para evitar que te encuentres en presencia de Alá sin haberte podido purificar antes.
De día, aunque ves el tránsito denso y veloz, no te puedes hacer cargo de la verdadera dimensión del mismo; pero, cuando realmente lo puedes apreciar y ser partícipe a la vez de lo que esta masa de coches y motos representa es el verte por la noche atrapado en un cruce. A derecha e izquierda sólo ves una masa de faros luminosos que se desplaza raudamente. Los minutos –si hemos dicho minutos- pasan sin que se vea un hueco por el cual puedas llegar a la otra acera. En verdad, no exageramos, que existe un aislamiento entre los residentes del uno y otro lado de las calzadas.
Aun se nos ponen los pelos de punta cuando recordamos nuestro viaje de ayer, cuando ya se había hecho de noche. Autos que efectuaban adelantamientos temerarios. Veíamos venir a toda velocidad en nuestra misma dirección dos chorros de luz. No teníamos otra alternativa que echarnos hacia la cuneta. Otras veces eran peatones o ciclistas, quienes deambulaban sin señal alguna. Surgían de las sombras, de improviso y a escasos metros de nuestros automóviles. En más de una ocasión estuvimos apunto de arrollarlos:
-¡Cuidado, cuidado, allí delante, allí delante! –Decía uno de los acompañantes del conductor de la furgoneta, que es la que iba abriendo camino.
-¡La hostia! No veo nada –Replicaba este, que no era otro que Javier.
-¡La madre que los matriculó! ¡Se nos están echando encima! …
Todavía resuenen en nuestros oídos estos diálogos, tan frecuentes ayer.
Dimos un garbeo por un supermercado de la cadena “Kentucky Fried Chicken”. Allí compramos algunos artículos alimenticios: Los precios eran todos a base de miles de rupias. Así, por ejemplo, un queso de bola holandés costaba 6.675 rupias (unas 953 pesetas).
Un tanto cansados y atabalados ya, optamos por regresar al hotel para cenar.
Por fin llegó la ansiada hora de cenar. Entre los variados platos que se ofrecían, citemos: las sopas de espárragos, cebolla o pollo; cócteles de gambas; los “grillon steaks” (carne con salsa picante, guarnecida con patatas, tomate, pepino, judía tierna, guisantes y alguna que otra judía pocha).
Las bebidas consistieron en cervezas, Seven-Up, agua, café y té.
La cena estuvo amenizada por la actuación de un conjunto músico-vocal. Entre los cantantes figuraba, para nuestra sorpresa, el jefe de relaciones públicas del hotel. Era éste un hombre joven de aspecto hindú. Muy

amanerado y peinado con una permanente de esas que rizan el pelo, aumentando el tamaño de la cabeza. En este caso, como nuestro hombre en cuestión era bajo, de aspecto frágil y enjuto, tal peinado le hacía parecer un verdadero cabezón. No obstante, era una persona muy amable. Se presentó así mismo diciendo que se llamaba Franklin J.H. Nanuwasa, excelente cantante, por cierto.
Mister Franflin es una persona muy atenta; puesto que cuando le insinuamos la posibilidad de utilizar la terraza del hotel como observatorio del “Gerhana Matahari”, dijo que, en su opinión, no había ningún problema. Digamos de pasada, que nosotros habíamos ya querido inspeccionar esa terraza, filtrándonos por la escalera de incendios. Pero, para nuestro pasmo, todos los accesos a la terraza del hotel, a través de estos servicios de emergencia, estaban cerrados, lo que constituye una flagrante vulneración de las disposiciones internacionales vigentes.
Los servicios del hotel son, sin exagerar, exquisitos, Muy al modo oriental, lo que le da más ambiente. Estuvimos atendidos por una bella indonesia, quien dirigía a un camarero y a una criadita muy joven, a quien encargaba, en ocasiones, la tarea del transporte de los platos y cubiertos ya usados.
Había un notorio contraste entre los rasgos de, digamos, nuestra anfitriona y la de los músicos; ya que alguno de ellos parecía ser un verdadero cipayo.
Hubo, después de cenar y en la habitación de Javier, otra reunión. Primero se estableció contacto con Miriam. Se le pidió que contactase con los servicios meteorológicos del país. Le advertimos que en aquellos momentos estaba lloviendo en Surabaya y que, por ello, era una necesidad imperiosa el saber la previsión del tiempo en las próximas horas. También se le dijo que procurara contactar con gente de las Academia de Ciencias –en concreto con el astrofísico Bambam Hidayat-, para ver si podía procurarnos un lugar de observación, libre de la nefasta curiosidad de los nativos.
En cuanto a su pretendido viaje a Surabaya para observar el fenómeno, quedó claro que no tenía intención de reunirse con nosotros. No obstante, iría con sus hijos al lugar que le pareciera oportuno.
Quedamos en que mañana, hacia las nueve y media, nos llamaría o lo haríamos nosotros. Entre tanto, afuera, el tiempo empeoraba. Al fondo, hacia el Sur, veíamos frecuentes relámpagos. Parecía que las tormentas y lluvias llevaran la misma dirección que nosotros.
En la charla técnica que siguió, se acordó que mañana se haría una visita de inspección a la costa, para ver si se encontraba un sitio idóneo en donde instalar nuestro campo de observación. Señalemos que este afán de encontrar un lugar fuera de Surabaya está motivado por el hecho de que aquí, en esta ciudad, se pierden algo así como cuarenta segundos del tiempo de la totalidad.
Subrayemos que, todavía, no vemos claro lo que en realidad hemos de hacer. La causa principal radica en el tiempo –que, una vez más, es totalmente anormal para la estación seca que es la que corresponde a esta época del año.
Continuamos la reunión técnica con una interesante charla sobre el tema de … ¡las ratas! En verdad que este debate fue jugoso, puesto que el intercambio de conocimientos y pareceres duró de las 22h 30 m. hasta, prácticamente, la medianoche.



VIERNES 10 DE JUNIO (Víspera del día clave)

Surabaya
El amanecer no ha podido ser más desalentador. A las cinco y media de la madrugada, el cielo estaba cubierto con nimbus. La lluvia era incesante y el viento soplaba en dirección suroeste.
07h 30m.- El tiempo no mejora. Sigue el cielo cubierto, aunque ha cesado de llover. En cuanto al viento sigue teniendo la misma componente.
En verdad, que en estos momentos nos sentimos juguetes del destino. Hemos volado miles de kilómetros. Hemos circulado por carreteras infernales, aguantando calor e incomodidades, para llegar a lo que, en teoría, debía de ser la mejor zona de observación del eclipse. Y con qué nos hemos encontrado, pues que en donde debiera lucir un Sol radiante, solo llueve y llueve. En realidad, desde que emprendimos el viaje, el cielo siempre ha tenido grandes formaciones de vapores. Pero, a medida que progresábamos hacia la costa norte, las nubes se han ido adueñando del espacio aéreo, hasta cubrirlo por completo.
Puede suponerse que el tema de las conversaciones siempre era el mismo: el tiempo. ¿Era un frente? ¿Una situación anómala? … Había, en este sentido, opiniones para todos los gustos. Lo que sí quedaba claro es que las predicciones de Eduardo se había venido abajo.
Volvimos a reunirnos en la habitación de Javier. El tiempo seguía igual. Además, a una altura relativamente baja se acumulaban imponentes nubes cumuliformes y sobre ellas se extendía un manto de vapores plomizo e ininterrumpido.
Buscamos al gerente el hotel, Mr. Franklin. Este nos atendió muy amablemente, igual que hiciera la ayer. Le expusimos nuestra inquietud y le dijimos si podía contactar con el servicio meteorológico del aeropuerto, para que le informaran de las previsiones del tiempo en Surabaya, Surakarta y Jogyakarta en las próximas horas.
Tras una larga espera, al fin le proporcionaron el dichoso parte. Este no podía ser más sombrío. Todo Java Central y Oeste estaba sumido en un seno de bajas presiones. Llovía en Surakarta. El techo inferior del manto nuboso estaba a seiscientos metros; pero, las nubes que lo forman son extensas en desarrollo vertical. Vientos de componente suroeste de cincuenta y cinco kilómetros por hora. El próximo parte se daría al mediodía.
Cuando Franklin nos dio los datos del parte que le había dado el servicio meteorológico del aeropuerto, nos quedamos sumidos en negros pensamientos. ¿Qué hacer? Se apuntó la posibilidad de coger un avión y volar hacia Makasar (Ujung Pandang) en Sulawesi, a unos ochocientos kilómetros de Surabaya.
Esa solución desesperada, parecía ser la única oportunidad que nos quedaba para no regresar con las manos vacías.
Miriam nos llamó y, tras una breve conversación, los datos que nos proporcionó fueron idénticos a los que ya sabíamos. En cuanto a contactar con el físico Bambam Hirayat, dijo que no le fue posible ya que aquel no estaba en la Academia, sino en Borobudur y, por su parte, los de la Academia no le pudieron facilitar ningún dato sobre el posible lugar de observación, a no ser el de Borobudur o Tuban.
11h 30m.- Franklin ha efectuado una llamada a una agencia de viajes y ha reservado doce plazas para el primer vuelo que salga mañana, alrededor de las ocho, hacia Ujung Pandang. Le preguntamos el motivo de reservar doce plazas, cuando nosotros sólo somos diez. Nos dijo, guiñando un ojo, que había que tener para estas cosas mentalidad oriental y (en su inglés perfecto) añadió:
-Piensen ustedes que en el último momento siempre puede haber restricciones y entonces, reservando más plazas de las necesarias, se evita el problema.
12h 35m.- El teléfono de la habitación nº 410 –la que ocupan Alfredo y Manolo- suena. Descuelga Alfredo y, sorprendido, oye que pregunta por “Mister Fernándes”. Alfredo responde que “Mister Fernándes is en the room four one four”.
Debemos comentar que esta manera de expresarse de Alfredo y, también, por el hecho de la gran cantidad de llamadas que se recibían y hacían desde la habitación de Javier, este llegó a ser conocido por la telefonistas y recepcionistas del hotel como “Mister Fernándes Four One Four”, lo cual provocaba la hilaridad de nuestro amigo y, guasón como siempre, cuando tenía que hacer una llamada decía “I am Mister Fernandes Fpur One Four”.
Más tarde, mientras Manolo tomaba unas notas en el Cuaderno de Bitácora de la expedición, llamaron a la puerta. Al abrir se encontró con dos muchachas del servicio del hetel o “chambres romos”. Venían a cambiar las sábanas y a hacer las camas. Al poco, la más espabilada de ellas le pregunto sin rodeos:
-What is your name?
-My name? … Oh, yes. My name is Manuel.
-Ma-un-el –vocalizó la chica.
Manolo formuló, a su vez, una pregunta:
-And you name. What name have you?
-Oh, ji, ji, ji! My name is UMI –Respondió la muchacha, en tanto que su compañera, menos agraciada, reía también.
Umi, preguntó de nuevo:
-And, do you came from? (¿de dónde vienes?)
-Spain. España. I am “español”
-Oh, oh! … español. Espanio GOOD!
Aquel “español BURNO” sorprendió a Manolo y, quijote él, replicó:
-Umi, you is very prety. Guapa, said in Spain.
-Guapa? Guapa is prety?
-Yeees.
Su compañera dijo llamarse algo así como Pepble –o por lo menos a Manolo eso le pareció.
Cuando acabaron su tarea, nuestro amigo les dijo:
-Indonensian nona nona (nona = señorita. Repìtiendo la palabra es como los malayos forman el plural; de modo que en este caso estaba diciendo “las muchachas indonesias”) very, very prety, beautiful, guapas.
Aquello provocó la hilaridad de las jóvenes.
Cuando estas, ya concluidas sus tareas salían de la habitación, Manolo les dijo:
-Terima kasih (gracias). Selamat Siang (buenos días).

NOTAS:
Matahari = Sol
Bula = Luna
Bumi = Tierra
Bintang = Estrella
Garis Edar = örbita

14h 14m.- Aquí estamos. Esperando. Esperando.
Hemos subido a la terraza del Ramayana. Desde luego, aquí se pueden realizar las observaciones del eclipse … con el permiso de las nubes, claro.
Franklin nos informa que la NASA ha abandonado el campo de Tuban y se encuentra ahora en el aeropuerto de Surabaya.
14h 50m.- Franklin ha llamado al Consulado norteamericano de Surabaya. Un técnica de la NASA le ha manifestado que hasta las cinco de la tarde no se facilitará ningún comunicado.
En tanto esperamos, masas de nubes siguen inexorablemente su marcha en dirección suroeste.
15h 05m.- Lacónicas palabras de Franklin: “Sky isa ll cover”. ¿Es este el tiempo normal en Surabaya por estas fechas?, le preguntamos. El nos responde que no. Que lo que está ocurriendo es totalmente anormal en esta época del año.
A la vista de lo que se nos está diciendo y por las experiencias de los eclipses de Kenia y Siberia, podemos afirmar, como ya avanzamos en otra parte, que el alineamiento central del Sol y de la Luna parece tener repercusiones en la atmósfera de la Tierra. En efecto, en ella se producen cambios en las corrientes de los vientos, siempre en la misma dirección: suroeste (o este-oeste). Ello trae como consecuencia el arrastre de grandes masas de vapores hacia el corredor de sombra. Es como si estuviéramos ante un efecto de marea, mal conocido y nada estudiado. Habríamos de estudiar la influencia que tiene en la atmósfera de nuestro planeta las conjunciones Luna-Sol (mes sinódico = 29 días, 12 horas y 44 minutos). Porque en estos casos, aparentemente el efecto no es tan notable, pero, algo de eso debe de haber. Recordemos al respecto las palabras de un dicho popular: “hasta que no cambie la Luna” …
17h 15m.- Nuevo parte meteorológico: Cielo totalmente cubierto y lluvias para mañana.
En verdad que con sólo mirar el cielo ya se puede dar un pronóstico sin ser meteorólogo, pues todo él se halla cubierto por un espeso manto de nubes, reduciendo notablemente la luz del día.
18h 15m. Hemos salido a dar una vuelta por las tiendas de anticuarios. En ellas se encuentra de todo: estatuas, máscaras, collares, pulseras, imaginería popular, viejas lámparas (sin genios fantásticos es de suponer), muebles y objetos procedentes de la época colonial inglesa, etc. etc.
Si uno quiere comprar algo que le interesa no debe pagar a la primera el precio que, de entrada, parece establecer el vendedor. Hay que regatear y, además, saber hacerlo con gracia. Pongamos un ejemplo. Javier se interesó por una especie de mantel o tapete, bordado en vivos colores y adornado, además, con chinchetas metalizadas. El vendedor le pidió 50 dólares. Javier empezó a plegar la tela y con olímpico desprecio le replicó:
-Too much Money, títo.
Dejó la tela en donde la encontró y se volvió a mirar otros objetos. Al momento, el comerciante rebajó el precio en diez dólares.
-Mister, mister, fourty dollars, fourty dollars.
-No. –respondió Javier, y añadió- I no want.
-Offer, offer. You offer … - Insistía el vendedor.
-Only trhirty (sólo treinta).
Después de haber dicho estas palabras, siguió haciendo ver que husmeaba los cachivaches que por allí había expuestos, mientras, socarronamente, nos decía:
-Ahora voy a dirigirme hacia la puerta y simular que me marcho. NO lo dudéis. Veréis como viene detrás de mí y me lo da por el precio que yo quiero.
Efectivamente así fue. Antes de que Javier hubiera puesto los pies en la calle, el precio del artículo ya había sido rebajado a los treinta dólares. Pero, nuestro amigo, para sorpresa nuestra, siguió jugando:
-No. Now perhaps twenty (No. Ahora quizás veinte).
Luego, en español nos dijo, ahora vamos a salir todos en bloque de la tienda. Podréis comprobar que en cuanto hayamos salido, esta “baluba” vendrá detrás nuestro.
Y así ocurrió. Primero, el vendedor consultó con un compañero que estaba fuera del comercio y, luego, cogiendo a Javier por el brazo le dijo:
-Okey, sir. Okey. Twenty dollars!
Javier se salió con la suya. De modo que cuando nos marchamos definitivamente de la tienda él llevaba aquel tapete, mantel o lo que fuera que adquirió por 20 dólares en lugar de los 50 iniciales que le pedia el vendedor al principio. No obstante, Javier, hizo una puntualización:
-No creáis que él ha perdido dinero. Al contrario. Podéis estar seguros de que con esta venta ha ganado bastante.
Cuando íbamos de regreso al hotel, en el cielo se distinguía algún claro. Alfa y Beta del Centauro y la Cruz del Sur llegaron a hacerse visibles.
A las siete y media volvíamos a estar reunidos en el salón-comedor, el cual se encontraba muy concurrido de ciudadanos japoneses. Durante la cena, Franflin, entre canción y canción, nos iba dando los partes meteorológicos que iban llegando y que, desafortunadamente, iban siendo peores cada vez.
Tomábamos ya el café, cuando se nos dio la noticia de que en aquellos momentos estaba lloviendo en el sur de las Célebes, es decir, sobre Ujung Pandang.
Con esta última noticia, quedaban todas nuestras posibilidades de escapar hacia el Este reducidas a cenizas. Nunca podremos olvidar el desarrollo de esta escena postrera que comenzó cuando Franklin interrumpió una canción, al serle entregado el último parte que habían recibido en el hotel. Franklin, tras dirigirse en javanés a los allí presentes, se volvió hacia donde estábamos nosotros y nos dijo:
-Dear friends astronomers, last news: Surakarta all cover. Jogyakarta all cover and rain. Ujung Pandand all cover and raining … Oooh, sorry, sorry!
Acto seguido, comenzó a cantar un antiguo y frenético rock and roll:
-Beeba for ruuba, o see my baby …!
Pero, obviamente, aunque él traba de animarnos, nuestra moral no podía estar en su peor momento. Con los rostros sombríos, acordamos seguir esperando información. Ahora necesitábamos saber dónde estaba el centro de la borrasca. Según donde se hallara, quizás, todavía podríamos intentar hacer una salida a la desesperada.
22h 00m.- Nuevo parte. Llueve en Jogyakarta y la componente del viento ha cambiado. Ahora sopla en sentido sur-este. Hay que esperar otro parte. El de las doce de la noche.
23h 30m.- Se nos ha unido un norteamericano, vestido como un soldado del Afrika Korps. Él también sigue con interés los partes meteorológicos. Entablamos conversación con él. Nos dice que ha visto ya varios eclipses: el de Canadá y uno que pasó por la India (suponemos que será el de Kenia). Lleva un telescopio de 600 m.m. y va provisto de una cámara de rayos infrarrojos. Este hombre tiene actualmente sesenta y seis años. Cuando finalice su estancia en Surabaya se irá a Singapur y, posteriormente, a Hong Kong. A finales de este años, según nos dijo, visitará el Perú. También supimos que fue piloto durante la Segunda Guerra Mundial y que participó como combatiente en la famosa batalla de Midway.
23h 45m.- El tiempo discurre lentamente. Parece como si las manecillas de los relojes hubieran alterado su ritmo enlenteciéndose. Nuestras conversaciones giran sobre pisos. Javier nos dice que se ha comprado un ático, cerca de la plaza de toros de Barcelona, La Monumental. Tiene la intención de tirar todas las paredes y lo remozará como a él le convenga. Luego nos explica cómo será su nuevo baño, el cual tendrá una bañera en donde quepan holgadamente dos personas.
-Yo y la “chorva” de turno –Nos comenta regocijado.
Los minutos siguen desgranándose cansinamente como las cuentas de un rosario interminable. Kranklin no aparece. Algunos miembros del grupo van desertando y se marchan a sus respectivas habitaciones.
24h 30m.- En vista de que por el salón-comedor no aparece nadie. Los que todavía resistíamos, acordamos retirarnos y, como quien dice, “que sea lo que Dios quiera”.
SÁBADO 11 DE JUNIO

Y LLEGÓ EL DÍA …
Ni que decir tiene que la mayoría de nosotros no podía conciliar el sueño. Hacia la una de la madrugada caían cataratas de agua. No obstante, pasadas las tres dejó de llover. Luego, vino el silencio.
05h 05 mm.- Una franja nubosa se distingue hacia el sur. En el cénit brilla una estrella, cuyo centelleo constituye un rayo de esperanza para aquellos miembros de la expedición que ya estaban nuevamente despiertos a tan temprana hora.
05h 30m.- Sigue observándose la misma franja nubosa. Conserva la altura respecto al horizonte aparente. No obstante, sobre la vertical observamos cirros y alguna condensación de vapores.
05h 58m.- Estratos i cirros en el zénit. Hacia el sur, la misma franja nubosa que, ahora, parece haber avanzado hacia el norte, lo cual no nos gusta nada ya que ese desplazamiento implica que se acerca a nosotros.
06h 35m.- Prescindiendo del tiempo meteorológico, los miembros de COSMOSUR hemos comenzado los preparativos para levantar un improvisado campo de observación en la terraza del Hotel. Así, ahora, ahora, el baúl y la maleta del refractor están en el rellano que da acceso a la azotea. Pero, tenemos un problema, el recepcionista no nos ha podido proporcionar la llave que abre la puerta del terrado, ya que quien la tiene es mister Franklin y él no suele llegar al hotel hasta las nueve.
En vista de este, digamos, contratiempo, decidimos que lo más apropiado era ir a desayunar.
07h 35m.- Desayunamos-
07h 55m.- Subimos el resto del material.
08h 15mm.- Franklin, quizás pensando lo que nosotros íbamos a hacer, adelantó la hora de su llegada al hotel, de modo que a esta hora ya teníamos la puerta que da acceso a la terraza abierta.
Comenzamos a montar los instrumentos. Desde la terraza se pueden ver unas canchas de tenis, en las que personas de ambos sexos y de aspecto norteamericano o australiano, juegan partidos de tenis.
Sol: Azimut 60º
Cielo: estratos, cirros y cúmulos al norte y noreste.
Viento: Este-oeste (mar-tierra, hacia el sector de Tuban).
Importante cirro a un azimut de 120ª. Altura relativa sobre el suelo 45º.
Temperatura: 31º C.
09h 00m.- Alguna que otra nubecilla se sitúa sobre el meridiano del lugar, en tanto que sobre nuestra vertical observamos formaciones embrionarias de nubes.
Temperatura: 31º C.
09h 20mm.- En el improvisado campo de la terraza del Ramayana, se están dando los últimos retoques a los aparatos.
Sobre nuestras cabezas, las nubes embrionarias se han juntado y formado una nube que, para nuestra inquietud, no para de engordar.
Por delante del Sol pasa, en dirección oeste, un nubéculo a gran velocidad.
Temperatura: 31,5º C.
Cúmulos deshaciéndose en azimut =ª.
09h 37m.- Crece nuestra intranquilidad ya que las formaciones de nubes progresan. Ahora mismo, delante del Sol se está formando una tal cual como ocurriera en su día en Siberia.
Desde la terraza observamos que las calles, tan concurridas de viandantes y vehículos, se muestran en estos momentos casi desiertas.
Desarrollos verticales de vapores entre el noreste y noroeste.
09h 45m.- Se procede a instalar la cámara de vídeo sobre el telescopio refractor. (Antes de instalarla se hizo una primera observación con el instrumento, para ver el estado de su óptica).
09h 57m.- Sigue soplando el mismo viento, pero ahora su dirección es este-oeste. Su celeridad es muy elevada a unos 400 metros de altura.
Temperatura: 32º C.
Hacia el norte, el frente de cúmulos de deshace.
Humedad relativa: 65%.
09h 59m.- Da comienzo la primera fase de la parcialidad; es decir, los limbos o bordes del Sol y de la Luna entran en contacto.
10h 10m.- Se impresiona la primera fotografía en la cámara adosada al telescopio. Exposición 1/30
Temperatura 32ª C.
Humedad relativa 63%
Hacia el sur se deshace otro cúmulo, en el cual se podía observar una turbulencia cielo-tierra.
10h 15m.- Falla el motor del refractor.
Comienza a soplar una fuerte y fresca brisa.
COMENTARIO: El problema de los instrumentos fue haciéndose cada vez más agobiante. La montura del refractor (instrumento de la marca Vixen) resultó prácticamente inoperante, puesto que cuando no era el motor el que topaba con la base del pie, era el contrapeso el que lo hacía. Ya que como no tardamos en ver, el instrumento no estaba pensado para poder ser utilizado en latitudes situadas al sur de Ecuador.
Desarrollando nuestro ingenio, conseguimos solventar estos problemas. Luego, hubimos de volver a acoplar la cámara de vídeo; lo que no dejó de presentar dificultades; ya que, en primer lugar, no se consiguió enfocar al Sol de manera conjunta entre la cámara y el telescopio. En segundo lugar, la cámara presentaba un continuo afloje en su porte con el tornillo que la ligaba al soporte del refractor. En tercer lugar, el cable alimentador de la cámara de vídeo fallaba en ocasiones y, en cuarto lugar, que una vez que conseguimos enfocar nuevamente la cámara con el Sol, este volvió a quedar fuera del campo de visión del telescopio y, esta vez, no hubo manera de ajustar en paralelo los dos instrumentos. Parece increíble, pero es verdad. Además, todo hay que decirlo, el pobre Fredy se veía obligado a realizar manualmente (es decir, a pulso), el seguimiento del fenómeno.
Así, pues, del plan previsto relativo a la toma de fotografías, sólo se pudo impresionar una con la cámara adosada al refractor.
También Genebriera tuvo sus dificultades. Una de sus cámaras se le estropeó y se vio obligado a tirar fotografías a foco primario. Gracias a todos estos contratiempos estúpidos, no pudimos realizar la medida de la toma del primer contacto, ni de la duración de la totalidad.
A medida que avanzaba el eclipse hacia su culminación, el ambiente iba tornándose cada vez más denso, puesto que las nubes aumentaban y se desplazaban a gran velocidad por la bóveda celeste.
La ciudad de Surabaya, conforme progresaba el eclipse, iba adquiriendo un aspecto fantasmagórico. Las calles de la urbe estaban casi desiertas. Los escasos automóviles que circulaban por sus rúas, lo hacía con los faros encendidos. También se encendieron algunos anuncios luminosos.
Entretanto, la sombra supersónica de la Luna se la veía avanzar entre los nublados. Venus lucía hacia ya un rato hacia el este del Sol.
11h 30m 58 ss.- El último rayo de luz desaparece. Cae sobre la ciudad una extraña oscuridad. La corona se presenta a nuestros ojos. Es realmente una corona de mínima actividad solar. Tiene un desarrollo ecuatorial, extendido en forma de penachos plumíferos. El más espectacular resulta ser el correspondiente al este del astro. En los polos podemos apreciar tenues plumas; a la vez que en el limbo occidental (el correspondiente a nuestra izquierda) se apreciaban dos grandes protuberancias.
En el anormal silencio de los que parecía ser una ciudad muerta o abandonada, podíamos escuchar los cantos (que más bien parecían lamentos) de los fieles mususulmanes congregados en el interior de las mezquitas.
11h 32m.- Estamos envueltos en una noche fantasmagórica, iluminados por una luz fluorescente, blanco-azulada, un millón de veces menos intensa que la que proviene de la fotosfera solar. Es la luz de la corona.
¿Quién puede olvidar todo lo ocurrido en estos últimos minutos, cuando la mayoría de aparatos fallaban?
¿Quién puede olvidar el instante en que desaparece la luz solar y surge, de pronto, la corona?
Tampoco podemos olvidar que en los momentos de mayor turbación que vivíamos en el campo, Fredy, muy serio él, nos dijo:
-Tranquilos. Ya veréis como todo sale bien, pues llevo la boina de mi padre, que en paz descanse (Efectivamente, nuestro cámara por antonomasia, llevaba cubierta la cabeza con la gorra de su progenitor).



Citaremos ahora las misiones que desempeñaron los miembros de COSMOSUR:

ALFREDO: Cámara de vídeo.
GENEBRIERA: Fotografía
HERMINIA: Fotografía con teleobjetivo de 180 mm.
MARRADES: Meteorología.
PEPI. Fotometría
TOMÁS: Fotografía de reportaje.
MANOLO: Diario de Bitácora y fotografía con teleobjetivo de 180 mm.
MARCELO Y SANTIAGO: “Chicos para todo lo que fuera menester”
A trancas y barrancas, como quien dice, conseguimos salir adelante en nuestras observaciones. Más o menos bien. Más o menos cortos. El caso es que se pudo seguir la fase de la totalidad enteramente; aunque, como ya es tradicional, por los pelos y, como no podía ser de otra manera, al poco tiempo de terminarse el medio del eclipse, las nubes cubrieron el disco del Sol, de manera que ya no pudimos seguir la última fase del fenómeno.
Luego vino el relax de los componentes de la expedición. Se hicieron las fotografías de rigor. Algunas de ellas con Franklin. También se retrato al norteamericano de San Francisco, quien también había subido con nosotros a la terraza. Se descorcharon las botellas de champán que el día anterior habíamos dejado en la nevera del hotel. Hubo, ni que decir tiene, un brindis por Matahari, por Bula y por Bumi.
Javier, ya totalmente fuera de si y exultante de alegría, nos obsequió con un despelote ante la cámara de vídeo de Alfredo. Al parecer quiso ponerse a la altura de Pepi, quien para hacer bronce (y dar un toque de animadora al equipo de astrónomos) estuvo ligerita de ropa en el tiempo en que duro el eclipse. Luego, en las fotografías para la posteridad se tapó algo con una vieja camiseta de COSMOSUR.
Lo peor vino más tarde, ya que, se despejó un tanto el cielo, y entonces, bajo un Sol abrasador, hubimos de desmontar y recoger los aparatos. Alrededor de la dos de la tarde abandonábamos nuestro insólito e improvisado campo de observación. Recordemos que en Kenia fue en “campsite” de la sabana africana y en Siberia, junto a una carretera abierta en la frondosidad de la taiga.
No podemos dejar en el tintero el hecho de que el personal del hotel había subido a la terraza un televisor portátil y de color, para ver la retransmisión que la cadena estatal (la única, como en España) emitía del desarrollo del eclipse desde Borobudur, Tuban, etc. Primero, comenzaron con la visión de unos javaneses ataviados con ropajes primitivos, quienes danzaban y cantaban, en tanto que un tambor repiqueteaba rítmicamente. La voz de un locutor informaba que aquello representaba una escena del pasado, en la que la ignorancia y superstición hacía que aquellos hombres tomaran el acontecimiento como una señal de cólera de los dioses. Estas representaciones se emitían desde Borobudur. Como detalle anecdótico, resaltamos que, a intervalos regulares, se oía el canto de un gallo. Pero este gallo, al igual que el croar de los sapos del Taita Hills, de Kenia, no era otra cosa que una cinta grabada previamente. Además, la reacción de este animal hubiera sido la de recogerse en el corral a medida que la intensidad de la luz disminuía para, quizás, cantar al final de la totalidad.
Aunque nuestros nervios se habían distendido, no por ello dejábamos de estar cansados y agotados; así que nos recluimos en nuestras respectivas habitaciones, nos dimos una baño y, tras algún que otro pelotazo de agua de fuego, caímos como plomos en nuestras camas.
Hacia las ocho de la noche, nos reunimos en el salón-comedor. La cena fue como la de los días anteriores. Hubo los errores cotidianos de las camareras, a lo que se sumaba la poca atención que nuestra gente prestaba a la aparición de la camarerita indonesia que venía con un plato. Llegaba a nuestra altura y, acto seguido, recitaba el nombre de la vianda que traía: ¿Frillet grignon?
Dado el hilito de voz de estas muñequitas vivientes, los decibileios del cuarteto musical con vocalista incluida y la indiferencia de los cosmosureños, la chica cuando había dado la vuelta alrededor de la mesa rectangular en la que nos encontrábamos sentados (entiéndase que no estábamos encima del muebla, sino, como diría un andaluz, a su vera), se iba otra vez a la cocina con cara de estupor. Estas escenas soliviantaban a nuestro barbado hombre fuerte:
-Pero, ¡Joder!, queréis prestar atención cuando traen un plato. ¡Nada, coño! Que no hay nada que hacer. ¡Son como críos!
En otras ocasiones, las muchachitas coqueteaban con nosotros y, la verdad, es que lo hacían con gracia. Estas criaturas se nos presentan tan frágiles y pequeñitas en su mayoría que nos hace el efecto de estar contemplando una miniatura de mujer –pero, eso sí, están muy proporcionadas- Tanto es así, que Javier, con su aplastante y directa jerga, dijo de una de ellas:
-¡La hostia! Esta tita en lugar de raja debe de tener un rasguño.
Ahora un detalle chusco, Javier y Marcelo, antes de reunirse con nosotros para cenar, había ido a dar una vuelta y, de paso, dieron una ojeada a los periódicos del día. Pues bien, en el rotativo editado en Inglés “Indonesian Times”, junto a las noticias del triunfo de la señora Tatcher, en las elecciones celebradas en la Gran Bretaña y las que daban cuenta del eclipse, había otra, también relativa al fenómeno, pero que, para nuestra perplejidad nosotros éramos sus protagonistas. Hétela aquí:
“ASTRONOMERS WITHOUT ACCOMODATION”
“According to a “Kompas” report 10 Spanish astronomers were evicted from observation site in Cepu. Tey were told the site was prívate owned. However, if they were willing top ay 15 US dollars a day and US 45 on eclipse day incluidin lunch, tey would be allowed to stay
Tsk, trsk, eclipsic busines can be very expansive CARAMBA!”
También nos llega la noticia, pero esta vez traída por el personal del Ramayana, de que en Tuban hubo un terremoto en el momento de producirse el eclipse. Según nos cuentan, las torres de la televisión indonesia se desplomaron y no se sabe si hay víctimas.
A la hora de acostarnos, todavía no habíamos podido confirmar esta noticia. Habremos de esperar a los diarios de mañana. Desde luego, ya sería casualidad lo del terremoto.



DOMINGO 12 DE JUNIO

Ruta: Surabaya – Bromo (volcán que se eleva a 2302 mts. Per encima del nivel del mar)
Dominus Deis 97h 00mm.-
Recordamos a la centralita la conferencia que tenemos pedida con España.
07h 30mm.- Seguimos a la espera de la conferencia.
07h 35mm.- La conferencia por fin. Rn un sentido telegráfico, le dijimos a Juan lo siguiente:
“Juan: Dificultades en todo momento. Errantes por java. Millares de curiosos. Lluvias y tormentas, Tráfico de locura. Ayer , víspera del eclipse (puntualizamos esto, porque en España eran las dos y media de la madrugada del domingo) lluvia en general. Punto de destino Tuban. Multitudes y mal tiempo. COSMOSUR marcha de Tuban. Destino final Surabaya. Observación eclipse con éxito en terraza hotel Ramayana. Problemas con el instrumental. Éxito en la observación. Como siempre, nublado final eclipse. Terremoto en Tuban momento del eclipse. Torres de la televisión caídas. No podemos enviar tarjetas postales”.
Juan i Filo apenas pudieron tomar la palabra. Pero tuvieron el tiempo justo para decirnos que se había conseguido una exclusiva en una importante revista y que están intranquilos porque se habían enterado del terremoto que había afectado a Java.
Cuando colgamos el teléfono, alguien (no es necesario mencionar su nombre) hizo el siguiente comentario jocoso:
-¡Ay, la hostia! No tenías que haber dicho lo del terremoto, porque tal como es Juanito, dirá que un maremoto asoló Java ..¡Ja, ja, ja!
Después de almorzar, algunos miembros de la expedición realizaron (¡Oh, cielos!) sus últimas compras (paraguas incluidos). El resto procedió a cargar los cachivaches (ahora ya muy abultados por las dichosas compras) en los vehículos.
La factura del hotel ascendió a 375 mil rupias –unas 53.570 pesetas- Ello significa que por tres días de hospedaje, con desayunos, refrigerios, cenas y conferencias, costaron alrededor de seis mil pesetas por persona (unas dos mil por días).
A las 20h 30mm.- nos despedíamos del señor Frankiln y de la que suponemos era su secretaria. Antes de partir, Kranklin nos dio una dirección correspondiente a un hotel (el Bromo Permai) que está cerca del volcán Bromo (que es ahora nuestro destino). Recalcó que en la recepción de este establecimiento diéramos que veníamos de su parte.
11h 05mm.- Nos detenemos para repostar gasolina. En estos momentos el cuentakilómetros indica 16.802.
El reparto de combustible se ha realizado de esta manera: furgoneta: 21 litros. Turismo: 15 litros.
11h 15mm.- La imponente mole del volcán Argowayang se levanta majestuosa hacia la una (utilizando el lenguaje de los pilotos). Su cumbre, a 2.198 metros sobre el nivel del mar, está cubierta de nubes.
Hemos de recordar que ahora nos estamos desplazado en dirección sur.
11h 45mm.- Fredy aprovecha para rodar unos planos en el interior de la furgoneta, claro que su contenido tendrá que ser cernsurado, porque cuando se rodaba un improvisado diálogo, en el que Manolo preguntaba a nuestro cámara:
-Oye Frefy, ¿cómo se llama el hotel al que vamos? ..
Justo en aquel momento se oyó una voz tonante que decía como si fuera la respuesta a la pregunta antes formulada:
-¡Hijo Puta!
Era, claro, Javier, quien había lanzado aquella imprecación contra el conductor de otra furgoneta que se nos había echado encima. Pero, en lo filmado ha quedado inmortalizado que vamos al Hotel Hijo Puta …
11h 55mm.- Divisamos el Bromo a nuestra derecha (hacia las tres, según la dirección que llevamos),
La ruta que debemos realizar es Surabaya-Pasuruan-Probiolingo. Aquí nos desviaremos por una carretera hacia Lumajang.
12h 05mm.- Es frecuente observar en las aldeas que cruzamos que sus pobladores se hallan sentados en cuclillas despiojándose unos a otros.
La carretera está menos transitada, pero, la conducción “kamikaze” continúa. Ahora mismo acabamos de ver un camión destrozado a consecuencia de un choque frontal contra otro vehículo.
12h 40mm.- Ascendemos por una carretera casi desierta. A medida que progresamos, el suelo se muestra rico en vegetación, la cual, finalmente se ha transformado en una tupida arboleda.
Los escasos pobladores de estos parajes muestran rasgos de una vida primitiva. Tienen ovejas y gallinas. Hasta ahora no hemos visto caballos y vacas … Bueno, hemos de rectificar, vacas de haberlas “hay las”.
12h 55mm.- A nuestra izquierda hay una plantación de árboles de látex en explotación.
Tupidas florestas de gruesos bambúes nos salen al paso.
El Hotel Bromo Permai (alias “Hijo Puta”), se halla a unos catorce kilómetros.
Las cumbres de este macizo montañoso se hallan cubiertas por nubes. Frecuentemente, vemos campos de cultivo dispuestos en forma de terrazas escalonadas. Muchos de ellos están destinados exclusivamente a las coles.
13h 10mm.- El motor de la furgoneta va perdiendo potencia. Aún, en primera, le cuesta gran trabajo remontar cuestas relativamente poco empinadas.
Ahora, observamos que los terrenos de cultivo ya no están dispuestos en terrazas planas, sino en planos inclinados. Cuando veíamos a los campesinos trabajar en ellos, no podíamos evitar el pensar en el riesgo que estos corres, puesto que un resbalón significaría una caída de decenas de metros.
13h 25mm.- Llegamos a la entrada el Bromo Permai
13h 48mm.- Atravesamos un puente que está semicerrado por un barril. Un letrero dice “Stop”. Parece que el camino está en obras.
Algunos de los miembros de la expedición se bajan de los vehículos.
Bueno, menos mal, los coches han logrado pasar.
13h 55mm.- Problema. La furgoneta se desliza cuesta abajo, ya que el motor ha dejado de carburar por falta de oxígeno. Los que todavía la ocupábamos, hemos de echar pie a tierra, cuando Javier, con pericia, logra detener el vehículo. Ha habido suerte, ya que de lo contrario habríamos acabado volcando en la cuneta.
No queda más remedio que aligerar de peso los vehículos. De modo que todos los miembros de la expedición harán lo que resta del trayecto a pie, cargados con el mayor número de bultos posible, en tanto que los vehículos tratarán de proseguir sólo con los conductores.
Algo más arriba, los que viajan en el turismo tiene suerte. El coche carbura algo mejor, de manera que les permite subirse al él; en cambio, los de la furgoneta no han tenido esta fortuna y deberán de realizar el trayecto andando.
14h 30 m.- Llegamos al final de la carretera. Una panorámica se divisa desde la cima, que no es otra cosa que la parte más elevada del inmenso circo del volcán. A unos ciento cincuenta metros se extiende la plana caldera, en cuyo centro se elevan tres montículos, son las bocas del volcán. Una de ellas está activa y emite intermitentemente nubes de gases.
Todos quedamos fascinados por aquella visión. Era la primera vez en nuestras vidas que estamos ante un volcán activo y de unas dimensiones colosales, ya que calculamos que en el interior del perímetro de sus murallas podría cabes una ciudad como Barcelona.
14h 40m.- Algunos miembros de la expedición, eran partidarios de ir al hotel, pedir alojamiento y comer. Sin embargo, otros eran reacios a ello y querían realizar una visita tanto a la caldera, como a la boca activa. Hubo, por ello, algunos momentos de tensión,; pero, finalmente, prevaleció el criterio de ir al reino de Vulcano.
No lejos de allí, había unos nativos que tenían unos caballos. Estos animales los alquilaban para quien quisiera montarlos y realizar el descenso y el camino a las bocas del Bromo de una manera más cómoda. Además, también se ofrecían como guías.
Tomás alquiló uno de estos animales con su correspondiente guía, para que Pepi no tuviera que caminar y, de paso, para facilitarnos la bajada a la explanada y, luego, la subida a la boca activa.
Nos pusimos ropa adecuada para realizar “la excursión” y, poco después, comenzamos a descender por un atajo que el guía nos señaló..
15h 00mm.- Llagamos a la explanada de la caldera. El suelo está formado por ceniza muy fina. Los pies levantan grandes polvaredas al andar.
Casi en el centro de la caldera y como a unos doscientos metros de la boca activa, el terreno está lleno de bombas volcánicas. El guía que lleva el caballo en el que va montada Pepi, no dice que la última explosión ocurrió en 1.980.
A medida que progresamos el terreno se vuelve abrupto, en tanto que la vegetación es rala y con espiguillas.
A lo lejos observamos un nutrido grupo de personas. El guía nos dice que están rodando una película.
15h 05mm.- La disminución de la presión ha afectado a la brújula de Manolo, pues en su líquido interno se han formado burbujas.
15h 10mm.- Llegamos a la base de la boca altiva del Bromo. Es de forma cónica con sus paredes muy rectas de modo que para evitar una subida tan empinada, se ha construido una escalera que tiene doscientos cincuenta escalones. Esta escalera fue construida con el fin de que los vulcanólogos puedan acceder fácilmente a la cima, en donde hay todo un tinglado de aparatos que registran la actividad volcánica.
Según el guía esta boca se la conoce con el nombre de Isotarem.
Cuando llegamos a la cima el suelo tiembla y del fondo de aquella garganta infernal surgía un rugido, al tiempo que densas nubes de vapores azufrosos eran vertidos a la atmósfera. Vapores que, en verdad, nos cortan en resuello.
También observamos que el viento levantaba grandes remolinos de polvo, a modo de pequeños tornados.
Nos costaba respirar, pero, el esfuerzo que estábamos haciendo merecía la pena. Al fondo del abismo, veíamos una rojiza abertura a la que bautizamos con el nombre de “La Boca del Infierno”.
13h 15m..- Por la ladera este comienzan a descender los vapores azufrados, a la vez que sobre nuestras cabezas el vapor emitido por el volcán se está condensando en una espesa nube.
16h 10mm.- Grabamos el nombre de COSMOSUR en la boca del Isotarem. Luego, reemprendimos el camino de regreso.
El Bromo tiene una altura máxima de 2.302 metros sobre el nivel del mar y el perímetro de la caldera es de 5.320 metros.
16h 20m.- El Sol se pone. Estamos ahora, otra vez, en la planicie de la caldera. Sólo se oye el rugido del volcán.
Resulta curioso el hecho de que cuando dejamos caer algunas piedras contra el suelo, percibimos un extraño ruido, como si debajo de nuestros pies, la tierra fuera esponjosa o llena de cavernas. Si el Bromo estuviera más cerca del mar, podría ocurrir que el agua se filtrara por las grietas y llegara hasta la verdadera caldera. Tal cosa provocaría una calentamiento repentino del líquido elemento y, la liberación de ingentes cantidades de vapor. Lo cual, finalmente se traduciría en una colosal explosión que lanzaría por los aires gran parte de la zona en la que se halla asentado el bromo. Tal cosa es lo que ocurrió el siglo pasado con la famosa erupción del Kratoa.
18h 10m. Por unanimidad hemos decidido pernoctar en este lugar.
El Bromo Permai, hace honor apodo de “Hijo de Punta” que accidentalmente le pusimos en la carretera esta mañana. Este establecimiento es un lugarejo de apariencia destartalada. En su interior hay muy poca luz, la cual proviene de unas bombillas coloreadas, metidas en unos cestillos de mimbre. El restaurante, o lo que sea, estaba bastante concurrido. Observamos que hay dos grupos de europeos, el resto es malayo, aunque por su vestimenta y comportamiento parecen gamberros norteamericanos.
Hay un tipo singular. Es un negro enorme y gordo, quien va enfundado en un verdugo, lo que contribuye a darle una apariencia siniestra.
Este hombre nos ha traído cervezas y otras bebidas, pero nada de comer. Por ello, llamamos a un camarero. Cuando este viene, nos dice que hasta las siete de la tarde no nos servirán ningún tipo de comida. No hay opción. Hemos de esperar.
Pasadas las siete, conseguimos hacernos con una carta del menú. Quedamos defraudados, ya que en su detalle apenas había algo que mereciera la pena que llevarse a la boca. Finalmente, nos inclinamos por pedir sopas de espárragos y pollo con arroz. Pero, poco tiempo después, se nos comunicó que no había pollo. Mientras, nos sirvieron unas rebanadas de pan que las untamos con mantequilla y con una deleznable mermelada. Al final, no quedó otro remedio que tomas una sopa de espárragos y un plato de arroz frito, aderezado con una salsa picante (para variar). Tanto que para muchos de nosotros resultó incomestible aquel plato.
Acabada la “cena”, montamos las tiendas de campaña, ya que en el Bromo Permai, ya no había alojamientos disponibles, valiéndonos de la luz de nuestras linternas.
La noche en aquel lugar era magnífica. En el Firmamento brillaban las estrellas de las constelaciones sureñas. La Vía Láctea tenía un aspecto impresionante. Sobre nuestra vertical, Júpiter brillaba esplendorosamente y, un poco más hacia el este, Sagitario se nos mostraba a una altura inconcebible para habitantes de regiones septentrionales como nosotros.
Alfa y Beta del Centauro, acompañaban a la Cruz del Sur hacia su ocaso. En el cielo, muy alto y casi sobre la vertical del Isotarem, era visible a ojo desnudo una nebulosidad circular. Era el Cúmulo Globular Omega Centauri, el mayor conocido. Visto con unos prismáticos, tenía un diámetro aparente enorme. Fue un contratiempo al que a pesar de haber montado el telescopio –teniendo que superar los defectos de su diseño no apto para ser empleado en latitudes situadas al sur del ecuador-, a poco de haber fotografiado el sector de Alfa del Centauri, el cielo se cubrió con espesos nubarrones. Estas nubes nos impidieron continuar la observación de la Vía Láctea y de la Cruz del Sur que, a la sazón, se hallaba a la altura del Isotarem.
No obstante, hacia las doce de la noche, habíamos podido observar la región de la estrella Alfa Centauri que, como sabemos, se trata de un sistema triple: dos soles semejantes al nuestro, separados por unos mil millones de km. y otro, muy pequeño, conocido como “Próxima Centauri” –por hallarse algo más cerca del nuestro que los otros dos. La estrella Próxima Centauri, vista desde la Tierra tiene la magnitud 12. Para nuestros anales, hemos de hacer constar la gran satisfacción que nos proporcionó el haber visto esta estrella.
Ya con el cielo casi completamente cubierto, Alfredo, Marrades, Genebriera y Manolo, quienes eran los que estaban en el campo de observación, mientras el resto de los miembros de la expedición descansaba ya en el interior de las tiendas, no tuvieron otra idea mejor que la de “aprovechar” el tiempo y realizar una excursioncita nocturna al Isotarem, que en aquellos precisos momentos expulsaba grandes masas de vapores.
Así que pasada la medianoche, el cuarteto de “sonados e improvisados vulcanólogos” iniciaba la marcha.
Cuando estaban descendiendo por la empinada rampa que lleva a la llanura de la caldera, se toparon con un grupo de no menos sonados e improvisados astrónomos germanos, a quienes no se les había ocurrido nada mejor que montar sus aparatos de observación en la parte izquierda del camino. Como es lógico suponer, nuestros “esforzados” exploradores no bajaban a tientas, sino que lo hacía valiéndose de sus respectivas linternas, de las cuales la más potente era la de Manolo.
Los observadores alemanes estaban realizando fotografías de exposición de la zona del volcán. Pronto se percataron de que unos individuos se aproximaban con linternas y, en lugar de cubrir o tapar sus instrumentos. No se les ocurrió otra cosa que dar voces de advertencia (sí, claro, en alemán).
Nuestros cosmosureños se sorprendieron al oír voces que salían de la oscuridad y Manolo, sin dudarlo un instante, dirigió su superlinterna hacia el lugar de donde parecían provenir aquellas voces. Ya podemos imaginar lo que sucedió. El potente chorro de luz de aquella linterna veló todas las fotografías que aquellos desdichados estaban realizando en aquel momento. La noche se lleno de gritos de desesperación, maldiciones e insultos que aquellos arios dirigían a nuestros amigos, quienes continuaron su camino, conteniendo las carcajadas que pretendían salir de sus cuerpos.
Quince minutos más tarde, después de haber descendido por la pedregosa y empinada cuesta de la muralla norte del gran circo del Bromo, llegaban a la llanura de la antigua caldera del volcán.
El silencio de la noche era roto por el sordo bramido que provenían de las ígneas entrañas del Bromo.
Cansinamente, fueron progresando hasta llegar a la escalera de los doscientos cincuenta peldaños. Luego, no menos cansinos, fueron subiendo aquellos peldaños. Minutos más tarde se asomaron, por segunda vez en un día, a la boca del volcán. El espectáculo era muy distinto al contemplado por la tarde. La abertura a la que se había bautizado como “La Puerta del Infierno”, y que a la luz solar tenía una coloración rojizo-mortecina, ahora era un brillante agujero de un color rojo amarillento muy vivo. Por la misma salían grandes cantidades de gases que eran eyectados violentamente como si fueran proyectados por la tobera de un cohete..
También distinguieron otros varios puntos rojizos, que vistos desde el borde del cráter daban la sensación de estar viendo las luces de varias ciudades desde un avión en vuelo nocturno.
Los gases, impulsados por una fuerte brisa, envolvieron a los cuatro improvisados vulcanólogos, obligándoles a cubrirse la cara con pañuelos. Pero, aún así, la respiración se les hacía dificultosa, porque el anhídrido sulfuroso lograba traspasar la barrera de tejido. Les escocían los ojos, pero ellos sacaron adelante su propósito de efectuar fotografías, con diferentes exposiciones, de aquel fenómeno de la naturaleza.
El viento arreciaba en aquella cumbre, formando curiosos torbellinos que se desplazaban a velocidades vertiginosas. Cuando ellos apagaban las linternas para realizar las tomas fotográficas, el silbar del remolino que se aproximaba les ponía los nervios a prueba. Finalmente, fue inevitable que uno de ellos se formara a pocos metros de donde ellos estaban Alfredo y Manolo. El primero, mientras se lanzaba de bruces al suelo, apenas tuvo tiempo de gritar:
-¡Al suelo Manolo!
Y al instante quedaron envueltos por una nube de polvo y ceniza. Afortunadamente para Manolo el aviso de Alfredo llegó a tiempo y él también pudo tirarse al suelo. Faltó, pues un pelo, como se dice, para que uno o ambos no se vieran rodando cuesta abajo hacia la Puerta del Infierno.
Poco después, ambos oyeron la voz de Marrades, quien a la sazón se hallaba con Joan, casi diametralmente en la parte opuesta:
-Fredy, Manolo, esteu bé?
-Todo en orden, Jaume –Gritó Alfredo mientras él y Manolo se incorporaban del suelo.
La Boca del Infierno resoplaba ahora más fuerte (quizás esta enfurecida por haber perdido a dos presas) y está envuelta en una niebla azufrosa que dificultaba la obtención de imágenes fotográficas…

LUNES 13 DE JUNIO

Ruta: “Bromo – Tretes (Hotel Bath)
A las dos de la madrugada, el grupo formado por Alfredo, Marrades, Genebriera y Manolo, decidió marchar de aquel lugar.
Cuando llegaron a la planicie, llamada por los nativos “Kaldera Dengger”, y dirigieron sus miradas al Cielo, libre de los vapores azufrosos, pudieron apreciar que el tiempo había mejorado notoriamente y las estrellas refulgían con todo su esplendor. La negra nube del volcán se proyectaba sobre la Vía Láctea, sugiriendo a los cuatro componentes de COSMOSUR la idea de que se hallaban en un mundo cercano a una nebulosa opaca. Realmente, aquel espectáculo resultaba fascinante. Ver el Firmamento desde la base de un circo de origen plutónico, constituye un espectáculo único. La persona se siente transportada a un remoto planeta, perdido en una galaxia ignota.
Eran ya las cuatro de la madrugada cuando llegaban al campamento de COSMOSUR. La abundante hierba que por allí crecía, había absorbido gran cantidad de humedad, tanta que cuando ellos se metieron en sus sacos de dormir los pantalones y el calzado los tenían, literalmente, empapados en agua.
El ambiente interior de las tiendas de campaña resultaba muy fresco y ello hizo que aquellos que llevaran ropas de poco abrigo, se encontraran realmente incómodos.
Poco después de su llegada, el resto de los miembros de la expedición que hasta aquellos momentos había pernoctado en las tiendas, menos Javier que se quedó en su saco de dormir, emprendieron la marcha hacia el Isotarem para ver el amanecer desde tan fantástico lugar.
A la vuelta de la segunda expedición, los viajeros fueron al “restaurante” Hijo Puta, perdón, Bromo Permai, en donde tomaron un infecto desayuno, consistente en unas rodajas de pan con un poco de mantequilla y menos mermelada. Unos cafés con leche siguieron al exiguo alimento y pare usted de contar. Por todo ello nos cobraron diecisiete mil rupias (y eso que veníamos de parte de míster Frankiln).
Javier se ha levantado algo resfriado, debido al frío que paso durante la noche.
-¡Joder, hostia! ¡Un tío como yo, con cuarenta y tres años, con dinero y que tenga que dormir en el campo, pelándome de frío como un rapazuelo! – Decía entre estornudo y estornudo.
Los alrededores del Hijo Puta –y dale, lo siento- Bromo Permai, estaban muy concurridos por un variopinto grupo de personas. Unas iban ataviadas como guerreros de Gengis Khan, otras a la europea. Una multitud de nativos se afanaba en subir a un camión un gran número de maniquíes de espuma de nylón. Supimos que era el personal que estaba rodando una película de, digámoslo así, historia-ficción.
08h 50m nuevo.
09h 30m.- Las gentes de estas zonas se asemejan en fisonomía, vestimenta y hábitos a los naturales del Tíbet o de los Andes –tal vez porque medios semejantes dan lugar a evoluciones paralelas-. Los perros son, también, muy primitivos, parecen descender directamente de los dingos prehistóricos.
10h 25m.- Hemos detenido los vehículos para poder inspeccionar lo que nos parecer ser una explotación de caucho; aunque los entendidos del grupo sostienen que por ser árboles muy parecidos a los pinos no puede tratarse de caucho, sino de látex.
11h 14m.- Otra vez en la carretera general.
Hoy el tránsito es horroroso. Para no perder la costumbre, hemos estado a punto de colisionar (bien la furgoneta, bien el turismo) varias veces.
11h 40m.- Decidimos ir a Tretes, una estación “chic” de montaña.
El calor en estos momentos es agobiante para los viajeros de la furgoneta, quienes no llevan puesta la refrigeración. ¿Motivo? Muy sencillo, resulta que cuando se la pone en marcha, su trabajo sólo es apreciado por los pasajeros que viajan junto al conductor –en este caso, incluso, llega a ser excesivo para ellos el aire frío que el aparto expulsa-; pero, los que viajan más atrás no notan ningún alivio y, dado a que las ventanas del vehículo deben de ir cerradas, entonces sucede que los que van delante se pelan de frío y los que van detrás se asan de calor.
12h 20m.- Llegamos a Tretes.
Tretes tiene la apariencia de un lugar residencial. Hay torres preciosas, de un diseño muy distinto al usual en Java; puesto que en todas ellas están edificadas según el más refinado estilo europeo. Tretes viene a ser como un pueblo residencial de montaña. Se halla a unos ochocientos metros sobre el nivel del mar y, desde este lugar, se puede contemplar el imponente cono volcánico del Monte Arjuna, con sus 3.339 metros de altura.
Aparte de un pequeño mercado, no hay en esta población nada de interés. Todo, pues, parece invitar al descanso. Por lo tanto, nada mejor que este lugar para que los esforzados expedicionarios de COSMOSUR, reparen sus fuerzas.
Nos hemos hospedado en el Hotel Bath, compuesto por un conjunto de bungalows. La distribución exterior, sus jardines y piscinas le dan un aire muy agradable. En cambio, no sucede lo mismo cuando uno se halla en el interior de uno de los bungalows; puesto que, nada más entrar, nos encontramos con una espaciosa sala muy pobremente amueblada, pues sólo hay en ella una mesilla con una jarra de aguas, dos sillones y una papelera. Detrás hay una cristalera con una cristalera corredera que da acceso al dormitorio. En este habitáculo hay dos camas, una especie de escritorio y un horroroso espejo. Una cavidad rectangular da acceso al baño, muy sencillo, en cuyo interior hay un tosco armario empotrado.
Sobre el escritorio, se destaca un antiguo y desvencijado televisor.
La ropa de las camas está mal lavada, conservando las huellas de anteriores y poco cuidadosos visitantes.
Una vez ordenada nuestra impedimenta, nos reunimos en la piscina, en donde nos dimos un reconfortante baño. Luego, retornamos a nuestros respectivos bungalows y allí realizamos una prolongada siesta.
Hacia las siete de la tarde, la mayoría del personal de COSMOSUR, se reunió para cenar en el espacioso comedor, adornado al gusto del país, en el que se destacaba una gigantesca lámpara central, formada por globos de mimbre.
La cena consistió en unos exquisitos cócteles de gambas, a los que siguieron los “american steaks” (aunque, en este caso, las patatas estaban algo crudas y el filete de carne resultaba un tanto correoso), después vino fruta natural (piña, papaya y bananas). No obstante, Fredy optó por pedir un postre exótico y que en la carta llevaba el nombre de “emping”. Ya cuando nuestro amigo encargaba su capricho, el camarero le dirigió una mirada de compasión. No era para menos. El “emping” consiste en un plato de cortezas secas, parecidas a gigantescos chicharrones, cuyo sabor era realmente repugnante.
Durante la sobremesa, se discutió lo que haríamos en Bali. En esta isla tenemos reserva de hotel durante los tres primeros días; luego, para los cinco restantes … verdaderamente no sabemos como emplearlos. Tampoco tenemos claro lo que haremos cuando regresemos a Yakarta; puesto que la visita a la embajada de España puede suponernos lo que se dice un porrón de duros, ya que primero habremos de alquilar taxis que nos llevaran a la sede diplomática de nuestro país, sita en Wisma Kosgoro 53 Jln Thamrim (Teléfono 37-19-20 y 36-59-96). Segundo, habremos de reservar habitaciones en un hotel en donde pernoctar y tercero, volver a alquilar taxis para que nos lleven al aeropuerto.
Con lo que hemos expuesto, son muchos los que opinan que, en realidad, a esta expedición, una vez cubiertos sus objetivos, le sobran demasiados días. Otros, con otra filosofía más optimista, dicen que, como por aquí es difícil que volvamos, ese tiempo que parece estar de más, debemos en emplearlo en hacer turismo y ver todo cuando podamos ver: paisajes, monumentos, folklore, etc. etc. Esto último parece ser lo más correcto. Sin embargo tiene un pero: el dinero. En efecto, ya son varios expedicionarios que van muy mermados de fondos.

MARTES 14 DE JUNIO

Ruta: Hotel Bath . Surabaya – Bali (Hotel Alit’s Beach)
07h 30m.- El cuerpo expedicionario efectúa su desayuno. Luego, se procedió a cargar el equipo en los vehículos.
07h 50m.- Nos ponemos en marcha rumbo a Surabaya. De modo que ahora vamos hacia el norte de la isla de Java.
08h 00m.- Cuentakilómetros 17.019.
09h 10mm.- Nos hemos equivocado de ruta y dejado atrás el aeropuerto. Para rectificar el sentido de nuestra dirección hemos tenido que recorrer varios kilómetros en medio, como ya es habitual, de un denso tránsito que, con frecuencia, experimentaba retenciones.
Hemos de hacer constar que los frecuentes errores de ruta que cometemos se deben a la escasísima señalización que reina en las carreteras javanesas.
09h 20m.- Llegamos al aeropuerto de Surabaya. Está muy concurrido y, en consecuencia, todos los aparcamientos se hallan ocupados. No sabemos en dónde dejar los coches. Así que decidimos que varios de los nuestros bajaran de los vehículos y se dedicaran a buscar a los empleados de la Agencia Avis que debían ya de estar esperando nuestra llegada. Estas personas llevan como distintivo una bolsa de mano de color rojo.
Afortunadamente, no fue necesaria la búsqueda, pues fueron ellos quienes dieron con nosotros.
Genebriera nos dijo que para aliviar nuestro bagaje en el viaje a Bali iba a proponerles si era posible que la empresa Avis se hiciera cargo de la custodia de un equipo que ya no necesitaríamos en Bali. Los empleados no pusieron ninguna objeción. Así que, gracias a esta gestión, dejamos el pasado baúl, las tiendas, algunos sacos de dormir y los sombreros de paja que habíamos comprado en Borobudur y con los que nos inmortalizamos en unas fotografías en la terraza del Hotel del Ramayana, después de observar el eclipse de Sol. Lo que sí nos llevamos es el telescopio refractor, ya que suponemos que podremos realizar algunas observaciones del Cielo del Sur.
El cambio en el aeropuerto está a 960 rupias por dólar (unas 137,14 pesetas); aunque la caja, claro está, no era oficial.
10h 15m.- Estamos ya en la sala de espera del aeropuerto. Aquí hace mucho calor y el trasiego de viajeros es bastante intenso. Abundan -¡cómo no!- los japoneses. En el rato que llevamos aquí sólo hemos visto un par de personas de raza blanca.
El aeropuerto es de dimensiones bastante reducidas y sus instalaciones son antiguas y presentan un aspecto descuidado.
10h 35m.- Desde que salimos de Tretes, Pepi no parece encontrarse muy bien. Dice que está mareada.
11h 24m.- Facturado el equipaje, pasamos sin contratiempos los controles de personal. Ahora nos hallamos en la sala de espera interior. El vuelo que nos ha de llevar a Dempasar (Bali) es el GA-600.
11h 50m.- Hemos calculados los kilómetros que hemos realizado. A la salida de Yakarta, el cuentakilómetros indicaba 15.384, y cuando entregamos los coches en este aeropuerto de Surabaya, 17.049. Por consiguiente, hemos hecho 1.665 kilómetros por las carreteras de Java. Si tomamos como promedio de marcha 35 km/h, representa que hemos consumido 47,5 horas de conducción.
Enfrente de donde estamos sentados, hay una tienda dedicada a la venta de artículos de batik. Se llama “Serambi Larasafi”. Las camisas de caballero, sea cual sea su talla y color, 20 mil rupias (unas tres mil pesetas).
12h 15m.- La sala de espera carece de indicadores electrónicos. Así que tenemos que estar atentos a los altavoces, que dicho sea de paso, hasta ahora, sólo han estado dando las referencias de los vuelos en indonesio.
12h 39m.- En teoría, teníamos que salir a las doce y cuarenta minutos pero … esto no es Frankfurt.
13h 00m.- Los altavoces –ahora si que dan indicaciones en inglés- anuncian la llegada de una aeronave procedente de Bali.
13h 35m.- La voz, cálida y sensual, de una locutora, avisa de que hemos de embarcar. Remarca varias veces, con un acento de cachonda que pone fuera de sí a nuestro apasionado Javier, que la puerta de embarque es
-Pintu satu. Pintuuu Satuuuu (que, en cristiano y sin voz cachonda, significa: puerta uno)
-¡Madre de Dios! ¡Qué polvo! ¡Qué polvo está pidiendo esta tía! –No hace falta decir quién de nosotros hizo esta exclamación, ¿verdad?
Un destartalado autobús nos lleva hasta el avión. Este es un F-29.
13h 45m.- La aeronave ya está acelerando …¡Upa, otra vez surcando los aires!”
13h 46m.- Sobrevolamos el estrecho de Madura. Rumbo este.
13h 53m.- Una masa de nubes, verdadero mar blanco, nos impide la visión.
Como dato anecdótico, anotaremos que cuando caminábamos hacia el aparato, una vez que habíamos bajado del autobús, hemos conocido a individuo de aspecto hindú. Tiene unos cincuenta años y nos dijo que se dedica a la pesca de tiburones. Precisamente perdió el ojo cuando pugnaba con uno de estos escualos.
14h 03m.- Sobrevolamos un volcán gigantesco. Es el Monte Raung, con 3.322 metros de altura. Su cima sobresale por encima del manto nuboso.
14h 10m.- Comenzamos a descender. Volvemos a zambullirnos en el mar de nubes y, momentos después, comienzan a afectarnos las turbulencias atmosféricas.
14h 15m.- Nos hallamos bajo el techo de vapores. Un horizonte plomizo se extiende ante nuestras miradas. El océano presenta al mismo color, no obstante, logramos distinguir varias manadas de grandes animales marinos. Quizás eran delfines.
14h 18m.- El avión inicia la maniobra de aproximación al aeropuerto de Bali.
14h20m.- Tenemos ya Bali a la vista. Unas blancas olas forman una especie de semicírculo. Creemos que se trata de una barrera de coral. También podemos observar que la pista de aterrizaje comienza a ras del mar.
14h 25m.- Aterrizamos.
14h 40m.- Todo ha ido muy rápido y sin contratiempos. De modo que ahora, ya en la sala de espera, ha salido a nuestro encuentro un guía que nos envía la agencia de viajes. Esta persona habla muy bien el español y dice llamarse Edy y, recalca, que él es de religión católica.
Edy nos ha conducido a un autocar y, en estos momentos, ya nos hallamos rodando por una tranquila carretera –muy bien asfaltada, por cierto- Edy nos va haciendo algunas observaciones sobre la isla y sus habitantes. Nos dice que la mayor parte de la población es de religión hindú. Aunque, hay cierto ritos particulares que la diferencian de la que se practica en la India.
Comenta que los perros se emplean para ahuyentar a los malos espíritus. Durante el día, los canes están libres, pero, cuando llega la noche, sus amos los recogen llevándolos al interior de las casas para que con su presencia sus hogares se hallen protegidos.
En Bali, según, Edy, hay explotaciones de sal. Este producto se encarece en los meses lluviosos de noviembre y diciembre.
1hh 00m- Mientras el guía, como tal, no deja de hablar, el autocar nos lleva a Sanur, la capital de la isla. Atravesamos esta urbe y continuamos la ruta hacia el hotel.
15h 20m.- Llegamos a nuestro alojamiento. Como ya hemos apuntamos su nombre es Hotel Alit’s Beach Bungalows. La entrada o parte frontal del establecimiento tiene un estilo muy jawaiano, siendo su campo de edificaciones –bungalows- extensísimo.
Los bungalows, construidos en medio de una exuberante floresta, son de dos plantas. Los que nos tocaron en suerte se hallan a una considerable distancia de la entrada al hotel, por ello, cargados como íbamos, el camino hasta ellos se nos hizo largo (y pesado, esto lo decimos por el equipaje).
Como a menudo venimos observando, la distribución del interior de los recintos o habitaciones en estos complejos hoteleros es extraña. Por ejemplo, a continuación de un dormitorio, con las cabeceras de las camas enfundadas y acolchadas, topamos con un armario empotrado de pésimo diseño y cuya parte interna está sin barnizar. Además, de la barra que sirve para colgar la ropa penden unas viejas y enmohecidas perchas. También, no era raro encontrar algún que otro cucarachón patas arriba, ya en el armario, ya en el baño o en cualquier otra parte.
El baño era espacioso, pero carecía de una buena iluminación, lo que dificultaba, por ejemplo el poder afeitarse de una manera correcta (o, en el caso de las féminas, el poder maquillarse y peinarse a su gusto). Otro defecto era que la ducha carecía de cortina. Más tarde descubrimos otro defecto y este es que si los vecinos de la planta baja se duchan, los que habitan la habitación o piso superior se ven privados del líquido por falta de presión.
Algo más hemos de añadir sobre los bungalows y es el hecho de que aunque sus paredes son de obra, el techo es de cañizo, sostenido por barras de bambú. Esta estructura debe de ser renovada cada cuatro años.
A las cinco, tal como habíamos quedado con nuestro guía, nos reuníamos en el recibidor del Alit’s Beach. Poco después subíamos a un autocar que nos llevó al Museo de Bali, un espacioso recinto en donde se ofrecen representaciones de las danzas y mitología de la isla.
Seguidamente nos acomodaron en un minúsculo anfiteatro, parecido al que tiene la ciudad de Barcelona en Montjuic, pero mucho más pequeño. En el centro del escenario había una especie de candelabro adornado con figuras de mono y que, no había la menor duda, iba a ser el elemento que iluminaría la representación.
¿Qué íbamos a ver? Pues, ni más ni menos, que la llamada “Danza Kechak”. En esta danza se trata de representar un pasaje de la leyenda épica del Ramayana. Su argumento, en síntesis, es el siguiente: Rama, heredero del trono de Kosava, en donde todavía reinaba el viejo rey Dasadarata tuvo que marcharse al destierro. El motivo fue el siguiente. Rama tenía tres hermanos, Barata, Laksmana y Saturgua. La ley exigía al rey que debía nombrar a un sucesor. Para el pobre Dasadarata, la elección resultaba muy difícil, puesto que sus cuatro hijos eran varones rectos y virtuosos. No obstante, tras meditar largo tiempo, finalmente llegó a la conclusión que el trono había de pasar a manos de Rama.
En contra de lo que puede pensarse, sus tres hermanos acogieron con júbilo el veredicto del padre, pues todos ellos juzgaron que Rama era el mejor. Pero …¡Ay, la poligamia! Sí, decimos bien, porque aunque los cuatro muchachos eran hijos de Dasadarata, no sucedía lo mismo con sus madres y la de Barata no aceptó esta decisión tomada por su esposo. Ella quería que en el trono se sentara su hijo. Entonces recordó que cuando el rey estaba prendado de sus encantos le pidió que cuando ella quisiera le pidiera dos deseos; deseos que nunca hasta aquel momento había manifestado. Por ello, como buena harpía, creyó llegado el momento de que el rey pagara por haber gozado de su cuerpo. Así que se dirigió a Desadarata y le recordó que, tiempo atrás, le había prometido que le concedería dos deseos. El viejo rey, sin sospechar nada, dijo que la promesa seguía en pie.
Entonces la madre de Barata abrió su boquita de piñón y dijo
-¡Oh, mi rey! Estos son mis deseos que has prometido conceder. Primero: Rama debe de ser expulsado de Kosala durante catorce años y enviado al legendario bosque de Dandaka. Segundo: Barata, mi hijo, debe de ser nombrado tu legítimo sucesor.
El rey, apesadumbrado, hubo de acceder a las peticiones de la madre de Barata. No obstante, Barata era un joven de principios y, viendo que no podía persuadir a su padre para revocar el injusto proceder de su madre contra Rama, juró que si él era nombrado heredero del trono, su reino duraría catorce años. Cumplido este tiempo, que era el que se había asignado para el destierro de su hermano Rama, entregaría la corona a Rama, a quien consideraba que era el único y legítimo sucesor de Dasadarata.
Partió, pues, Rama hacia el bosque encantado de Dandaka. No marchó solo, pues en su exilio le acompañaron su hermano Laksmana y su esposa Sita.
La danza kechak simboliza una de las numerosas aventuras que Rama y sus acompañantes hubieron de experimentar antes de regresar al reino de Kosala. En ella se representa el rapto de Sita por el perverso rey Rahwana. En su lucha contra Rahwana y los suyos, Rama es ayudado por Sugriwa, rey de los monos. En el combate final, también viene en su ayuda Garuda, el rey de las aves.
En este combate, Garuda mata a Meganada, hijo de Rahwana quien, a su vez, pierde la vida a manos de Rama.
La acción se desarrolla en lo que podríamos llamar cinco actos. Desde el primero hasta el último, un coro de hombres, que como única vestimenta llevan una especie de falda corta a cuadros, y que personalizan al mono –kechak, en lengua nativa, de ahí el nombre de la danza-, se limita a recitar un interminable letanía, consistente en una especie de chasquido que a nosotros nos venía a sonar como “tchaca, tchaca, tchaca …”. Mientras “cantan” o “recitan” lo que hemos descrito, estos personajes extienden sus brazos y con las manos efectúan un rápido movimiento de balanceo (hemos de puntualizar que este coro permanece todo el tiempo sentado)
Mientras, en el escenario van apareciendo los actores principales –quienes únicamente emiten sonidos guturales- y llevan trajes muy vistosos y polícromos. También surgen bailarinas que parecen extrañas muñecas de porcelana. Sus movimientos son lentos y acompasados.
Para un espectador occidental, el conjunto de la obra resulta un tanto pesado. Por ello, la mayoría de los asistentes encontró excesiva los sesenta minutos que duró el espectáculo. También influyó la incomodidad de los asientos que eran de piedra y no había almohadillas para alquilar. Además, eran muy bajos y no tenían respaldo.
Entre el público asistente abundaba el de origen italiano, que se destacaba del resto por el amaneramiento de sus componentes masculinos (es un decir), por el extravagante atavío de las féminas y por su incesante locuacidad que, en ocasiones, llegaban a perturbar seriamente el seguimiento de la danza.
Digamos, para acabar, que este grupo que interpretaba la “Danza Kechak”, ganó el año pasado el festival de danzas de Bali (esto lo supimos por Edy).
Finalmente, Edy nos llevó a un típico restaurante de la isla, que se llamaba “Pino Sea Food”, en donde comimos por primera vez la langosta de Bali, marisco muy apreciado por los buenos sibaritas, pero que lo deja a uno hambriento si la langosta no la acompaña con algo más. El plato consiste en tres langostas, no


excesivamente grandes, aderezadas con una salsa dulzona –lleva piña como uno de sus ingredientes- y picante a la vez (chile). Como siempre, el pan resulta insólito verlo en las comidas. Hay que exigirlo:
-Please waiter, some bread!
Al fin, te traen un platito con cuatro o cinco rebanadas y ya está. Edy nos dijo al respecto que en Bali sólo se come pan en las grandes ocasiones o fiestas (¡Pues lo tenemos claro! ¿Eh?)
La cena nos costó ciento nueve mil seiscientas rupias.
Edy, contento porque le habíamos invitado a cenar, se creyó en el deber de continuar facilitándonos datos sobre Bali. Algunos los retuvimos y los transcribimos porque creemos que son interesantes. Veamos:
Bali tiene 3.500 kilómetros cuadrados y unos dos millones y medio de habitantes. Su capital, como ya avanzamos, es Dempasar (que tiene unos cien mil). La inmensa mayoría de los balineses son de religión hindú, aunque también hay musulmanes y un pequeño núcleo católico, al que pertenece Edy.
En Bali se cultiva principalmente arroz; por lo que es frecuente ver extensos arrozales en forma de terraza o escalones. La limpieza de estos campos se realiza de una forma muy original, puesto que los campesinos dejan libres en ellos a sus patos domésticos, quienes se encargan de comer los hierbajos, restos inservibles de las cosechas e, incluso, insectos.
La población, socialmente está dividida en dos castas: la alta y la baja. La alta es, como siempre, la rica y dominante; en tanto que la baja es jornalera y campesina. Hoy en día, no obstante, la situación está cambiando, ya que gracias a los progresos que se han realizado en el campo de la enseñanza, hay muchas personas que provenientes de la clase baja, han logrado hacerse con títulos universitarios, tales como los de médicos y abogados; lo cual les permite gozar de unos ingresos económicos que les permiten situarse a la altura de las clases pudientes. Así, por ejemplo, en el caso de nuestro guía, son cuatro hermanos, uno de ellos es médico, el otro es abogado y el tercero es … mujer.
Bali significa “Isla de las Ofrendas”, calificativo que ciertamente le viene como anillo al dedo, ya que cuando de recorre la isla se observa que los templos y las capillas de ofrendas salen continuamente al paso. Respecto a la ofrenda, digamos que esta debe de realizarse de acuerdo con la categoría social de la persona. Así, pongamos por caso, en una ceremonia fúnebre, si la familia del difunto (o difunta) es aristocrática, deberá demostrarlo efectuando una pomposa ceremonia de cremación. Ceremonia que originará unos dispendios económicos realmente desorbitados. Veamos el porqué:
Primero se deberá de conservar el cadáver en su casa durante treinta días. El cuerpo deberá de estar ungido con olorosos y carísimos ungüentos y bálsamos, para evitar su putrefacción. Segundo, pasados esos treinta días, llega el de la cremación. Para ello, se deberá de levantar una gran torre de ofrendas –de unos diez u once pisos-, en cuya cúspide colocarán al fallecido/da. Después le prenden fuego y, más tarde, recogerán las cenizas y las verterán al mar.
Como puede suponerse, no ocurre lo mismo en el caso de un paria, puesto que como no hay dinero para el embalsamamiento, lo que se hace es enterrarlo durante los treinta días reglamentarios que establece el rito. Pasado este tiempo, se levanta una simple pira funeraria y se procede a la cremación del cadáver.


MIÉRCOLES 15 DE JUNIO

Ruta: Alit’s – Sangeh (Templo Real – Mengwi : Tanah Lot – Alit’s
El desayuno “continental” del Alit’s no ha podido ser más pobre: dos rodajas del ya odiado pan inglés –que aquí se llama pan americano-, un poco de mermelada y mantequilla, un zumo de naranja o un vaso de leche condensada, el té o el café.
Las playas cercanas a este hotel son de arena fina y negruzca. Están muy sucias por la cantidad de restos, orgánicos principalmente, que el Mar de Bali arroja a ellas. A la playa se llega directamente desde la parte de atrás del hotel. Esta playa es muy extensa. A la derecha se alarga hasta llegar hasta el más famoso hotel que hay en la isla, el Bali Beach (del que hemos de comentar que, en lugar de estar formado por bungalows, es un enorme edificio que, desafortunadamente, desfigura el paradisíaco paisaje que le rodea. Después de su construcción se prohibió la edificación de semejantes mamotretos de cemento. En cambio, a nuestra izquierda, la playa se extiende hasta terminar en una especie de bahía, en donde los cocoteros llegan hasta la orilla del mar. En este sector hay varios poblados de pescadores. Sus barcas, muy llamativas por los vivos colores con los que están adornadas, son largas y, a cada lado, llevan unos no menos largos y estrechos flotadores.
En el Hotel Alit’s Beach, hay una piscina con su, digámoslo así, merendero incluido. Pero, resulta que el tamaño de la misma es inadecuado para las dimensiones de un hotel como este. Menos mal que la afluencia de bañistas no es muy abundante; pero, aun así, a mediodía resulta imposible conseguir una tumbona y uno no se puede estirar en el suelo, ya que la tierra quema debido al calor que reina a esas horas. De entre el público asiduo a la piscina podemos citar a las “canguros”, unas muchachotas australianas, muy macizas ellas, que llevan unos trajes de baño –maillots principalmente- antediluvianos. Sólo dos llevaban bikini y una iba con los senos al aire y, que como es de suponer, no tardaron en entablar conversación con Javier.
En el merendero comimos algunos bocadillos –de pan inglés, claro-. El precio medio de cada uno era de unas 600 pesetas.
14h 15m.- Salimos en una excursión facultativa hacia el Bosque de los Monos. Con nosotros viaja un griego trotamundos, quien se ha hecho amigo de Javier.
14h 30m.- El autocar se detiene en el puente que hay sobre un río. Desde este lugar podemos contemplar el trabajo que realizan unas mujeres que sacan arena del río. La extraen sumergiéndose en sus pardas aguas con los capazos en la cabeza. Luego, la suben a la orilla y la depositan en unos montones, en donde otras mujeres la cargan en un camión.
Estas obreras tiene que laborar durante ocho horas al día; pero, se les paga no conforme a un salario fijo, sino según la cantidad de capazos de arena que ha sacado del río. El control de los cestos que cada una de ellas saca del agua lo lleva un capataz, quien en unos recipientes que tienen el número de la operaria va depositando una piedra por cada extracción.
15h 05m.- A medida que avanzamos, aumenta el primitivismo de los naturales.
Las terrazas de cultivo del arroz se extienden inacabablemente ante nuestras miradas. En muchos de estos terrenos, bandadas de patos domésticos realizan sus faenas de limpieza, comiéndose los hierbajos, gusanos e insectos.
16h 20m.- Llegamos a Sangeh para visitar el Templo Real.
En este lugar existen dos plagas: la de los vendedores de souvenirs y mercanchifles de toda índole, la mayoría de los cuales se hallan en unas barracas que llegan a formar un inacabable mercadillo; la otra es la de los monos. Estos primates están semidomesticados. Han aprendido mucho de su primo, el hombre. Tanto, que ahora tienen una excelente organización de bandidaje. Sí, así, tal como suena.
Edy, nuestro guía, nos advirtió que no lleváramos objetos tales como gafas, plumas estilográficas o bolígrafos, incluso, sombreros. La verdad es que nos lo tomamos a broma. Sin embargo, pronto pudimos comprobar y experimentar “in situ” cuán de verdad tenían las advertencias de Edy.; puesto que nada más entrar en el recinto, al griego (a quien Javier llama Nicolás y que viaja de “gorras” con nosotros), uno de estos cercopitecos le arrebató el carrete de fotografías cuando trataba de introducirlo en su máquina. Hecha esta cabronada, el macaco echó a correr, siendo inútiles los esfuerzos que, tanto Nicolás, como los que hicieron algunos guardas, realizaron para recuperar el objeto que el animal había birlado.
A Javier lo iba siguiendo un mono. Nuestro amigo, como siempre muy expresivo, se dirigió hacia la bestia y le dijo:
-Como te acerques, hijo de puta, te doy una patada en los cojones que te mato.
Apenas había acabado esta frase, cuando el macaco, con la celeridad de un rayo y como si hubiera sido impulsado por un potente resorte, se catapultó contra la espalda de Javier.
-¡Ay, la hostia!
Se oyó decir a nuestro barbas, mientras el bicho le arrebataba con gran pericia sus gafas. Una vez realizada su proeza, el primate salió corriendo y se plantó delante de nosotros, como a una decena de metros, mirándonos con aire desafiante. Javier quedó estupefacto, sin ni siquiera reaccionar. Lo único que hizo fue llevarse las manos a su mejilla derecha, diciendo:
-¡Cojones, me ha arañado el muy cabrón!
Santiago, el hermano de Herminia, echó a correr para atrapar al mono y algunos de nosotros le seguimos, para tratar de dar caza al bicho. Pero tan pronto como avanzábamos unos pasos, el animal retrocedía otros tantos con la misma velocidad y sin soltar su presa.
Edy, llamó entonces a uno de los guardias. Este, ya ducho en este tipo de lances, le tiró una bolsa que contenía cacahuetes; pero, el mono, una vez la agarró, se la puso de inmediato en la mano en la que llevaba las gafas. Entonces, el guarda le dijo algo a Edy y este nos dijo:
-Tranquilos. Es que el mono quiere otra.
Así que el guarda volvió a lanzarle otra bolsa del codiciado manjar y esta vez sí que el macaco soltó los anteojos de Javier y se fue muy ufano con sus dos bolsas.
Entretanto, Alfredo, quien iba cargando con todo su equipo de vídeo no era molestado por los monos. Tal cosa nos intrigó. Tenía que haber una razón. Por ello nos pusimos a investigar y, fue Tomás quien dio con la solución. La razón era debida a que los cuadrumanos tomaban el cable que une la cámara de vídeo con el maletín de control por una serpiente. En este sentido, realizamos varias pruebas y siempre obteníamos el mismo resultado: los macacos huían aterrorizados en cuanto les aproximábamos el cable moviéndolo de manera ondulante como si se tratara de una serpiente.
Antes de entrar en el recinto del Templo Real, un cartel advierte muy seriamente de que las mujeres que tengan la menstruación deben de abstenerse de entrar en él.
El origen de la construcción del Templo Real se atribuye a Rama. El templo se encuentra inmerso en medio de una frondosa vegetación. Tiene una larga avenida; la cual, desde la entrada, permite dar a este monumento un aspecto fantasmagórico. Para el amante de la fotografía existe el inconveniente de que la abundancia de visitantes no permite obtener tomas de calidad, a menos que uno se arme de paciencia y espere largamente a que se produzca uno de esos vacíos que, ocasionalmente, suelen darse entre muchedumbre y muchedumbre. Otro inconveniente es el de ir de la mano de un guía; ya que este te enseña lo que él quiere o, mejor dicho, lo que a él le interesa. En consecuencia, indefectiblemente, siempre acabamos en los lugares de venta de artículos (no en todos, claro, sino solamente en aquellos en los que él debe de cobrar comisión).
En un lugar como Sangeh, resulta ridículo que el guía diga: “Quince minutos para visitar el lugar”.
16h 20m.- Ahora estamos en Menqwi. Hemos venido para visitar otro templo, cuyas dimensiones dejan chicas a las de Sangeh. Le preguntamos a Edy por el nombre de este templo y, por toda respuesta, nos dice:
-El Templo Real.
-Pero, ¿acaso no era el de Sangeh? ¿Es que los dos tienen el mismo nombre?
-¡Oh, sí, sí!
Hubimos de creerle, porque, en verdad, que no teníamos ninguna información referente a esta construcción.
El conjunto arquitectónico del templo es muy extenso. A la entrada, sigue una inmensa explanada, con una construcción central en su centro. A la explanada sigue un recinto amurallado, traspasado el cual se encuentran las edificaciones de los templos y altares.
Este templo, según, Edy, fue construido hacia 1.634 y está dedicado a Shiva.
18h 20m.- Estamos presenciando una pintoresca puesta de Sol en un lugar muy frecuentado por los turistas. Este lugar se llama Tanaha Lot. En realidad, el Tanaha Lot es un templo que se levanta sobre un islote muy próximo a la costa, tanto, que en los momentos de bajamar, se puede acceder a él andando. Tal construcción es como tantas otras que menudean en la isla de Bali; pero, al estar sobre este promontorio y visto proyectado hacia poniente, hace que los ocasos de Sol sean muy interesantes, aunque por lo que vimos nosotros, no podemos decir que resultaran espectaculares.
Enfrente mismo de las rocas sobre las que está levantado el citado templo, hay unas grutas, en las que habita un pequeño reptil, al que los nativos llaman Ular Polen. Lo que en cristiano quiere decir: serpiente de color.
La ular polen es un ofidio de medio metro de largo, de color blanco y negro, cuya mordedura origina la muerte irremediable en cinco minutos. Tomás y Manolo, ignorantes ellos, vieron al bicho y lo llegaron a coger y tener en sus manos, ya que les parecía que era una serpiente de agua, ciega e inofensiva.
Nuestros amigos se la enseñaron a Edy.
-Mira, Edy, que serpiente de agua tan bonita –Dijo Manolo.
-No es una serpiente de agua. Es la famosa ular polen. Su picadura es tan mortal que no daríais ni cinco pasos si os pica. Yo de vosotros la dejaría rápidamente y si no me creéis, pues …¡Un voluntario para comprobarlo!
No hubo voluntarios, claro. La serpiente fue depositada rápidamente sobre la arena de la playa y se escurrió rápidamente en el agua, en tanto que Tomás y Manolo estuvieron durante un ratito muy callados y pálidos.
De vuelta al Alit’s Beach, fuimos a cenar al Pino Sea Food. Entre los platos servidos destacamos por su incomestibilidad un arroz aderezado con salsa picante, y una especie de estofado con carne de cerdo, guarnecido con una salsa agridulce … Si, como es de suponer, también en ella encontramos los inefables pedazos de piña.

JUEVES 16 DE JUNIO

Son las cinco de la mañana cuando amanece. Los pájaros llenan el aire con sus trinos. Multitud de gorriones van y vienen revoloteando por los tejados de paja. La temperatura es muy agradable.
Hacia las seis y media cae un aguacero. Es entonces cuando el paisaje queda envuelto en unos tintes irreales. Azules, blancos y rosados se entremezclan en los cielos, en tanto que el ambiente se llena de una fragancia exquisita.
Los madrugadores de la expedición (Javier, Jaume, Manolo) aprovechan para darse un baño en la piscina. El agua a esas horas estaba francamente deliciosa.
El desayuno consistió en el insulso “continental brekfast”.
08h 40m.- Edy viene en un autocar para llevarnos a efectuar una segunda excursión, en la que según nos dijo, veremos la “Danza del Barong” y el volcán Batur.
08h 50m.- El Sol ilumina un pelotón de cuerpos uniformados. Llevan armas y cascos de acero. Están efectuando ejercicios de instrucción militar. Todos ellos se afanan por ejecutar con presteza las órdenes que les va dando un superior. Dentro del cuadro bucólico que representa el paisaje de Bali, aquellos soldados adquirían una dimensión extraña. En verdad que parecían el preludio de un futuro apocalíptico. Por ello, fuimos muchos los que nos formulamos la siguiente pregunta: ¿cuántos de aquellos seres plenos de vida hoy la verán segada en la próxima guerra?
08h 55m.- Llegamos a Batubulan. Aquí es en donde hemos de presenciar la danza del Barong.
Cada uno de nosotros hubo de pagar 1.500 rupias por la entrada.
Lo que encontramos no se parecía en nada a la especie de anfiteatro en donde presenciamos la danza Kechak. El lugar en donde se iba a representar el espectáculo era una sala al aire libre –y parcialmente cubierta por un tejado de cañas de bambú-. Cuando llegamos nosotros dicha sala ya estaba muy concurrida. Por esta razón hubimos de colocarnos en uno de los laterales –el derecho, según se entra-, el cual está frente a la orquesta (compuesta por veintidós músicos).
Los instrumentos de la banda musical son todos de percusión, no habiendo ninguno de viento. Todos los componentes de esta orquesta siguen un ritmo rítmico y que suena muy fuerte. Resulta curioso observar que aunque todo parece ir acompasado, nadie, al menos de forma manifiesta, parece dirigir a los músicos.
La danza representa una etapa de la interminable pelea entre el bien, representado por el Barong (a quien nos lo presenta como un animal fabuloso) y el mal, Rangda, que también aparece como un no menos extraño animal.
La historia que se representa es, en síntesis la siguiente:
La madre de Sadewa, Dewi Kunti, se ve forzada a sacrificar a su hijo al espíritu del Mal, Rangda. En el desarrollo de la trama, interviene Siwa, el dios de la inmortalidad; de modo que hace intervenir a los Kris, seguidores del Barong y enemigos de Rangda; quien, en la lucha contra los kris resulta gravemente herido y aquellos quieren rematarlo. Pero, como Rangda tiene también una naturaleza inmortal, los kris no consiguen su propósito.
Esta historia tiene su moraleja, porque viene a decirnos que tanto el bien, como el mal son indestructibles y existirán en tanto exista el mundo.
La obra está dividida en una especie de preludio y siete actos. Al final de la misma, el sacerdote del templo sacrifica un pollo, con cuya sangre riega la tierra. Luego, bendice con agua a los bailarines que representan a los kris y, además, realiza ofrendas sagradas, que entendimos iban dirigidas al Barong. La representación duró una hora, minuto más o minuto menos.
10h 00m.- Partimos en dirección a la aldea de Mas, villorrio en el que, según Edy, podremos encontrar la esencia del arte de la isla.
10h 20m- Llegamos a Mas y rápidamente, nuestro guía nos lleva a visitar una escuela de tallistas de figuras de madera. La producción es intensiva, lo que da lugar a una rentable explotación. Estos tallistas surten el mercado de Indonesia. Los precios son rebajados, siempre y cuando se tenga la paciencia de regatear. Si uno lo es, puede obtener hasta un 40% de rebaja sobre el precio que inicialmente le dijeron. Así, por ejemplo, una figura de un Buda sedente, de unos 35 cm. de altura y que lleva el precio de 50 dólares, puede, finalmente conseguirse por 20 (Claro que después de media hora de regateo. No exageramos).
Fueron muchos, por no decir la totalidad de los componentes de COSMOSUR, que compraron varias tallas en este lugar. Debemos destacar que las que compraron Jaume, Tomás y Marcelo, eran de gran tamaño, de manera que deberán de ser transportadas por barco hasta Barcelona. Ello no representó ninguna dificultad para aquellos comerciantes, ya acostumbrados a este tipo de compras, de modo que ellos mismos se encargarán de embalar y hacer el envío correspondiente. No obstante, advirtieron, que el transporte era muy lento y que, por tanto las tallas adquiridas tardarían bastante en llegar a su punto de destino.
11h 00m.- en marcha de nuevo.
11h 10m.- Llegamos al poblado de Ubud, típico por sus pinturas en tela.
Hemos recorrido varias tiendas, sufriendo el agobio de los vendedores ambulantes.
La pintura balinesa es muy polícroma y abigarrada (barroca sería el calificativo más propio). No hay un centímetro de tela que no esté trabajado y en el que no haya algo representado. Los precios de las telas oscilaban entre 40 y 1.000 dólares. En este lugar se quedó el griego Nicolás, quien se ha apegado a nosotros como una lapa. El motivo fue que se empecinó en conseguir por 40 dólares un lienzo que costaba 80.
Poco después visitamos, previo pago de 200 rupias, algo de la enorme mansión del pintor Antonio Blanco. Nos introdujo por las estancias una jovencita balinesa, la cual, al parecer, era una de las hijas del artista.
Pudimos conversas con este singular personaje, que, según nos dijo, era de origen catalán; aunque reconoció que ha estado ya en tantos lugares que se siente apátrida o, mejor dicho, ciudadano del mundo. Pero, ello no era óbice de que todavía recordara sus raíces catalanas y, para reafirmar lo que decía nos dijo de carrera, mostrando una gran satisfacción, aquello servía para identificar a los verdaderos catalanes durante la Guerra de Sucesión de 1.711: “Setze jutges d’un jutjat …”.
Todo esto nos lo debía ora sentándose en un sillón de mimbre, situado en un rincón de la sala, ora mostrándonos sus últimas creaciones de tipo erótico. Por cierto, pareció divertirse mucho al enseñarnos una pequeña escultura de mujer, la cual, moviendo un hilo, levantaba una pierna dejando su sexo al descubierto.
En una de las salas de exposición había un libro, dispuesto para que el visitante escribiera un pensamiento y, después, pusiera su rubricara al pie del escrito. Para la posteridad, una mano de un anónimo cosmosureño escribió: “Perseguimos un Sol Negro, esperando un futuro mejor. Junio 16, 1983. COSMOSUR”.
12h 30m.- Rumbo al volcán Batur.
13h 30m.- El camino se hace monótono. La gente va quedándose adormilada. Hace calor y cuesta trabajo mantener los ojos abiertos. De pronto, Edy nos despabila ipso facto, obsequiándonos con una estruendosa música de casette. Al ver nuestra reacción de estupor y enfado, Edy dirigió al conductor una sonrisa burlona.
13h 40m.- Llegamos a nuestro destino: el Gunung Batur. Es este un volcán que se eleva 1.591 metros por encima del nivel del mar. En este siglo ha tenido tres erupciones, las de 1.917, 1.922 y 1.963. Esta última causó varios millares de víctimas. La antigua caldera está cubierta por un lago.
Tuvimos, todo hay que decirlo, una gran decepción, puesto que, a diferencia del Bromo, no pudimos bajar a la caldera o subir a una de sus bocas. Nos hubimos de contentar con realizar algunas tomas de la panorámica que nos ofrecía una especie de mirador y, poco después, Edy nos metió en el Batur Garden Restaurant; en donde, en régimen de bufet libre, comimos una repugnante comida a base de carne de cerdo con la consabida salsa agridulce, pinchos picantes y con sabor dulzón. De postre se nos dio papaya y piña (La bebida, aparte del agua, .cuatro cervezas, dos Seven Up, costaron a Fredy, Tomás, Pepi y Manolo, 32.675 rupias).
Al salir del restaurante, bandadas de criaturas y adultos se nos echaron encima ofreciéndonos sus productos, los cuales iban desde plátanos hasta gigantescas tallas de Garuda.
14h 30m.- Otra vez en el autocar y otra vez testarazo en la cabeza de algunos cosmosureños, ya que la puerta del autocar tiene el dintel muy bajo; de forma que te obliga, si te acuerdas, a bajar la cabeza y si no lo haces, pues ya se sabe …¡coscorrón en la testa!
14h 45m.- El autocar se detiene en el arcén de la carretera. Estamos en un lugar boscoso en el que hay algunas chozas. Edy nos dice que va a buscar a un campesino para que le proporcione un poco de clavo, una especie muy apreciada en el país.
Dentro de la cabaña no parece haber nadie. Pero nuestro guía no se atreve a traspasar el pequeño portalón del camino que da acceso a ella. Le preguntamos sobre el particular y Edy, finalmente, admite que tiene temos a la magia negra que ejerce el campesino (cosa que no dejó de sorprendernos, pues Edy siempre nos ha dicho que es católico y, para corroborarlo, lleva una cadena de la que pende un crucifijo).
Minutos más tarde, del otro extremo de la carretera surgió de entre la espesa manigua un anciano con aspecto de campesino. Vimos que Edy se dirigía hacia él. Esta persona parecía saber de antemano las intenciones de nuestro guía, de modo que metió una de sus manos en una bolsa y sacó de ella un puñado de algo que no logramos ver. Luego, Edy, con gran respeto le dirigió unas palabras, en tanto que el viejo hacia una señal con la mano derecha.
De regreso al autocar, Edy, nos ofrece a cada uno de nosotros una especie de florecilla. Tiene un aroma muy conocido, ya que es el olor que perennemente se huele en Indonesia. No había duda, aquella plantita era famoso clavo.
14h 55m.- Visitamos el templo expiatorio de TAMPAKSIRING, edificado en el siglo once y en donde se encuentra la fuente sagrada de Tirta Empul, cuyas aguas purifican a los hombres.
Para entrar en este recinto sagrado, los hombres y las mujeres que lleven pantalón corto o minifalda, deberán de alquilar prendas que les cubran las extremidades inferiores. Además, todos, sin excepción, deberán de anudarse una cinta de color alrededor de la cintura. Ello forma parte del rito ceremonial de la purificación; puesto que según la religión hindú, el cuerpo humano se divide en tres partes: la noble que es la cabeza –por esta razón, nunca debe tocarse la cabeza de un balinés y muchísimo menos con la mano izquierda, pues tal acto sería tomado como una ofensa-, la menos noble comprende desde los hombros hasta la cintura y la innoble, puede suponerse, de la cintura hasta los pies.
Tampaksiring, como tantos recintos sagrados de Bali, tiene sus templetes con ofrendas y los lugares destinados a la fertilidad de los hombres y de las mujeres.
A la izquierda del santuario hay una colina cubierta con un manto de tupido césped. En la cima de ella se ve una construcción moderna con miradores que dan al recinto sagrado. Preguntamos a Edy qué era aquel edificio y nuestro guía nos respondió que una especie de residencia, en la que el antiguo presidente, el general Sukarno, se situaba en los miradores y con unos potentes gemelos observaba a las mujer3es balinesas cuando se bañaban desnudas en las aguas de la fuente para purificarse.
En otro orden de cosas, hemos de hacer público y notorio que los componentes masculinos de nuestra expedición quedábamos sumamente ridículos con las faldas que nos obligaron a ponernos.
También aquí, el asalto de los vendedores ambulantes fue un agobio. Niños y niñas desarrapados, te ofrecían plátanos, garudas y un sinfín de cosas más.
-Signore, signore, un dólar, un dólar –decía una mocosilla, agitando frenéticamente un puñado de postales.
-Signorina, due mile, due mile –decía otra que llevaba un gigantesco Garuda, casi tan grande como ella; mientras que un chavalete, con otra figura igual, nos pedía quinientas rupias.
15h 15m.- Para que conste en el Acta de los Grandes Eventos de COSMOSUR, hacemos constar que a esta hora y minutos se ha procedido a realizar la ceremonia de nuestra purificación. Ahora, ya estamos limpios de toda culpa. ¡Qué descanso!.
Una vez bien purificaditos, se nos desposeyó rápidamente de nuestras faldas y cinturones, los cuales debían emplearse para purificar a otros espíritus cándidos, digo, pecadores … previo pago de cien rupias (y es que el Cielo, como sucede en todas partes, nunca te lo regalan).
15h 30m.- Edy nos ha llevado a visitar una industria artesana, dedicada exclusivamente a la talla del marfil. A la entrada, un hombre está acabando de esculpir un abigarrado conjunto de figuras de las leyendas de la isla en un gigantesco colmillo de elefante.
Preguntamos cuánto tiempo ha empleado este artista en labrar aquel colmillo. La respuesta nos la dio un hombre que parecía ser el que dirigía aquel negocio: “Algo más de dos años”.
16h 40m.- Visitamos una casa balinesa. El sentido de casa no debe de tomarse al pie de la letra, puesto que la “casa” consta, en primer lugar, de un recinto vallado, en cuyo interior hay varias construcciones. Enfrente, según se entra, tenemos lo que constituye el comedor y la cocina, que resulta ser una estructura con base de obra y tejado de bambú. A la derecha se encuentra una estancia a la que podríamos calificar como granero. A la izquierda, e inmediatamente después de la entrada, el dormitorio de los hijos e hijas, mayores de cinco años. A este, detrás, sigue el de los padres y los hijos menores de tal edad.
Hay que subrayar que este aposento es un habitáculo sin ventanas, cuya única abertura es la puerta de acceso al mismo. Siguiendo en ángulo recto, viene el santuario del hogar. Este se halla formado por varios templetes y un tabernáculo en el que pudimos observar varias ofrendas.
Añadiremos, como cosa curiosa, el hecho de que todas las camas están orientadas de forma que sus cabeceras miran en dirección al monte más alto de Bali: el Agung, con una altura de 3.142 metros sobre el nivel del mar. Edy nos dijo que ello es debido a que la religión hindú lo exige y, para nuestra sorpresa, reconoció que él, aún siendo católico, por respeto a las costumbres de su familia, se ve obligado a dormir teniendo su cabeza orientada hacia ese monte (más tarde comprobamos que las cabeceras de nuestros lechos tenían, también, la misma orientación).
E la casa balinesa, las mujeres se afanaban en preparar las ofrendas a los dioses. Tales ofrendas consistían en diversos manjares, que una vez purificados, comerían compartiéndolos con sus vecinos. Hemos de subrayar que los habitantes de esta isla son muy solidarios unos con otros. La mayoría de los actos religiosos son comunales.
En los casos de infortunio o desgracia, también es la comunidad quien ayuda a los necesitados a hacer frente a sus necesidades. Basta tocar tres veces una campana, con toques fuertes y espaciados, para que al momento, los vecinos acudan al lugar de la llamada que, en la mayoría de los casos, se trata del óbito de alguno de sus componentes.
Un detalle que deja de pasar desapercibido es la ausencia de policías. Preguntamos a nuestro guía sobre el particular y nos respondió que en Bali no hay policías porque, prácticamente, el delito no existe. Por otra parte, si alguien realizara un acto criminal, la familia a la que pertenece el delincuente queda automáticamente deshonrada, lo que comporta el verse privada del ampara y estima de sus vecinos y, por otro, al malhechor se le aplican las penas más severas. Así, al ladrón se le priva de su parte innoble, es decir, la que ha cometido el delito que, en general, es la mano o las manos y a los homicidas o violentos, la cabeza.
Además, si una persona coge “in fraganti” a un ladrón, puede matarle allí mismo, sin ninguna clase de escrúpulo o remordimiento. Edy, también nos dijo que aunque a un delincuente se le corte una sola mano, en realidad, tiene muy pocas probabilidades de seguir viviendo, ya que dicho sin rodeos, lo que se procura es que el que ha cometido el delito muera. Nuestro guía, algo zumbón, continuó: “Ya sabéis que vosotros tenéis un dicho que va muy bien para estos casos, “muerto el perro se acabó la rabia”.
Durante el camino de regreso formulamos a Edy diversas preguntas. Como anecdotario señalaremos algunas:
- ¿Qué vale una hectárea de arrozal?
- Treinta millones de rupias.
- ¿Y un área para edificar?
- Tres millones.
- ¿Tienen los escolares enseñanza gratuita?
- Los párvulos, o primera enseñanza, sí. Luego, los que estudian en colegios del Estado pagan 500 rupias al mes.
- ¿Cuánto cuesta un curso en la Universidad?
- Unas trescientas mil rupias; pero, el pago puede fraccionarse en cuatro plazos.
- ¿Hay intercambio cultural con otros países?
- -Sí. El gobierno envía estudiantes y técnicos de agricultura a Australia, los ingenieros van al Japón y los farmaceúticos a Francia.
Cenamos en el restaurante del Hotel Alit’s. La verdad es que lo que se nos sirvió no fue de nuestro agrado. El “steak” tenía demasiadas especies que le proporcionaban un sabor nauseabundo. La carne era cruda y las patatas estaban casi crudas. En cuanto al café, se repitió la misma historia de siempre; es decir, el solaje imperante lo hacía imbebible.

VIERNES 17 DE JUNIO

A las cinco y media de la mañana, el grupo de madrugadores de la expedición, se dirigía ya a la piscina. Al llegar a ella, observaron que la puerta que da acceso a la playa estaba abierta. No lo dudaron y salieron al exterior, lo que les permitió contemplar el amanecer. Era una alborada realmente bella. Como siempre, muchas personas aguardaban en la playa para embarcarse en las típicas lanchas; en tanto que otras se dedicaban al refrescante baño matutino. Las mujeres y las niñas lo hacían con gran recato, en tanto que los niños y bastantes hombres lo hacían desnudos.
Tras el baño en la piscina, estos cosmosureños se sentaron en las hamacas y dejaron volar libremente sus mentes. En tal estado, el Universo pasó ante ellos como una vorágine. El vértigo de lo desconocido e infinito se abría ante ellos. Se preguntaron por el su origen (¿lo tuvo realmente?) y por su fin (¿lo tendrá?). Mientras, nuestros improvisados filósofos divagaban sobre temas tan trascendentales, los gorriones iban i venían en desenfrenadas carreras. Algunos arrebataban pajuelas de los tejados de bambú. Luego, emprendían el vuelo. No había duda de que estos pajarillos estaban fabricando nidos.
El tiempo corre presuroso y la poesía y el éxtasis llegaron a su fin. Había llegado la hora del desayuno. Por cierto, el de hoy era el último que entraba en los que se habían contratado a través de la agencia. Mañana habremos de pagar esta consumición con las rupias de nuestros bolsillas –ya muy mermados, por lo menos de algunos-.
Tras el desayuno, vino el “dolce far niente”•. Día libre.
La piscina fue nuestro único objetivo a lo largo de la mañana. El agua estaba ya caliente y el lugar muy concurrido. Javier y el griego Nicolás, estuvieron bebiendo whisky y coñac. Javier, como de costumbre, ya tenía su grupo de incondicionales admiradoras: las chicas australianas (según él, con la lengua ya un tanto pastosa, nos dijo que aquellas “canguros” tenían ganas de “guerra”).
Pasado el mediodía, comimos unos bocadillos en el merendero que está ubicado junto a la piscina. Seguidamente, nos retiramos a nuestros alojamientos para dormir una siesta.
Al atardecer, para su satisfacción, Alfredo pudo confeccionar un parte del Sol. La calidad de la imagen que proporcionaba el telescopio refractor era, en verdad, excelente.
Algo más tarde, el telescopio fue llevado al pequeño campo que hay muy cerca del restaurante del hotel y, en cuyo césped, se extiende la ropa para su secado. Desde este emplazamiento se trato de hacer fotografías del Firmamento. Pero, desafortunadamente, como cabía esperar, hubo muchas dificultades para ello, ya que la montura ecuatorial del instrumento, como ya dijimos más arriba, no está diseñada para trabajar en latitudes sureñas.
Después de cenar, no obstante, tratamos de instalar la cámara de Alfredo, la cual iba equipada con el teleobjetivo de 180 m.m. de Manolo. El trabajo resultó estéril. Todo por culpa del dichoso seguimiento, el cual impedía efectuar exposiciones aceptables. Por si fuera poco, poco a poco el cielo se iba cubriendo de nubes. Así que, finalmente, se optó por levantar el campo de observación.

SÁBADO 18 DE JUNIO

El desayuno costó dos mil rupias por barba. Pero, para nuestra suerte, las camareras se armaron un lío y nos estuvieron trayendo raciones extras que, luego, no nos cobraron.
Como era de esperar, el resto de la mañana lo pasamos en la piscina. También, como era de esperar, Javier estuvo deliciosamente acompañado de las “canguros”.
Enfrente mismo de la salida que da acceso a la playa, se había concentrado un numeroso grupo de balineses de ambos sexos, quienes levantaron un templete, con un extraño altar o ara. Depositaron, luego, varias ofrendas en la arena y, después, las quemaron. De vez en cuando, un sacerdote hinduista hacía sonar una campanita. También, a intervalos muy espaciados, los allí congregados cantaban una especie de letanías.
La ceremonia fue muy larga. Hacia el mediodía, unas cuantas personas se embarcaron en una lancha a vela. Mientras se alejaban mar adentro, el resto del grupo permanecía en la orilla saludando a los que habían zarpado.
Más tarde nos enteraríamos de que lo que habíamos visto se trataba del último acto de una ceremonia crematoria, el cual consisten en dispersar en el mar las cenizas del finado o finada.
Tomás fue al hotel Bali Beach en donde cambió unos dólares por rupias. La cotización del día estaba en 971 rupias por dólar.
Hacia las dos de la tarde alquilamos una furgoneta y nos trasladamos a Dempasar, la capital de la isla. El alquiler del vehículo nos vino a salir a unas 500 rupias por persona. El recorrido que teníamos que hacer desde el hotel hasta la ciudad era de unos ocho kilómetros.
Javier no comentó que el precio tan bajo por el alquiler de la furgoneta lo ha conseguido porque el dueño del vehículo, así como de otros muchos, era muy amigo del griego Nicolás.
En Dempasar estuvimos de tiendas. Alfredo, Marcelo y Santiago, aprovecharon el hecho de que en nuestro deambular pasáramos por una tienda “Kodak”, en donde hacían revelados rápidos de fotografías y, allí, dejaron varios carretes que podrán recoger dentro de algo más de una hora.
Por lo demás fue una tarde larga y pesada, pues se dedicaron nada más, ni nada menos, que cinco horas para curiosear (y comprar) en tiendas y bazares.
Las compras de curiosidades y souvenirs empieza a adquirir mucho volumen. Tanto es así que, más tarde durante la cena, se habló sobre la posibilidad de cambiar los vuelos. Concretamente el de Frankfurt-Barcelona. ¿Por qué, se puede preguntar?. Sencillamente porque esta ruta la hemos de hacer volando en un avión de la compañía Lufthansa y, da la puñetera casualidad de que esta compañía no permite que se lleve más de un bulto por persona y, como muchos de nuestros miembros, habrán de llevarlos, pues se prefiere cambiar el vuelo y, con ello, de compañía y regresar a España desde la ciudad alemana en un vuelo de Iberia, compañía que es mucho más tolerante. Veremos … De todas formas, el cambio de compañía tendrá que hacerse en el mismo aeropuerto de Frankfurt.
Volviendo la Dempsar, diremos que es, como cualquier otra ciudad de Indonesia, un lugar de vivos contrastes. Últimos modelos de equipos electrónicos y automóviles contrastan con calles descuidadas –muchas de ellas sin pavimentar-. El alcantarillado, en la mayoría de ellas, discurre a cielo abierto y el alumbrado brilla (tiene gracia la expresión) por su ausencia.
Un río cruza la ciudad; pero, es tal la cantidad de basuras y desperdicios que sus aguas transportan y que se acumulan en sus orillas que este vocablo no sirve para definirlo como tal.
En los mercados, la higiene es inexistente. Montañas de desperdicios se acumula alrededor de las tiendas o puestos de venta. Nubes de moscan se abaten sobre los comestibles, expuestos al aire libre y sin ninguna protección. El sector del pescado es realmente repulsivo. Al hedor de un género en franca descomposición, la suciedad de los vendedores y parroquianos hay que sumar la presencia del molesto insecto, el cual se pasea impunemente sobre peces, calamares, etc.
Ante el panorama que tenemos ante nuestros ojos, pensamos que es un milagro el que en estos países no se declaren más epidemias. En verdad, y no exageramos en afirmarlo, la falta de higiene es total.
Fue el mismo dueño de la furgoneta quien nos llevó de regreso al Alit’s
Durante la cena, Marcelo y Santiago nos mostraron las fotografías que habían llevado a revelar. También lo hizo Alfredo, aunque este sólo reveló un carrete. Añadamos que revelado y positivizado de un carrete supone un gasto de unas seis mil rupias.
Después de la cena y en el bungalow de Tomás, se habló de futuros proyectos. Tanto Alfredo, como Tomás eran partidarios de que COSMOSUR continuara dentro del campo de los eclipses. Por su parte, Manolo no estaba de acuerdo. Pensaba que había que buscar otras miras, otros horizontes, pues, en su opinión el tema ya estaba agotado.
En este sentido, el mismo Alfredo reconocía que el trabajo realizado en las tres expediciones ha sido únicamente documental y que poco o nada podemos hacer si lo comparamos con los que han realizado otros grupos, sobre todo de profesionales, y ya ni siquiera quiso hablar de lo que ha podido hacer y harán los equipos de la NASA.
No obstante, y continuando en el campo de los eclipses, se apuntó la posibilidad de realizar una expedición a la Antártida para observar el eclipse de Sol que tendrá lugar en 1.985 …

DOMINGO 19 DE JUNIO

Poco antes de costarnos ayer, Javier nos informó que en la recepción del hotel le habían comunicado que tenía un “telex” procedente del Hotel Ramayana y redactado por la Agencia Universal. El texto del mismo se lo darían en la mañana de hoy, alrededor de las ocho. Javier –o Mister Fernándes Four One Four, como era conocido en el Ramayana, por la cantidad de llamadas que se realizaron desde su habitación, la 414- no tenía ni idea del asunto al que podía hacer referencia el citado “telex”.
Durante la espera, nos confirmaron que en Klungkung habrá hoy una “big cremation”. El encargado del hotel quiere contratarnos los servicios de un microbús para llevarnos al lugar en que habrá de realizarse la ceremonia. Le hemos dicho que, por el momento, estamos a la espera de un “telex”. Este mismo empleado miró la casilla del señor “Fernándes” y nos manifestó que allí no había ningún aviso.
Tampoco en la oficina del hotel tenían el comunicado. Como hacia las once, todo continuaba igual, hemos supuesto que el aviso que le dieron a Javier debió de ser un error. Por ello, pues, decidimos ir a ver la cremación.
El recepcionista nos advierte que tendremos que emplear como una hora en el desplazamiento y que, por ello, muy posiblemente, para cuando lleguemos la ceremonia estará comenzada. De todos modos le respondimos que igualmente queríamos ir.
El contratar el microbús nos ha costado cinco mil rupias por cabeza. A la hora de contratar los servicios del microbús, Javier nos sorprendió diciéndonos que él se quedaba, pues había ligado con una de las australianas. Digamos, de paso, que esta joven comparte habitación con una amiga que se está reponiendo de un grave accidente automovilístico, el cual la obligó a permanecer tres años en una silla de ruedas, pues se destrozó las piernas (Javier, zumbón en todo tiempo, la llama “La Patas”, pues todavía se ve obligada a llevar muletas y una de sus piernas la tiene vendada desde el muslo hasta el tobillo).
Relatar una ceremonia de cremación no es fácil, principalmente por dos motivos: primero porque nuestra presencia en el lugar se debe únicamente al hecho de satisfacer una insana curiosidad y, segundo, por el desconocimiento de los ritos que se desarrollan en el transcurso de la ceremonia fúnebre. Precisamente, hoy que deberíamos de haber contactado con nuestro guía, Edy y quien nos podía haber asesorado acerca de lo que estábamos viendo, este no ha comparecido.
Hechas estas observaciones, describiremos lo que vimos.
En un villorrio, llamado Salet, ubicado en la afueras de Klungkung, encontramos, en la explanada de lo que parecía ser un mercado, un podio coronado por una silla y, algo más allá, otro, más bajo, cubierto por un palio.
Gran número de mujeres desfilaba por delante de ellos, portando sobre sus cabezas, las ofrendas –que consistían en comida y objetos diversos-. También observamos la presencia de muchos jóvenes, de aspecto atlético, que llevaban cintas en la cabeza.
Cuando unos músicos, de aspecto miserable, hicieron sonar sus instrumentos, apareció en la plaza una especie de vaca de cartón, cuya base la sostenían unas barras de bambú. Los portadores eran un pelotón de vigorosos muchachos, quienes parecían formar dos grupos que pugnaban por la dirección a seguir (quizás querían simbolizar con ello la pugna del bien y el mal por llevar el alma al paraíso o al infierno). Por esta razón, la marcha era imprecisa. Ora se detenía. Ora giraba. Ora se lanzaba en loca carrera contra los curiosos que allí había.
Poco más tarde, la vaca con su portadores desaparecía carretera arriba. Mientras tanto, proseguía el interminable desfile de personas llevando ofrendas. Debemos subrayar que no se las depositaba ante los podios a los que antes hemos hecho referencia, sino, que quienes las llevaban seguían caminando en dirección opuesta a la que minutos antes había tomado la vaca.
Un cortejo de muchachas, sosteniendo sobre sus cabezas una especie de sudario, precedía a los que llevaban a la difunta –pues en esta ocasión se trataba de una mujer-. El cadáver iba en una rústica caja pintada de color blanco.
Minutos más tarde, el féretro era izado al túmulo mayor. Lo ataron al sillón y, al compás de la música, la comitiva fúnebre se puso en marcha en medio de una multitud abigarrada que dificultaba el paso de esta especie de procesión por una especie de carretera. Cerrando el cortejo, marchaban los jóvenes que llevaban la vaca. Sobre el túmulo del palio, una especie de sacerdote llevaba un par de pollos, suponemos que para ser sacrificados.
Finalmente, la comitiva se detuvo en una explanada que había junto a un campo de cultivo. En el túmulo –o torre- más alto, colocaron un depósito conteniendo gasolina. De este recipiente pendía un tubo de goma. Entre tanto, un grupo de personas se dedicaba a manipular en el cadáver de la difunta, cuyo ataúd había sido trasladado desde la torre en la cual ahora estaba la gasolina, hasta el túmulo de la vaca.
De vez en cuando, se podía oír a una mujer rezando una extraña plegaria.
La ceremonia duraba y duraba. El Sol caía cada vez más abrasador sobre los allí congregados. Los vendedores de refrescos y sombreros de paja. Manolo, quien imprudentemente no había llevado ninguna gorra, tenía el cerebro achicharrado, así que decidió comprarse uno de estos sombreros. El hombre sintió un alivio al calárselo en la cabeza. Pero, su gozo duró poco. ¿Por qué? Pues, ¡ay, amigos míos!, porque el sombrerito en cuestión tenía entre su paja un nidito de laboriosas hormigas. Así que nuestro “bravo cosmosureño” halló un insólito medio de distraerse cazando las hormiguitas que iba viendo por el rabillo del ojo y que trataban de descender por sus mejillas.
Acabados los tediosos preparativos, se procedió a encender el improvisado, pero potente, lanzallamas; y, así, de una manera tan poco balinesa se incinero el cadáver, para que el alma de la pobre mujer pudiera pasear por las celestes praderas (no sé si nos estamos equivocando de religión) todavía no contaminadas por la industria y la especulación inmobiliaria.
Por la noche, antes y después de cenar, hicimos algunas observaciones, aprovechando la altura de algunos planetas y la nitidez de las imágenes que proporcionaba el telescopio.
La Luna, Venus, Júpiter, Saturno, Alfa del Centauro, el Cúmulo Globular Omega Centauri (al cual no pudimos resolver en estrellas), fueron nuestros objetivos espaciales.
Nuestro improvisado campo de observación llamó la atención de un joven guarda del hotel. Al ver que llevaba largo rato de pie mirándonos, decidimos iniciarle en el arte de Urania. Le mostramos la Luna, Júpiter y Saturno a través del instrumento. Al principio parecía algo receloso, pero, poco después, se entusiasmó. Por su parte, nos dijo que la Luna en Balines se dice Bulan y las estrellas Bintang bintang.

LUNES 20 DE JUNIO

Después del desayuno, hizo acto de presencia Edy. Nuestro guía venía con un microbús. En un principio, pensamos que nos iba a llevar a visitar lugares y paisajes típicos de la isla. Pero, no era esa su intención. No señor. ¿Lo adivina? ¡Claro: ir de tiendas!. Era lo más lógico, dado que nuestra estancia ya se está acabando y él vive de las comisiones que le dan por las compras que hacen los turistas.
Así que hubimos de dedicar toda la mañana a realizar un circuito por las tiendas de tallistas y de batik. También, como no podía ser de otro modo, no dejamos pasar por alto las que se dedicaban a la venta de objetos de marfil.
Nuestros pensamientos eran enconados. Por una parte había quienes les interesaba comprar artículos. Otros opinaban que una expedición científica tenía que ser algo muy distinto a un vulgar viaje turístico que, a estas alturas, se ha convertido en un paseo para millonarios.
Hubo tensiones por este motivo. Por ello, es mejor correr un tupido velo sobre el tema y dejar en el olvido el resto del día.
Afortunadamente, las aguas volvieron a su cauce durante la cena (que también hoy realizamos en el Alit’s) y, finalmente, volvió a reinar entre nosotros el espíritu de amistad y camaradería. Después, los astrónomos se dedicaron a observar el cielo y Javier a gozar de los placeres de la compañía de las australianas.

MARTES 21 DE JUNIO

El grupo de madrugadores ya estaba en la piscina a las cinco y media de la madrugada. Amanecía en esos momentos. Tomaron un baño y, luego, se arrellanaron en las tumbonas, dejando volar sus pensamientos.
El desayuno, como siempre, consistió en el llamado “continental”. Aunque los que iban más boyantes de fondos pudieron darse el lujo de endilgarse el “americano”, que consiste en huevos fritos y jamón.
Tras el desayuno, todo el grupo expedicionario fue a la piscina, en donde estuvo hasta las dos de la tarde, hora en que, con gran pesar de Javier, se hubo de dejar a “nuestras chicas” de Australia para ir a comer al restaurante del Hotel.
Por la tarde, caminando por las arenas de la playa nos acercamos a las tiendas del Hotel Bali Beach. Allí, Alfredo compró unos broches de “plata” para sus tías por los que hubo de pagar unos cuarenta dólares.
El regreso al Alit’s, volvimos a realizarlo caminado por la playa. Hemos de hacer un comentario. La arena que forma la playa del Bali Beach no es la natural de este lugar, ya que por todo el litoral se extienden las arenas de origen volcánico. Lo que indica que, en su día fue trasportada deliberadamente a este lugar, para darle un mayor atractivo turístico del que proporcionan las negruzcas tierras de origen plutónico.
De regreso a nuestros respectivos bungalows, procedimos a hacer las maletas. Labor que nos llevó más tiempo del que habíamos previsto. Posteriormente, fuimos a ver unos números de danzas (muy turistizados) que se ofrecían a los residentes del hotel. En el número final, dos bailarinas balinesas se acercaron al público e intentaron sacar a algunas mujer a bailar. Fue inútil. Todas se negaban o, incluso, echaban a correr –como lo hizo Pepi-. Pero, en cambio, no sucedió lo mismo con los hombres. Fueron muchos los que quisieron salir al escenario y bailar como lo hacían las danzarinas balinesas. Fuimos muchos los que pensamos que eso del virilismo está pasando a la historia (todavía, no obstante, hay quien resiste, como Javier, nuestro esforzado Tenorio, siempre dispuesto a satisfacer a las damas).
El grupo formado por Alfredo, Tomás, Javier, Marcelo, Pepita, Carol (alias “La Pecas”) y su amiga “La Patas”, decidieron ir a cenar a un restaurante típico. Para ello, hubieron primero de alquilar una furgoneta. El resto se quedó para realizar una postrera observación (Genebriera y Manolo) y, luego, desmontar el telescopio y guardarlo en su maleta.

MIÉRCOLES 22 DE JUNIO

¡Madrugón! ¡Todo el mundo en pie a las cinco!
Hemos desayunado los insulsos “continentales breakfasts”, cuyo precio ha sido de 2.160 rupias por persona.
07h 10mm.- Tras subir los numerosos bultos a un microbús, nosotros los hicimos en un autocar. Ambos vehículos emprendieron el camino hacia el aeropuerto de Dempasar.
Una vez en el aeropuerto, procedimos a facturar nuestra ingente impedimenta, cuyo pesaje fue el siguiente:
Jaume……………………….. 13,5 Kilos
Tomás y Pepi ……………….. 22,0 “
Manolo ……….……………….11,5 “
Joan y Herminia ………….…. 18,5 “
Santiago ……………………... 10,0 “
Marcelo ……………………... 15,0 “
Javier ……………………..…. 18,0 “
Alfredo……………..………... 17,0 “
Baúl ………….……………. 92,0 “
Maleta telescopio ……….… 17,0 “
T O T A L ……………..…… 235 Kilos

08h 30m.- Sala de espera. Numeroso público. Algunos soldados indonesios, calzados con gruesas botas, nos hacen compañía. Una madre japonesa cuida solícitamente a su hijo, una criatura de aspecto frágil y enfermizo.
08h 45m.- Nos hallamos embarcados en un “Airbus” (A. 300) de las líneas aéreas Garuda.
08h 55m.- Las azafatas nos dan las instrucciones sobre el manejo de los chalecos salvavidas. Nos preguntamos si, llegado el momento, tendría alguna utilidad su manejo (Santiago dijo por lo bajini que era mejor encomendarse a San Pedro. Javier, en cambio, dijo que era mejor hacerlo por la Virgen María, ya que como mujer y, además virgen, a él le iba mejor que un chaleco inflable). En fin …
09h 00m.- Estamos en el aire. ¡Arriverderhi Bali! Xau. Hasta la próxima (si es que la hay, claro).
09h14m.- Sobrevolamos la cima del gran volcán Rawung.
09h 20m.- Sirven un desayuno. Consiste en una pequeña platita que contiene un pedazo de … ¿bacón?, otro pedazo de materia orgánica no identificado y un pastelito de hojaldre. Luego nos suministraron un zumo compuesto de polvos químicos con sabor a naranja y un café … con un poco de poso.
Para aquellos que les gustan los números, digamos que el vuelo es el GA-661,
Los días han transcurrido raudos. Cuando en los momentos más difíciles de esta expedición, uno pensaba en lo lejos que estaba el final y deseaba que el tiempo pasara veloz, ahora volvemos a estar embarcados, pero camino de nuestras casas (aunque con varias paradas intermedias). Es en estos momentos cuando nos preguntamos si nos gustaría volver a empezar de nuevo esta aventura.
Hemos de ser sinceros y responder que Java es un país que no nos ha gustado. Lo único que merecía la perna verse era el gran volcán Bromo. Aquella excursión, aún con todas sus dificultades, quedará grabada imborrablemente en nuestras mentes. Cerrando los ojos, todavía nos vemos marchando a la luz de nuestras linternas, teniendo sobre nosotros la impresionante bóveda del Cielo del Sur. Fue, en verdad, para los que lo hicimos, el paseo más extraño y fascinante de nuestras vidas.
Luego, ya en la cumbre del coloso plutónico, envueltos en aquellos infernales torbellinos de viento que se desataban repentinamente, éramos poco menos que nada ante las fuerzas de la Naturaleza. No se puede describir el contraste que existía entre la fuerza que emanaba del volcán con la serenidad que proporcionaba el Firmamento tachonado de estrellas.
Nuestros pensamientos fueron interrumpidos por los altavoces del avión. Se nos avisaba que daba comienzo la maniobra de aproximación al aeropuerto de Yakarta (en estos mismos momentos, estamos atravesando un zona de turbulencias atmosféricas y el zarandeo del avión es muy acusado).
El descenso se hace de manera muy rápida. Por ello, muchos de nosotros experimentamos molestias en los oídos.
10h 10m.- El avión ha sacado el tren de aterrizaje. El acto ha sido acompañado de un ruido seco, como si un objeto hubiera tocado la parte baja del aparato.
10h 12m.- Tomamos tierra (pero, afortunadamente, no nos hartamos).
En la oficina de la Agencia “Avis”, ubicada en el aeropuerto, recogimos el material que teníamos depositado: el baúl y los sombreritos de paja.
Pocos después de efectuada esta gestión, Miriam vino a nuestro encuentro. Tras las frases de rigor, nos preguntó:
-Bueno, si alguno de vosotros quiere ir a la Embajada para saludar al embajador de España, puede venir conmigo.
Aquella frase nos pareció un tanto fuera de lugar; porque suponíamos que en la sede diplomática estarían esperándonos. Además, sucedió que Miriam parecía suponer que nos íbamos de Yakarta mañana.
Como tampoco había coche alguno de nuestra embajada, empezamos a sospechar que el “papeo” tan ansiado (como ocurrió en Nairobi y Moscú) iba a quedar en agua de borrajas. Pero, al menos nos consolaba el hecho de que por lo menos nos ofrecerían unas cervezas bien fresquitas.
Hubimos de viajar en coches de alquiler. Cada uno nos costó cinco mil rupias.
La sede diplomática española en Yakarta es muy pequeña. Se halla en el catorceavo piso de un rascacielos dedicado a oficinas de bancos. El embajador, Eugenio Bregolat y Obiols, nos recibió muy amablemente. Charlamos largo rato con él. Comentó algo del viaje que, según dijo, había seguido con interés. En cambio, no tenía noticias fidedignas acerca del terremoto de Tuban.
En el transcurso de la conversación que en la actualidad, las relaciones diplomáticas entre Indonesia y España son buenas. Nuestra nación tiene concertados con el gobierno indonesio la construcción del famoso “Aviocar”, de C.A.S.A., y las explotaciones de carbón, así como la construcción de un complejo turístico en Bali.
El señor Bregolat había sido secretario del que fuera presidente español Adolfo Suárez y recordó que durante su tiempo de secretario hubo momentos muy difíciles y de gran tensión. También hizo hincapié. en que con el tiempo se llegaría a ver a Adolfo Suárez como un gran hombre,
Para nuestra decepción, la visita no tuvo nada de extraordinario. Por ello, el embajador, aunque muy amable, no nos obsequió con algún pinchito de queso o jamón ni, tampoco, para mayor decepción, con refrescos. Así que una, vez concluida nuestra entrevista con tan “egregio” personaje, nos vimos en las calles de Yakarta. Eran entonces la una y media de la tarde.
Para hacer tiempo para ir al aeropuerto, por mayoría se optó por ir a visitar algunos almacenes, en donde los afortunados que tenían todavía rupias, pudieran gastar ese dinero “sobrante”. Hay que decir que nuestra impedimenta la habíamos dejado en custodia en la embajada.
Visitamos un par de grandes almacenes que no estaban lejos de la sede diplomática. No obstante, nadie encontró nada que le fuera de interés adquirir.
Regresamos a la embajada, recogimos el equipo que allí habíamos dejado y nos dispusimos a coger taxis que nos llevaran hasta el aeropuerto. En aquellos momentos caía un fuerte aguacero sobre la capital.
El traslado al aeropuerto nos vino a salir por unas cinco mil rupias a cada uno de los componentes de la expedición.
Cuando facturamos el equipaje, como ya sospechábamos, tenemos un exceso de carga de 63 kilos.
Como es lógico suponer, el empleado nos hizo la correspondiente observación, advirtiéndonos de que el exceso de carga representaba efectuar un pago extra. Javier le dijo que habíamos venido a Indonesia invitados por el Gobierno de este país y que, por tal razón, le rogaba que no tuviera en cuenta el suplemento de carga. El argumento de Javier dio, por lo menos aquí, resultado. De modo que pudimos facturar nuestra impedimenta sin ninguna traba. Ahora estará por ver lo que sucede en Frankfurt.
Hemos embarcado en un Jumbo 747. Precisamente es el “Ciudad de Surabaya”, es decir, la misma aeronave que nos trajo por el aire a estas tierras. El vuelo es el GA-882.
18h 40m.- Despegamos del aeropuerto de Yakarta.
Minutos más tarde, cuando ya pudimos desabrocharnos los cinturones, nos sentimos impulsados a hablar unos con otros sobre las experiencias vividas. Java iba quedando ya muy lejos. Y, Singapur, nuestra primera etapa se iba acercando.
Todos teníamos la impresión de que en esta expedición flotaba algo especial. Tomás, decía que pronto olvidaríamos los malos momentos vividos y sólo recordaríamos los buenos. Pero, como el que más, hacía la pregunta del millón. ¿Habrían más cosmosures?.
El eclipse de Sol de 1.995 que se vería desde la Antártida podría dar lugar a una nueva expedición. Quizás sí que fuera posible realizar una “Operación Antártica-85”.
-¡Ai, nois qué m’agradaria que això fos realitat! –Dijo Marrades-
-Sería toda una hazaña que la bandera de COSMOSUR ondeara movida por los vientos del Polo –Añadió Manolo, con la mirada perdida en el “infinito” de la cabina del Boeing.
Estábamos a once mil metros y volando a una velocidad de crucero de 900 kilómetros por hora y sobrevolando las aguas de un océano lejano. Hacía seis años si alguien nos hubiera dicho que tal día como hoy estaríamos en donde estamos no le hubiéramos dado crédito, a pesar de que ya en aquel entonces ya algunos de los miembros del grupo de Java-83 estaban dando los primeros pasos (Qué lejos y qué Cerca quedaba aquel proyecto que efímeramente se denominó: “Transáhara-79)
Alfredo, nuestro flemático cámara, adoptado ese aire tan inglés que le caracteriza dijo unas palabras con las que queremos cerrar esta crónica de la Expedición Java-83:

AMIGOS, … COSMOSUR VOLVERÁ UN AÑO DE ESTOS.
Hasta Siempre.

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